Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Arrufó es una pequeña localidad del interior santafesino, ubicada a poco más de 200 kilómetros de esa capital. Allí nació el Dr. Rodolfo Barón, colega profesional de las Ciencias Económicas que se instaló luego en Sunchales donde formó su familia y reside actualmente. Terminó la secundaria en Rafaela, viviendo en la casa de su abuela, y cuando llegó el momento de estudiar primaron las experiencias familiares: “Mi abuelo había sido Gerente de Banco en la época en la que no eran profesionales y mi padre había llevado la contabilidad de una firma comercial que tenía con los hermanos. Con los números siempre me llevé bien y tenía amigos que se iban a estudiar para Contador, así que todo cerraba”.
Cuando el colega cuenta que emprendió el viaje de 250 kilómetros a Santa Fe para estudiar junto con un grupo de amigos, parece una historia más de las tantas que se suceden en nuestro país cuando se narra los vaivenes de estudiantes universitarios. Pero esta vez, hay un apéndice: aquella experiencia significó la creación de un grupo de amigos que aun hoy, tras 45 años, continúan unidos.
“Empezamos con dos amigos en una pensión de estudiantes donde también paraba gente que trabajaba en la fábrica FIAT. Y tras algunos años nos mudamos a una casa donde éramos ocho chicos, todos estudiantes para Contador. Se formó una gran amistad a base de guitarreadas y buenas anécdotas. Algunos eran de Entre Ríos y otros del norte. Fue una gran experiencia, a pesar de que fueron años difíciles, plena década de 1970”, describe con lujo de detalles el colega. También recuerda que cuando llegaban los fines de semana y la mayoría se iba de visita a su ciudad, él y otro amigo que también era de lejos se quedaban en la casa extrañando bastante. “Hicimos la carrera de manera muy responsable”, asegura.
Aunque los años de inquilinos en aquella casa quedaron atrás, se siguen juntando al menos una vez al año con las familias incluidas. “Algunos ya son abuelos”, dice entre risas. Suelen ser más de 50 personas pasando un fin de semana en algunas cabañas cordobesas o bien, cada tres o cuatro meses, “el grupo de los ocho” se ve en una quinta en Rincón, Santa Fe, asado de por medio.
La nostalgia del tiempo pasado se refrenda cuando el colega recuerda cómo vivió ese tiempo en donde la principal preocupación pasaba por las exigencias de la cursada que “era muy importante”. “La Facultad me dejó muy buenos recuerdos de excelentes profesores, muy dedicados”, precisa el Dr. Barón. En este momento no quiso dejar de destacar “un agradecimiento a la Universidad Pública, porque de otra manera no lo podría haber hecho. La Universidad Nacional del Litoral me formó a mí y a mi hija mayor que también es Contadora. Es una institución importante para la familia”.
SanCor se formó tras la unión de 16 cooperativas de estas dos provincias en 1938. Dos años más tarde se inauguraba, en Sunchales, la primera fábrica de manteca y caseína para luego dar paso a la elaboración de dulce de leche. “La empresa fue un ícono del cooperativismo y la ciudad es la Capital Nacional porque además de SanCor hay muchas otras cooperativas”, recuerda el colega.
“Como la empresa estaba formada por cooperativas primarias que entregaban la producción, le hacíamos auditorías. Las había en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santiago del Estero, por lo que estoy matriculado en varios Consejos”, relata el colega que trabajó durante 33 años y, como asegura, “encontré allí lo mío, la auditoría y consultoría. Ese fue mi motor en tantos años de trabajo”.
El profesional comenta que si bien SanCor no está pasando por su mejor memento, sigue siendo el motor de la comunidad. “Lo mismo ocurre en cualquier ciudad chica donde hay una planta. Fue un ícono del cooperativismo y del sector lácteo en cuanto al desarrollo de los tambos y de los productores. Nosotros tratábamos que las cooperativas sean fuertes, ordenadas y que eso les permita ser eficientes”.
Al cierre de la charla, el Dr. Rodolfo Barón destacó a aquellas personas importantes en su vida, tanto profesional como personal. En ese sentido, recordó al Dr. Carlos Torres, docente universitario, que fue “un profesional destacado por su conocimiento y dedicación. Nos enseñó mucho. Incluso mi hija tuvo oportunidad de ser su alumna”. También nombró a su esposa “por permitirme desarrollar mi trabajo el cual me implicaba viajar mucho a distintas provincias y lugares alejados”.
Satisfecho por el esfuerzo realizado a lo largo de su vida, aseguró que “devolví un poco a la comunidad de lo que me dio la Facultad al ser un buen profesional y un ciudadano responsable. Volqué la experiencia aprendida y pude transmitírsela a mis hijas y a los colaboradores que tuve en el trabajo ya que formé buenos equipos de los que salieron profesionales que hoy ocupan cargos gerenciales en la empresa”.