Las Dras. Patricia Salamoni y Gabriela Solé son matriculadas del Consejo Profesional desde el 21 de abril de 1992. Sí, ambas se matricularon el mismo día y se acompañan desde ese momento en la tarea profesional. Cada una con su estilo, nos contaron qué las llevó a estudiar Ciencias Económicas y en qué momento se les presentó la oportunidad de ser Payamédicas. "Me siento cómoda haciendo lo que hago. Si no es en Payamédico siempre la vida me va a encontrar haciendo algo por alguien porque me encanta", cuenta la Dra. Patricia Salamoni. "La virtud de esta tarea es que se cambia el estado de ánimo de un enfermo; aunque sea por un momento lo apartamos de ese estado en el que está, sintiendo dolor", asegura la Dra. Gabriela Solé.

ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 16 de marzo
Edición N. 102 - Marzo / Abril 2018

LOS DISTINTOS

REPRO DIGITAL EN MARZO
HOMENAJE A LAS MUJERES

Primer acto

En un estudio contable de la ciudad de Bahía Blanca, dos profesionales de las Ciencias Económicas están avocadas a sus obligaciones diarias. El lugar tiene dos grandes escritorios, cada uno con una computadora, retratos con fotos familiares, y pilas de papeles. Sobre la pared del fondo hay un enorme mueble con carpetas cargadas de formularios; cada una corresponde a una letra del abecedario y las profesionales acuden a ellas cada vez que necesitan obtener algún dato de un cliente. Una ventana lateral deja entrar el sol de la mañana en la ciudad costera, mientras que el teléfono sobre uno de los escritorios no deja de sonar en toda la mañana. En la habitación hay aroma a café recién preparado y una radio ambienta la jornada con una música que apenas se escucha, pero hace más apacible la jornada de trabajo.

Las Dras. Patricia Salamoni y Gabriela Solé son matriculadas del Consejo Profesional desde el 21 de abril de 1992. Sí, ambas se matricularon el mismo día y se acompañan desde ese momento en la tarea profesional. Cada una con su estilo, nos contaron qué las llevó a estudiar Ciencias Económicas y en qué momento se les presentó la oportunidad de ser Payamédicas.

El prestigio de la Universidad Nacional del Sur fue uno de los puntos que más influyeron en la Dra. Salamoni para inclinarse por las Ciencias Económicas, además de haber estudiado en la Escuela de Comercio de la ciudad. “Mientras hacía la carrera trabajé en áreas administrativas y luego incursioné en un estudio. Hoy, después de 27 años, sigo acá”, detalla en la entrevista.

En el caso de la Dra. Solé, el comienzo fue similar ya que también cursó sus estudios secundarios en un colegio comercial “al que también fueron mi padre y mis hermanas”, relata. “Eso me marcó el camino. Intenté con otras carreras, incluso hice el curso de ingreso en Bioquímica, pero luego seguí para Contador. Disfruté mucho de materias como Lógica o Estadística. Luego mis hermanas más chicas también se convirtieron en profesionales”, recuerda en medio de la charla. Al igual que su colega, los estudios los atravesó trabajando “siempre en estudio contable, en liquidación de impuestos, ingresos brutos y ganancias. Lo mejor que tiene este trabajo es auditar”.

"Me siento cómoda haciendo lo que hago. Si no es en Payamédico siempre la vida me va a encontrar haciendo algo por alguien porque me encanta". Dra. Patricia Salamoni.
"La virtud de esta tarea es que se cambia el estado de ánimo de un enfermo; aunque sea por un momento lo apartamos de ese estado en el que está, sintiendo dolor". Dra. Gabriela Solé.

 

Segundo acto

Las dos profesionales que hasta recién trabajaban en su estudio contable entre formularios, informes y números, llegan hasta el Hospital Municipal de Bahía Blanca. Cada una lleva un bolso e ingresan rápidamente a uno de los baños del lugar. Minutos después salen, pero ya no son las Dras. Gabriela Solé y Patricia Salamoni, sino que a quienes vemos en escena ahora es a las Dras. Coral Decubito Dorsal y Rutilia RH Positiva. Las payamédicas comienzan a recorrer los pasillos del lugar saludando a todo el que pase. Al llegar a la puerta de una habitación, desde el interior les dan la bienvenida y comienzan un juego que involucra a pacientes, familiares y médicos. La magia de las payamédicas está por comenzar.

 

Tal como se describe en su sitio web, en Argentina, Payamédicos Asociación Civil es una ONG sin fines de lucro fundada en el año 2002 por el Dr. José Pellucchi. Su misión es contribuir a la salud emocional del paciente realizando intervenciones escénico-terapéuticas con un abordaje a través de la técnica del payaso teatral adaptándola al ámbito hospitalario con una ética, estética y deontología propia. En Bahía Blanca están cumpliendo diez años ininterrumpidos de esta iniciativa y dos exponentes de la línea fundadora son, precisamente, las protagonistas de esta nota.

La Dra. Patricia Salamone relata cómo surgió la posibilidad de llevar payamédicos a Bahía Blanca: “Una íntima amiga, y compañera de teatro, fue a Buenos Aires a interiorizarse un poco del tema. Hicimos un grupo de gente, arrancamos y trajimos a los responsables de la ONG y formaron a 26 personas. De ese grupo quedamos cuatro que somos las que tenemos vigencia y nos acaban de reconocer con una medalla por la permanencia y la constancia. Entre esas somos dos Contadoras; una Bioquímica, que se llama Cristina Severini y una Maestra Jardinera, Patricia Verdugo”.

Aunque hoy forme parte de su vida cotidiana, la Dra. Solé reconoce que “no tenía relación con la parte artística, ni siquiera toco instrumentos. Incluso empecé el curso creyendo que no iba a saber cómo hacerlo, pero las técnicas las aprendés y si tenés ganas podés cualquier cosa”. Aunque aclara que las palabras no pueden describir ciertos sentimientos, se anima a contar que “el día que voy al Hospital es el día que más disfruto, como si volviera a ser chica. Me divierto; con solo ponerme la ropa y que te miren con cara de sorprendidos, ya es un disfrute. 

Recibimos mil veces más de lo que damos, el feedback se potencia; a todos nos pasa lo mismo. Llegamos al Hospital, hacemos las intervenciones y salimos cansadísimos pero con un cansancio distinto, que te satisface. Es salir y decir ´estoy agotada pero volvería a entrar y hacer lo mismo´. La verdad, es indescriptible”.

La tarea de los payamédicos no es tan conocida como su presencia. La figura va ganando adeptos y cada vez son más las personas que se suman a esta tarea que si bien no es remunerada, mantiene un estricto profesionalismo y estudio constante de las tareas que se realizan. “Nosotros no curamos a nadie, lo tenemos claro. Pero sí sanamos un poco. Tratamos de desdramatizar el ambiente hospitalario, lo “payasizamos”. Lo transformamos en un poco de sonrisa y bienestar. Aportamos un granito para que mientras estemos, el paciente pueda transformar ese dolor en algo distinto, y que sea algo beneficioso para él. A veces solo vamos y ponemos la oreja, la gente te quiere hablar y lo respetamos”, aclara la Dra. Salamoni.

Las profesionales contables describieron en la entrevista que no siempre el camino fue llano, y que cuesta ganarse un lugar en un ambiente que no está acostumbrado al buen humor, los juegos, la magia o simplemente a un payaso caminando por los pasillos. “Tenemos la suerte de trabajar en un Hospital que tiene una calidez humana espectacular”, dice la Dra. Sole. “Además del servicio que brindan a los pacientes y el trato con nosotros, es muy buena la predisposición que hay. Cuando nos conocieron, no tuvimos problemas, tanto médicos como enfermeros. Con los familiares de los pacientes hay algún resquemor, se resisten un poco. Pero cuando ven lo que hacemos, son los primeros en abrir la puerta. O nos buscan por los pasillos. Lo desconocido te lleva a la incertidumbre, pero luego la experiencia es positiva”.

“No somos un payaso de circo, o callejero. Tenemos una formación tanto ética como poética, que hace que podamos actuar formados en un ámbito hospitalario que no puede ir cualquier persona y con cualquier actitud. No vamos con bombos y platillos, no vamos a los gritos. No podemos hacer lo mismo que en un circo, o un teatro”, cuenta la Dra. Salamoni.

Tercer Acto

La tarea de las payamédicas termina por hoy y de a poco se vuelven a incorporar a la rutina del trabajo profesional. Pero la escena tiene una mística que se aprecia en ellas y en el ambiente. El semblante que llevan ahora, que están retornando a sus casas, es de pura satisfacción. Transitan por calles atestadas de tráfico, veredas llenas de gente que hablan por celular y se chocan entre sí, pero ellas, ajenas a todo, van como flotando en el aire. Van con el bolso al hombro que, además de sus ropas, pelucas y juegos, esta colmado de agradecimiento y amor: la paga más esperada de un payamédico.

 

Aun con la dificultad que plantea coincidir cada día en un ambiente donde la muerte llega sin avisar y sorprende al pasar por una habitación y ver la cama vacía de un paciente que hasta ayer estaba disfrutando la presencia de las payamédicas, las colegas insisten en reforzar una idea: a pesar de que la tarea del payamédico es ayudar emocionalmente al paciente y su familia, son ellos los que al fin de la jornada se llevan más amor, más cariño y una mejor valoración de la vida.

“Si no es en Payamédico siempre la vida me va a encontrar haciendo algo por alguien porque me encanta. Durante mucho tiempo fuimos formadoras por la experiencia que teníamos. Por eso me gustaría que esto siga; en algún momento voy a dejar, pero quiero que continúe esta actividad. Sabemos que en el fondo hace bien, es un placer, la gente así lo reconoce. La risa es una herramienta que sana, que transforma y que contagia. Es la mejor medicina”, define la Dra. Patricia Salamoni.

“Mientras tenga salud y esté en condiciones, voy a seguir”, acompaña la Dra. Gabriela Sole, al mismo tiempo que declara que “la virtud de esta tarea es que se cambia el estado de ánimo de un enfermo; aunque sea por un momento lo apartamos de ese estado en el que está, sintiendo dolor. Cuando nos vamos empiezan a sentir dolor de nuevo, no porque no lo tengan, sino porque los distraemos, le sacamos la tensión que tienen. Una persona internada está constantemente pensando en el problema que tiene, y vas y la sacás del ámbito en el que está y se olvida por un ratito”.

“Al final del día lo que hacemos es cerrar un balance sin ajustes, donde el resultado siempre es un beneficio, tanto para el deudor como el acreedor, que en este caso sería paciente-payamédico. Esto es un negocio perfecto y redondo, como una nariz naranja”, sintetiza con alma de poeta, la Dra. Salamoni.


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