Origen de la palabra

El término sello proviene del latín “sigillum”, señal o símbolo pequeño. Comenzó a utilizarse en Roma en las fiestas saturnales durante las cuales los romanos se enviaban unos a otros pequeñas estatuas que expresaban los deseos para todo el año. Con el tiempo las estatuillas se redujeron a figuras que se podían estampar. Piedras preciosas grabadas se engarzaban en anillos con los que luego con lacre se sellaban las cartas de salutación.

 

Dilemas morales de los fabricantes

Los fabricantes de sellos se enfrentan a un dilema moral cuando un cliente solicita un sello nuevo y lo único que presenta es un documento impreso con el modelo que desea. Esta práctica es muy común entre los falsificadores y se espera que el fabricante de sellos rechace el trabajo o solicite autorización por escrito de la empresa titular para poder reproducir la marca.

1. Sello de madera

El clásico material con el que se construye la empuñadura es la madera. Incluso hoy, en la era del plástico, aún sobreviven los elegantes sellos lustrados.

 

2. Polímero

Darle forma a la goma era otrora solo propiedad de los talleres fabricantes, pero por estos días y a precios accesibles se venden máquinas para hacer sellos que caben en una caja de botas.

 

3. Alfombrilla entintadora

Aunque compañeros inseparables, sello y alfombrilla, andaban cada uno por su lado. Hoy la ingeniería los ha convertido en una sola pieza y el entintado es automático.

  • Cronotipo: estampa la hora en cualquier documento de control. Los modernos ya no exigen siquiera mover rodillos.
  • Mecanosello: adaptado a algún sistema mecánico o de entintado automático sin necesidad de almohadillas externas.
  • Numerador: a través de motivos móviles es posible efectuar la numeración secuencial, en la que luego de cada marcación se mueven automáticamente al número siguiente, lo que facilita la continuidad del trabajo. También llamados “Cifratipos” o “foliadores”.
  • Fechador: sello con motivos móviles que permite alterar manualmente la fecha a ser marcada en el papel.

Un invento millonario

Los sellos que conocemos en la actualidad son producto del descubrimiento de un proceso llamado vulcanización que se patentó en 1884. Este mecanismo consiste en utilizar una matriz para realizar un molde y volcar allí la fundición de diversos materiales, entre ellos el caucho. El hombre que patentó este flamante proceso es Charles Goodyear, quien alcanzó la fama y el dinero no por fabricar sellos, sino neumáticos. Hoy, el mismo sistema se utiliza para la fabricación de suela de calzado y todo tipo de objetos de goma y plástico.

 

Coleccionistas y falsificadores

Existen amantes de los sellos que coleccionan piezas pertenecientes a antiguos estados, a dependencias episcopales, a reinados legendarios o a personalidades históricas. Han hallado rarezas tales como enormes sellos de una partitura completa.

Sin embargo, así como unos aman lo auténtico, otros aman lo simulado: sellos falsos de los consulados y de los pasos fronterizos, de recepción y de documentos comerciales, en épocas de escasas tecnologías eran a menudo falsificados y solían violar con facilidad los frágiles controles.

 

Dicho popular

En los pasillos políticos suele emplearse la frase “es un simple sello de goma” para referirse a una institución que se jacta de grandeza, pero no posee poder o directamente no existe.


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