Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Cada vez más contribuyentes resuelven sus trámites fiscales por cuenta propia gracias a la digitalización. Pero cuidado: la autogestión no garantiza decisiones correctas ni cumplimiento pleno. A medida que crece la actividad o aumenta el riesgo fiscal, asesorarte con un contador público matriculado deja de ser opcional. Desde la liquidación de IVA hasta la constitución de sociedades, hay gestiones que requieren interpretación normativa, cálculos precisos y responsabilidad técnica. Incluso en casos aparentemente simples, los errores pueden derivar en sanciones. En esta nota, repasamos los casos donde el rol del contador es indispensable y los mitos que todavía persisten entre los contribuyentes.
Este artículo pretende acercar a la comunidad la tarea de los profesionales en Ciencias Económicas, destacar la importancia y obligatoriedad de contar con la matrícula que habilita el ejercicio de la profesión, y promover la consulta a profesionales matriculados.
El avance de los sistemas online y la simplificación de algunos regímenes impositivos empujan a que ciertas tareas puedan resolverse de forma autónoma, especialmente si estás dando tus primeros pasos como contribuyente. Entre las gestiones que los organismos de control promocionan como posibles de realizar por cuenta propia y de forma relativamente sencilla, se encuentran:
Eso sí: la autogestión no garantiza una buena decisión fiscal ni asegura el cumplimiento adecuado de las normativas vigentes. Muchos contribuyentes se enfrentan a errores por falta de conocimiento técnico o por no seguir las actualizaciones normativas. A medida que tu actividad crece o se vuelve más compleja, la intervención de un contador público matriculado deja de ser una opción para convertirse en una necesidad legal, fiscal y operativa.
Cuando la actividad se vuelve más compleja o el riesgo fiscal aumenta, la figura del contador matriculado deja de ser opcional. Ya no se trata solo de cumplir con trámites, sino de interpretar normativas, anticiparse a contingencias y evitar errores que pueden tener consecuencias legales o económicas. A continuación, compartimos algunas situaciones donde el asesoramiento profesional es clave:
Además, la Ley 10.620 que regula el ejercicio profesional de las ciencias económicas en la provincia de Buenos Aires, establece que ciertos actos están reservados exclusivamente a contadores públicos matriculados. Entre ellos, se encuentran la emisión de certificados contables, informes técnicos, dictámenes profesionales y la representación ante organismos públicos o entidades privadas. Esta exclusividad garantiza la idoneidad técnica y la responsabilidad ética en el ejercicio de la profesión.
Si bien la autogestión funciona en escenarios simples, muchas veces termina en errores que podrían haberse evitado con asesoramiento profesional. A continuación, compartimos algunos casos frecuentes:
Uno de los errores más frecuentes es olvidar la recategorización semestral obligatoria. Si ARCA detecta que los ingresos superan los límites de la categoría declarada, puede recategorizar de oficio al contribuyente. Esto suele implicar el pasaje a una categoría más alta con carácter retroactivo, lo que genera una deuda automática, intereses y posibles sanciones. Un simple seguimiento profesional permitiría evitar esta situación.
Es común que contribuyentes se inscriban como Responsables Inscriptos sin comprender todas las obligaciones que implica este régimen. Uno de los errores más habituales es no presentar las declaraciones juradas mensuales de IVA, incluso en períodos sin actividad. La falta de presentaciones genera acumulación de deuda, intereses y posibles sanciones. Además, en muchos casos, el régimen elegido no es el adecuado para la actividad desarrollada, lo que agrava aún más la situación.
Registrar empleados únicamente mediante el pago de sueldos, sin dar el alta en ARCA ni realizar los aportes y contribuciones correspondientes, es un error habitual. Ante una inspección, esta situación se considera como empleo no registrado, lo que puede derivar en multas, deuda previsional y la obligación de regularizar períodos anteriores. Además, la falta de cobertura de ART expone al empleador a mayores riesgos legales y económicos. La intervención de un profesional permite encuadrar correctamente la relación laboral desde el inicio.
Declaraciones patrimoniales mal confeccionadas
Muchos contribuyentes completan sus declaraciones de Ganancias o Bienes Personales utilizando modelos encontrados en internet o basándose en experiencias ajenas. Este enfoque suele llevar a errores comunes como omitir bienes, aplicar deducciones incorrectas o valuar activos de forma errónea. Cuando ARCA detecta inconsistencias, se generan requerimientos, ajustes y posibles sanciones. Cada situación fiscal es única, y por eso resulta clave contar con el asesoramiento técnico adecuado.
1. “Si soy monotributista, no necesito contador”
Este es uno de los mitos más extendidos. Si bien desde ARCA se promociona que tanto la inscripción al Monotributo como la facturación pueden hacerse sin asistencia, la realidad es que muchos contribuyentes desconocen obligaciones clave, tales como recategorizaciones, incompatibilidades, exclusiones automáticas y control de ingresos bancarios, entre otras. Un contador puede ayudarte a mantenerte dentro del régimen, optimizar tu categoría y evitar sanciones futuras.
2. “Solo necesito un contador si tengo una empresa grande”
Falso. Muchos profesionales independientes, freelancers o pequeños comerciantes creen que el contador es solo para sociedades o negocios ‘grandes’. En realidad, el asesoramiento es útil desde el inicio, para elegir el régimen correcto, prever impuestos y organizar tus finanzas para evitar errores que, en muchos casos, se descubren cuando ya es tarde.
3. “Hoy en día, todo está online; ya no hace falta un contador”
Si bien es verdad que casi todo se hace online, lo digital no reemplaza el conocimiento técnico. La web de ARCA es accesible, pero no te advierte si estás tomando una mala decisión fiscal o si una deducción que aplicaste está mal hecha. Un profesional no solo usa el sistema: interpreta, analiza y aplica la normativa según tu caso particular.
4. “Los contadores son caros, prefiero ahorrármelo”
En realidad, un contador no es un gasto: es una inversión. El costo de un error en una declaración jurada, una multa por omisión o una inspección mal atendida supera con creces el valor de un servicio profesional. Además, un buen asesoramiento puede ayudarte a pagar lo justo, evitar sobrecargos y ordenar tu situación financiera.
5. “Yo copio el modelo de un conocido y hago mi declaración igual”
Este error es más común de lo que parece. Reproducir la declaración de alguien más, sin considerar tu propia actividad, patrimonio o tipo de ingresos, puede derivar en omisiones, inconsistencias o llamados de ARCA. Lo que le sirve a otro, puede no encuadrar en tu situación particular.
La digitalización no elimina la necesidad de un contador: la redefine. Si bien hoy es posible realizar algunos trámites por cuenta propia, a medida que la actividad crece, también lo hacen los riesgos. En ese punto, consultar a un contador matriculado deja de ser un gasto para convertirse en una inversión inteligente.
Desde hace años, en Argentina se viene promoviendo una postura tendiente hacia la autodeterminación impositiva, especialmente entre pequeños contribuyentes. El Monotributo fue el primer paso en esa dirección, seguido por esquemas aún más simplificados como el Monotributo Unificado o el IVA Simple. A través de estos regímenes, el Estado busca facilitar e instalar la gestión tributaria sin intermediarios.
Sin embargo, detrás de esta narrativa el fisco se beneficia: los errores cometidos por los contribuyentes se traducen en ingresos adicionales a través de multas, recargos e intereses. Mientras la comunicación oficial insiste en el uso de sistemas de autogestión, lo cierto es que la complejidad normativa no desapareció: solo cambió de forma. Bajo la premisa de la autonomía y el ahorro, la autogestión sin conocimientos técnicos puede salir más cara que contratar un profesional desde el principio.
El contribuyente empoderado es bienvenido, pero más lo es el profesional formado y actualizado. Por eso, el verdadero equilibrio está en combinar la autonomía con el asesoramiento responsable. Esa articulación es la clave para una gestión impositiva eficiente, sostenible y segura. Ante cualquier duda, consultá siempre con un profesional matriculado: lo que está en juego no es solo un trámite, sino tu tranquilidad fiscal.