El Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) nació en 2008, tras la eliminación de las AFJP, como una reserva administrada por ANSES para proteger los recursos previsionales. Si bien no paga directamente las jubilaciones, actúa como respaldo en momentos críticos y busca generar rendimientos a través de inversiones reguladas. En la actualidad, enfrenta desafíos estructurales como la inflación, la informalidad laboral y el envejecimiento poblacional, que ponen a prueba su capacidad de sostener el sistema en el tiempo. En esta nota, repasamos cómo se financia, en qué invierte y qué rol cumple en el futuro de las jubilaciones.

El futuro de las jubilaciones siempre ocupa un lugar central en la agenda económica argentina. Detrás de cada haber mensual que perciben millones de personas hay un entramado complejo de recursos y normas que busca sostener la continuidad del sistema previsional. Ese esquema cuenta con un actor central: el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS).

Para entender su creación, hay que retroceder a los años noventa. En 1994, durante la presidencia de Carlos Menem, se instauró el régimen de capitalización individual manejado por las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). Aquí, cada trabajador tenía una cuenta personal en una AFJP privada, donde se acumulaban sus aportes y se invertían en el mercado financiero. Con el tiempo, este sistema comenzó a mostrar graves falencias: las comisiones que cobraban las administradoras eran elevadas, gran parte de los fondos terminaba invertido en títulos públicos —es decir, prestados al propio Estado—, y las jubilaciones futuras se volvían inciertas.

En 2008, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner impulsó la eliminación de las AFJP y el traspaso de sus fondos al Estado. Así nació formalmente el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, bajo la órbita de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). ¿Cuál era su objetivo? Constituir una reserva que funcione como respaldo en momentos de tensión y dé mayor previsibilidad al pago de las jubilaciones. Desde entonces, el Fondo tiene la misión de preservar esos recursos, invertirlos de manera diversificada y generar rentabilidad que contribuya a la sustentabilidad de la seguridad social a largo plazo.

El Fondo de Garantía de Sustentabilidad nació como un respaldo para garantizar el pago de las jubilaciones en tiempos de crisis.

¿Bajo qué reglas se invierte?

El financiamiento del FGS no proviene de los aportes que realizan los trabajadores en actividad ni de los impuestos que sostienen a la ANSES. Su capital inicial estuvo dado por los activos que pertenecían a las AFJP al momento de su eliminación: acciones de empresas, bonos del Estado, plazos fijos y otros instrumentos financieros. A partir de allí, el Fondo se nutre principalmente de los rendimientos de esas inversiones (intereses, dividendos) y de algunas transferencias puntuales dispuestas por ley, como las utilidades del Banco Nación en determinados períodos. De esta manera, el FGS funciona como un patrimonio independiente que busca crecer y preservarse en el tiempo para servir de respaldo al sistema previsional.

Su capital inicial estuvo dado por los activos que pertenecían a las AFJP al momento de su eliminación: acciones de empresas, bonos del Estado, plazos fijos y otros instrumentos financieros.

Dichas inversiones no son arbitrarias, sino que están sujetas a un marco legal. En su Carta Orgánica se establecen los principios que deben regir su gestión, que ponen límites a los activos en los que el Fondo puede invertir: hasta un 50% en títulos públicos nacionales, 30% en acciones de empresas argentinas, 20% en proyectos productivos (vivienda, energía, infraestructura), 15 % en fondos comunes de inversión, y menos del 10 % en instrumentos del exterior, entre otros.

Las urgencias del momento pueden desdecir en la práctica lo pactado en la teoría. Por caso, al cierre de 2024, cerca del 74% del patrimonio del FGS estaba invertida en deuda pública, por encima del límite formal de 50%. Esto muestra que, más allá de los marcos regulatorios, la liquidez requerida para sostener políticas públicas ha hecho que la composición del Fondo se adapte a la coyuntura.

 

Los desafíos de la sustentabilidad

En esencia, el FGS es un respaldo. Las jubilaciones se abonan principalmente con los ingresos corrientes de ANSES, pero en situaciones de crisis —ya sea por caídas en la recaudación o aumentos del gasto previsional— el Fondo puede actuar como un colchón. Sin embargo, su sustentabilidad no está exenta de desafíos: el envejecimiento poblacional, la alta informalidad laboral, la necesidad de que las inversiones generen rentabilidad real por encima de la inflación y los debates en torno a su utilización marcan la agenda de los próximos años.

Algunos datos pueden dar cuenta de esas luces de alerta: según estimaciones de la División de Población de las Naciones Unidas, difundidas por el Banco Mundial, la tasa de fecundidad en Argentina pasó de cerca de 2,9 hijos por mujer en 1990 a apenas 1,3 en 2023. Este cambio anticipa una pirámide poblacional invertida: menos nacimientos, menos personas aportando y más jubilados que sostener.

En noviembre de 2024, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad administraba activos por unos 65 mil millones de dólares.

A su vez, la informalidad laboral también puede poner en jaque el FGS, ya que este problema estructural compromete la base de aportantes al sistema previsional. Según datos del INDEC, en el primer trimestre de 2025 el 42% de los trabajadores no estaba registrado, una situación especialmente crítica entre los jóvenes: casi 6 de cada 10 personas menores de 29 años tenían empleos no registrados.

Otro factor que tiene incidencia en la sostenibilidad del Fondo es la inflación. Desde su creación en 2008 hasta la actualidad, la economía argentina atravesó distintos ciclos, pero en ninguno de ellos logró sostener períodos prolongados de estabilidad en los precios, dificultando que el FGS cumpla con su función de preservar el poder adquisitivo en el largo plazo. A valores nominales, el FGS cerró 2024 con un activo total de $76.9 billones, lo que representó un incremento del 90% respecto de 2023, monto que se encuentra bastante por debajo de la inflación de ese año, que fue del 211%.

Las jubilaciones se abonan principalmente con los ingresos corrientes de ANSES, pero en situaciones de crisis —ya sea por caídas en la recaudación o aumentos del gasto previsional— el Fondo puede actuar como un colchón.

Más allá de estas dificultades, el FGS sigue siendo una de las herramientas más relevantes que tiene el sistema previsional argentino. Su sola existencia constituye una diferencia respecto de otros países de la región, donde no se cuenta con un fondo anticíclico que actúe como resguardo en situaciones críticas. La discusión no pasa tanto por su utilidad —que está fuera de discusión— sino por cómo lograr que cumpla de manera efectiva su rol de respaldo en un contexto de inestabilidad macroeconómica.

 

El futuro del FGS y la seguridad social

El Fondo de Garantía de Sustentabilidad nació para dar previsibilidad en un sistema que históricamente enfrentó tensiones entre ingresos y egresos. Hoy, a más de quince años de su creación, se mantiene como un patrimonio estratégico, aunque expuesto a los vaivenes de la economía y a las urgencias de la política. El desafío de los próximos años será encontrar un equilibrio que permita al FGS preservar su valor real y, al mismo tiempo, sostener la confianza en la seguridad social.

Entender su funcionamiento es también comprender los desafíos estructurales que atraviesa la Argentina: la tensión entre los problemas inmediatos y la proyección a largo plazo; la necesidad de destinar recursos a las jubilaciones en un clima de urgencia fiscal; y el delicado balance entre concebir la seguridad social como un derecho y garantizar su sustentabilidad como condición.


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