La inteligencia artificial, el blockchain y la gran cantidad de datos que circulan en el ecosistema digital están transformando el rol del auditor y desafiando los marcos jurídicos tradicionales. Es que la aparición de agentes autónomos exige nuevas formas de control y responsabilidad, como la Personalidad Jurídica Electrónica, en un escenario que plantea retos técnicos, éticos y normativos que impactan directamente en la labor de los profesionales de ciencias económicas. 

ARTÍCULO PUBLICADO EL 2025-07-04
Edición N. 146 - Julio / Agosto 2025

NOTAS DE AUTOR




Dr. Diego Balbi
Contador Público (Tomo 120, Folio 183,
Consejo Profesional de Ciencias Económicas
de la Provincia de Buenos Aires).
Auditor en el Tribunal de Cuentas de Buenos Aires. Impulsor de la Comunidad Networking
CriptoWorld e investigador del ecosistema cripto.



Dra. Ana Julia Gavilán
Contadora Pública (Tomo 362, Folio 384,
Consejo Profesional de Ciencias Económicas
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Diplomado en Investigación Práctica
de Ciberdelito y Criptoactivos.


* La presente nota contó con la colaboración de la Dra. Camila Da Silva Tabares (Abogada, especializada en Propiedad Intelectual e Innovación) y de la Dra. Natalia Varady (Abogada y asesora legal, especializada en Inteligencia Artificial, Blockchain y NFTs).

* Este artículo se desprende de una capacitación llevada a cabo por el Instituto de Postgrado e Investigación Técnica (IPIT) de nuestro Consejo Profesional. Consulte al IPIT acerca de la disponibilidad de sus cursos en internet o por nuevas ediciones de esta formación.

En un contexto de innovación donde convergen la datología, blockchain, inteligencia artificial (IA) y la Personalidad Jurídica Electrónica (PJE), la auditabilidad como elemento unificador se torna crucial para la confianza en este nuevo paradigma. Justamente, son los auditores los que tienen la "responsabilidad de generar confianza en esta nueva realidad". La infraestructura que ofrece blockchain para la auditoría y el marco de responsabilidad (accountability) que busca establecer la PJE son fundamentales para lograr dicha auditabilidad.

Blockchain proporciona una infraestructura segura, transparente e inmutable que permite registrar y verificar los datos y las acciones de los agentes digitales, lo cual es inherentemente auditable. A medida que los agentes de IA (que operan con estos datos) se vuelven más autónomos, la Personalidad Jurídica Electrónica busca establecer un marco para su responsabilidad y rendición de cuentas (accountability) por los actos que realizan.

La combinación de datos registrados de forma segura en blockchain y un marco de responsabilidad para los agentes digitales a través de la PJE permiten una auditabilidad efectiva. Esto, a su vez, es esencial para generar la confianza necesaria en los sistemas digitales y las interacciones mediadas por IA.

Por lo tanto, blockchain actúa como la tecnología habilitadora que, al asegurar la integridad y trazabilidad de los datos, facilita la auditabilidad de los agentes digitales, cuya responsabilidad y rendición de cuentas podrían enmarcarse bajo una futura Personalidad Jurídica Electrónica. Todo esto contribuye a la generación de confianza en un ecosistema digital cada vez más complejo y automatizado.

 

IA y agentes digitales: un desafío para los marcos jurídicos tradicionales

El acelerado desarrollo de la inteligencia artificial (IA) está generando entidades digitales con capacidades que trascienden el paradigma tradicional de las herramientas informáticas. Los denominados agentes digitales están evolucionando hacia sistemas con grados de autonomía decisional sin precedentes, lo que plantea interrogantes fundamentales para la doctrina jurídica contemporánea.

La creciente sofisticación de estos agentes, caracterizados por su capacidad de aprendizaje, adaptación y toma de decisiones cada vez con menor intervención humana, desafía las categorías jurídicas establecidas y exige una reconsideración de los marcos normativos vigentes.

Los agentes digitales de IA constituyen sistemas computacionales capaces de percibir su entorno mediante sensores o interfaces digitales, procesar dicha información y actuar consecuentemente para alcanzar objetivos específicos con un grado variable de autonomía. Desde una perspectiva jurídica, podría pensarse que estos agentes actúan como entidades digitales con capacidad para realizar actos con relevancia jurídica sin mediación humana directa en cada operación concreta.

La trayectoria evolutiva de los agentes digitales apunta hacia una progresiva sofisticación caracterizada por:

  1. Mayor autonomía decisional en entornos no estructurados;
  2. Capacidad incrementada para interactuar con humanos y otros agentes digitales;
  3. Evolución hacia sistemas de toma de decisiones no interpretables directamente;
  4. Potencial para generar nuevos agentes o modificar su propia arquitectura.

Esta evolución plantea una disrupción en el ordenamiento jurídico al introducir entidades que pueden realizar actos jurídicamente relevantes sin cumplir los requisitos tradicionales de personalidad y capacidad jurídica. Aquí, la doctrina se encuentra ante un vacío conceptual donde las categorías de "objeto" y "sujeto" resultan insuficientes para caracterizar adecuadamente a estos agentes.

 

Limitaciones del binomio personalidad física-jurídica

El ordenamiento jurídico contemporáneo reconoce dos categorías fundamentales de sujetos de derecho:

  • Persona física: entendida como el sujeto individual dotado de personalidad jurídica inherente a su condición humana.
  • Persona jurídica: entendida como la entidad colectiva a la que el ordenamiento atribuye personalidad por ficción legal para satisfacer necesidades organizativas y económicas.
Esta evolución plantea una disrupción en el ordenamiento jurídico al introducir entidades que pueden realizar actos jurídicamente relevantes sin cumplir los requisitos tradicionales de personalidad y capacidad jurídica.

Este binomio, consolidado durante años de evolución jurídica, presupone características incompatibles con la naturaleza de los agentes digitales: corporeidad biológica (personas físicas) o colectividad humana subyacente (personas jurídicas).

Los agentes digitales avanzados presentan características que los diferencian tanto de las personas físicas como de las jurídicas:

  1. Carecen de sustrato biológico, pero pueden mostrar comportamiento intencional;
  2. No representan necesariamente intereses colectivos humanos;
  3. Pueden tomar decisiones imprevistas por sus diseñadores;
  4. Su funcionamiento puede resultar parcialmente opaco incluso para sus creadores.
La auditoría debe tener en cuenta la irrupción de tecnologías emergentes que exigen nuevos modelos de control, responsabilidad y generación de confianza en ecosistemas cada vez más automatizados.

Esta realidad emergente evidencia las limitaciones del paradigma bipartito tradicional y plantea la necesidad de explorar nuevas categorías jurídicas.

 

Hacia una Personalidad Jurídica Electrónica

La Personalidad Jurídica Electrónica (PJE) emerge como una categoría sui generis adaptada a las particularidades de los agentes digitales autónomos. Esta innovadora construcción jurídica busca:

  1. Reconocer la capacidad fáctica de los agentes para realizar actos con efectos jurídicos;
  2. Establecer un marco de responsabilidad adaptado a su naturaleza tecnológica, entendiéndose este en el sentido de accountability y no como sujeto de derechos;
  3. Regular la interacción entre agentes digitales y sujetos jurídicos tradicionales;
  4. Proporcionar seguridad jurídica en las relaciones mediadas por IA.

La atribución de Personalidad Jurídica Electrónica transformaría el régimen de responsabilidad aplicable a los actos realizados por agentes digitales. Este nuevo paradigma podría permitir:

  1. Evaluar la atribución de responsabilidad de un modo más preciso;
  2. Facilitar la determinación causal en sistemas complejos de IA;
  3. Implementar modelos de seguro obligatorio vinculados al agente mismo;
  4. Desarrollar estándares de diligencia específicos para la IA.
La PJE emerge así no como una concesión antropomórfica, sino como un instrumento técnico-jurídico para regular eficazmente un fenómeno tecnológico que redefine las fronteras tradicionales entre sujeto y objeto de derecho.

El reconocimiento de una PJE representa una innovación jurídica que aparece ante la autonomía creciente de los agentes digitales. Esta nueva categoría no constituye una mera extensión de las personalidades existentes, sino una adaptación del Derecho a realidades tecnológicas sin precedentes.

En dicho caso, los ordenamientos jurídicos avanzados deberán desarrollar un marco normativo específico que, reconociendo la singularidad de los agentes digitales, establezca garantías adecuadas para preservar la seguridad jurídica y la protección de derechos fundamentales en un entorno crecientemente automatizado.

La PJE emerge así no como una concesión antropomórfica, sino como un instrumento técnico-jurídico para regular eficazmente un fenómeno tecnológico que redefine las fronteras tradicionales entre sujeto y objeto de derecho.

La Personalidad Jurídica Electrónica propone un nuevo marco legal para agentes autónomos, como la inteligencia artificial, que actúan con creciente independencia en entornos digitales.

Desafíos frente a la nueva auditabilidad digital

En el contexto de la Firma Digital, la Inteligencia Artificial (IA), blockchain y la evolución en la gestión de datos y conceptos como la Personalidad Jurídica Electrónica, los profesionales en ciencias económicas enfrentan varios desafíos significativos, a saber:

  • Adaptación a una nueva realidad digital y de datos: los profesionales deben operar en un entorno donde los datos son omnipresentes y "todo queda registrado". Esto requiere el desarrollo de nuevas habilidades para comprender y analizar grandes volúmenes de datos, así como también, para entender el funcionamiento de algoritmos y sistemas automatizados;
  • Generación de confianza en nuevos sistemas: especialmente para los auditores, surge la "responsabilidad de generar confianza en esta nueva realidad digital”. El desafío radica en validar y asegurar sistemas que pueden ser complejos y, en algunos casos, opacos, como los sistemas de IA con toma de decisiones no interpretables directamente;
  • Transformación de las metodologías de trabajo: existe la "oportunidad de cambiar la forma de trabajar para obtener los beneficios de la transformación digital". Esto implica la adopción de nuevas herramientas y tecnologías, lo que puede requerir una redefinición de roles y procesos. El principal desafío es superar la resistencia al cambio y adquirir las competencias necesarias;
  • Gestión de la imprevisibilidad y el cambio constante: dado que "es imposible predecir el impacto de las tecnologías emergentes", los profesionales deben ser "flexibles y anticipar". Esto exige una mentalidad de aprendizaje continuo y la capacidad de adaptarse rápidamente a los nuevos escenarios tecnológicos;
  • Evolución hacia el uso inteligente de los datos: el enfoque debe trascender la simple disponibilidad de datos para centrarse en su "uso inteligente y creativo". Esto demanda habilidades analíticas avanzadas, pensamiento crítico y la capacidad de extraer información valiosa y estratégica de conjuntos de datos complejos;
Los profesionales necesitan entender las implicaciones de la IA y blockchain, cómo estas tecnologías interactúan y la importancia de la gobernanza, por ejemplo, para que la IA no se convierta en algo "inmanejable".
  • Comprensión e integración de tecnologías convergentes: los profesionales necesitan entender las implicaciones de la IA y blockchain, cómo estas tecnologías interactúan y la importancia de la gobernanza, por ejemplo, para que la IA no se convierta en algo "inmanejable". Es crucial comprender cómo blockchain puede, por ejemplo, "democratizar propiedad, auditoría y reparto de valor";
  • Navegación por nuevos marcos legales y éticos: la aparición de conceptos como la "Personalidad Jurídica Electrónica" para agentes de IA plantea nuevos desafíos legales y éticos. Los profesionales en ciencias económicas, especialmente en áreas de cumplimiento normativo, informes financieros y gestión de riesgos relacionados con la IA, deberán comprender estos nuevos marcos y sus consecuencias en términos de responsabilidad (accountability) y relaciones contractuales;
  • Desarrollo y actualización continua de habilidades: subyacente a todos estos puntos está el desafío fundamental de la capacitación y la actualización constante de habilidades (reskilling y upskilling) para mantenerse relevante y eficaz en un entorno profesional profundamente transformado por la tecnología. Si bien "completar el proceso transformador requiere tiempo, comenzar está al alcance de la mano".

Estos desafíos implican una reconfiguración importante del perfil profesional en ciencias económicas, orientándolo hacia una mayor adaptabilidad, una sólida comprensión tecnológica y una capacidad acentuada para generar valor en un ecosistema digital en constante evolución. El comienzo de un viaje, navegando tendencias y modelos de control, donde la brújula orientada a riesgos, permita anticipar el futuro con herramientas para nuevos retos de la auditabilidad. 
 

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