Cada vez son más los colegas que se adentran en las aulas para formar a las futuras generaciones de profesionales en ciencias económicas. La Dra. Soledad Sormunen, Contadora Pública matriculada en nuestra institución, es profesora de la materia Contabilidad I en la Universidad Nacional de San Martín, y en diálogo con RePro Digital, relata los desafíos que implica dar clases y la historia sobre cómo nuestro Consejo Profesional fue el nexo fundamental para que diera sus primeros pasos en la docencia.

“En el secundario, tenía un profesor que nos daba contabilidad y me encantaba la materia. La carrera me fue llevando a esa parte de docencia también”, asegura la Dra. Soledad Sormunen, Contadora Pública (Tomo 151, Folio 47, matriculada en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), quien se desempeña como docente en la Universidad Nacional de San Martín y ya desde pequeña fue dando indicios de lo que sería su vocación en el futuro. Me gustaba explicarle a mis compañeros. Siempre tuve esa facilidad para explicar los temas, para poder transmitirlos. Era muy nerd, tomaba muy buenos apuntes y me encantaba estudiar”, ríe la colega en diálogo con RePro Digital.

“La inteligencia artificial es algo que también tratamos de incorporar en la cátedra”, sostiene la Dra. Sormunen.

La profesional dio sus primeros pasos trabajando en estudios contables pequeños y medianos. “Se aprende un montón en estos estudios porque hay un montón para hacer. Mis primeras tareas fueron liquidando sueldos y cargas sociales, después pasé a la parte contable y luego a lo impositivo”, comenta la contadora, quien obtuvo un panorama en primera persona de las diversas tareas y áreas en las que pueden desarrollarse los profesionales en ciencias económicas.

Previo paso como responsable de contabilidad e impuestos en una empresa constructora, la Dra. Sormunen decidió abrirse camino en lo que es el asesoramiento profesional para pymes de todo tipo de rubros: industriales, comerciales y de servicios. Hoy en día es a lo que me dedico además de dar clases”.

 

Un vínculo estrecho

Recibida en la Universidad de Buenos Aires, una vez que le entregaron el diploma, Soledad se sumó a la matrícula de nuestra institución. “Al Consejo lo conozco porque quedaba en la otra cuadra de mi oficina y siempre que pasaba había un cartel enorme que decía ‘Consejo Profesional de Ciencias Económicas’. Me atrajo el cartel y yo sabía de qué se trataba la institución, así que cuando tuve el título de la UBA me matriculé”, comenta la contadora, embanderando la ética y el compromiso.

Estábamos en una reunión de la Comisión de Impuestos y el Dr. Alberto Marchese pregunta si había algún interesado en dar clases en la universidad.

Fue a partir de su participación institucional que Soledad “encontró” una oportunidad inmejorable para meterse de lleno en el aula y potenciar su faceta docente. “Una vez estábamos en una reunión de la Comisión de Impuestos en la Delegación San Martín y el Delegado Presidente de la Delegación, el Dr. Alberto Marchese, que ya era profesor de UNSAM, pregunta si había algún interesado en dar clases en la universidad. Le dije que estaba interesada, y empecé como estudiante de él, a presenciar sus clases, a cubrirlo con ciertos temas, y después me fui quedando y conociendo otras áreas de la facultad”, relata la contadora sobre sus inicios como profesora, afirmando que “a partir de la matriculación, empezás a tomar contacto con los diferentes tópicos que se van tocando, participando de las comisiones y de esas charlas de carácter profesional”.

 

El valor de la educación

“Lo que más me gusta de dar clases es cuando el último día me dicen ‘aprendí contabilidad gracias a vos’, ‘ahora sí entiendo’, ‘te agradezco porque me llevo un montón de conocimientos’. Eso me llena el alma. Cuando me dicen que aprendieron y les encantó mi materia es lo que más quiero. Hay muchos que te lo dicen por suerte”, comenta la profesora, cuya asignatura es el primer acercamiento que los ingresantes de la carrera tienen con la contabilidad.

Fibrón en mano, la Dra. Soledad Sormunen inicia una nueva clase en su querida Universidad Nacional de San Martín.

Ya desde el inicio, la colega intenta inculcar “el mensaje de que valoremos este lugar que tenemos en la Universidad Pública, somos realmente afortunados de poder tenerlo, ni hablar si te podés recibir. Hay mucha gente que nunca accede a un nivel educativo superior y sin embargo, paga impuestos para que nosotros estemos sentados acá”, asegura la colega, creando conciencia sobre la responsabilidad colectiva que conlleva estudiar una carrera universitaria: “No desaprovechemos, no bajemos los brazos ante el primer desaprobado, siempre se puede revertir la situación y ser agradecidos con este lugar privilegiado que tenemos”.

Trato de dejarle a los alumnos el mensaje de que valoremos este lugar que tenemos en la Universidad Pública.

Dar clases en pleno Siglo XXI implica la necesidad de modificar las formas en las que se enseñan los contenidos y aggiornarse a las nuevas generaciones de estudiantes. “La inteligencia artificial es algo que también tratamos de incorporar en la cátedra. Si bien nosotros explicamos cómo hacer una conciliación bancaria de cero, también se puede hacer por los métodos de IA. Los convocamos a que puedan investigar sobre eso, hacemos ejemplos prácticos para que sepan cuáles son las herramientas que hoy en día van a encontrar y que no la vean como una competencia sino como una aliada. A mí no me parece que sea un reemplazo de mentes humanas”, afirma Soledad, con una mirada optimista y colaborativa entre personas y tecnología.

A su vez, destaca que “estar en contacto con nuevas generaciones implica estar actualizado". "Tengo 36 años y estoy rodeada de chicos que tienen 20, es otra generación. Cuando tenga 50, si sigo con esta materia, también me va a pasar de tratar con chicos de 20 años. A mí me gratifica mucho dar clases porque siento que estoy devolviendo algo de lo que a mí me dio la educación pública”, sostiene con orgullo la Dra. Sormunen.

Para ella, la lista de atributos de su docente ideal incluyen “poder transmitir al estudiante el conocimiento, ser buen comunicador, y ponerse en el lugar del otro”, cierra la profesional, apasionada por la enseñanza.


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