El Dr. Eduardo Cabañes es Contador Público y desde su adolescencia practica taekwondo, disciplina que lo llevó a competir en torneos internacionales. Radicado en Mar del Plata, combina entrenamientos de más de 12 horas semanales con su vida profesional y familiar. Padre de dos hijos y con una carrera consolidada en el área de Recursos Humanos, sostiene un sueño pendiente que, a sus 43 años, espera poder cumplir: representar a la Argentina en un mundial. En diálogo con RePro Digital, comparte cómo la perseverancia y el apoyo de su familia fueron claves para transformar al taekwondo en un verdadero estilo de vida.

El taekwondo en Argentina es un deporte en pleno crecimiento: si bien no existen registros oficiales, se estima que lo practican entre 400.000 y 600.000 personas en todo el país. Entre ellos se encuentra el Dr. Eduardo Cabañes, Contador Público (Tomo 173, Folio 235, CPCEPBA), quien lo define como un verdadero “estilo de vida”.

“Con mi hermana, de muy chicos hicimos todo tipo de deportes. Yo probé taekwondo a los 7 u 8 años, pero recién en el secundario lo retomé en serio”, recuerda el colega de la Delegación General Pueyrredon.

El Dr. Eduardo Cabañes resultó ganador del premio Lobo de Mar en la terna Artes Marciales en el año 2024.

Me encanta lo que es la competencia. He viajado a muchos lugares de todo el país a competir y participé de un proceso selectivo con chances hasta la última instancia de llegar al mundial, donde quedé como suplente”, comenta Eduardo, quien lejos de frustrarse, volverá a hacer el intento dentro de dos años para representar al país en una nueva cita mundialista. “Era una categoría competitiva, con lo cual eso da la esperanza de que el camino transitado ha sido bueno y que se puede seguir haciendo el intento para lograr el objetivo mayor: poder, el día de mañana, participar de un mundial”, agrega el profesional, con mentalidad ganadora.

Competir con los mejores del mundo implica muchísimas horas de entrenamiento. “Entreno entre 12 y 15 horas por semana. Teniendo familia y chicos pequeños, a veces se complica, se corren los horarios, pero como es una pasión o una forma de vida, uno se las rebusca para poder hacerla”. Al tratarse de un deporte amateur, los atletas no cobran por competir y deben poner dinero de su bolsillo para asistir a los eventos, sumado a que sus horas para entrenar, entre responsabilidades familiares y laborales, son acotadas.

Detrás del esfuerzo dentro del gimnasio hay una banca familiar que te empuja a seguir.

“El deporte es a pulmón. Las competencias más grandes están en Buenos Aires: tenemos que viajar el día anterior, nos perdemos todo el día, volvemos de madrugada. Hay que trabajar, llevar a los chicos al club. Detrás del esfuerzo dentro del gimnasio hay una banca familiar que te empuja a seguir”, se sincera Eduardo, movilizado por la pasión.

En relación a la edad activa para la práctica del deporte, el colega sostiene que el límite se lo pone uno mismo”. “Cada uno tiene que decidir cuándo dejar de hacerlo, naturalmente es algo biológico. En la parte técnica tengo compañeros que tienen casi 70 años y es un lujo poder entrenar con ellos”, asegura el contador, evidenciado que la experiencia perfecciona los movimientos.

Lleno de medallas, el Dr. Eduardo Cabañes se alzó con el título de campeón sudamericano.

La constancia vence a la prisa

La perseverancia es un valor que acompañó a Eduardo a lo largo de toda su vida. El profesional comenzó sus estudios en una universidad privada, hasta que se mudó a la capital de la Provincia para anotarse en la Universidad Nacional de La Plata. “Yo empiezo a cursar en Dolores. Como era una facultad privada y éramos pocas personas, no teníamos certeza de la continuidad de la carrera. Cuando mi hermana egresa, decidimos mudarnos los dos a La Plata: ella actualmente es abogada y yo contador. Fue un poco comenzar de cero, pero la experiencia de vida fue hermosa. Me terminé recibiendo de bastante grande, mi matrícula me delata un poco”, ríe Eduardo. “A mí siempre me dijeron que la facultad no es una carrera, es un trotecito, y que hay que hacerlo cada cual a su medida. Lo importante es, en algún momento, llegar”.

Con un hijo y una hija en la panza de más de 30 semanas, me pude recibir. Estudiando de noche, haciendo los malabares que nos toca hacer en la vida para seguir detrás de los sueños.

El cruce por la meta no podría haber sido mejor. “Con un hijo y una hija en la panza de más de 30 semanas, me pude recibir. Estudiando de noche, haciendo los malabares que nos toca hacer en la vida para seguir detrás de los sueños”, reconoce el profesional, quien a pesar de las idas y vueltas, logró el objetivo máximo: tener el título de Contador Público.

La carrera no fue fácil. Cuando Eduardo conoció a María Agustina Enzagaray, también colega y matriculada, decidió establecerse en la Costa Atlántica. “En 2010, me mudé a Mar del Plata. Me vine con 9 finales, algunos se vencieron”, recuerda el deportista, quien desde hace una década trabaja en el área de Recursos Humanos de una empresa.

Si bien el Dr. Cabañes nunca pensó en dedicarse exclusivamente a la disciplina, sí siente un “fuerte nivel de atracción”. “Por momentos la vida te lleva a que no puedas entrenar, por alguna cuestión familiar, dolencia o imposibilidad horaria. Pero lo que yo tengo claro es que voy a seguir entrenando, aunque por ahí no esté para competir. Tengo claro que lo voy a seguir haciendo hasta que me sienta en condiciones. El tiempo me dirá”, finaliza Eduardo, quien a sus 43 años refleja el compromiso y la pasión con la que muchos profesionales viven el deporte.


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