Alejarse de la ciudad buscando mejor calidad de vida, planificar una familia en un entorno seguro y tranquilo o aprovechar una inmejorable oferta laboral; cualquiera puede ser la razón para contar la historia de estos tres colegas que, matriculados en el Consejo Profesional de la provincia de Buenos Aires, viven fuera del territorio bonaerense.

Son casi cien los que cumplen con esta característica. El viaje comenzó en Concepción, Entre Ríos, visitando a la Dra. Lucía Acerbi; luego llegamos a Uspallata, Mendoza, a la finca del Dr. Daniel Fernández para terminar conversando en el estudio del Dr. Gabriel Careaga con vista a la bahía de Ushuaia, Tierra del fuego.

Cada día el Dr. Careaga observa, desde su oficina, la bahía de Ushuaia.
El ritmo con el que se vive es otra de las cosas que me hicieron decidir venirme

3.100 km

En 1993 el Dr. Gabriel Careaga decidió dejar el ritmo de vida acelerado y las largas distancias que debía recorrer todos los días en Capital Federal para radicarse en Ushuaia, tres mil kilómetros al sur. Lo hizo con la convicción de que vivir en el interior sería lo mejor para él. “Veía con buen agrado que en el interior las distancias eran más cortas y se vivía mucho más cómodo”, afirma el colega.

Como su padre alcanzó la jubilación (también era Contador), se matriculó en el Consejo para continuar con sus obligaciones laborales aunque la mayor actividad la centraliza en el sur. “Viajo dos o tres veces por año ya que tengo familia y amigos en Buenos Aires. Cuando lo hago junto esa visita con tareas laborales”, comenta el colega.

El Dr. Careaga es el Presidente del Consejo Profesional de Tierra del Fuego por la Cámara de Ushuaia desde el primero de julio del año pasado, luego de haber ocupado distintos cargos en la institución colega. “En Ushuaia tengo mi estudio desde hace varios años”, detalla mientras que continúa: “vivo con mi mujer y tengo dos hijas, una de 22 años -Licenciada en Gastronomía- y otra de 18, que pronto comenzará la carrera de Kinesiología y Fisiatría”.

Sobre cómo es la vida en este especial destino argentino, comenta que “las distancias son cortas. De mi casa a la oficina puedo ir caminando o en auto, pero voy cómodo. No son más de diez minutos. Es una ciudad más tranquila, no tiene problemas de inseguridad como en Capital. El ritmo con el que se vive es otra de las cosas que me hicieron decidir venirme”.

La Dra. Acerbi detuvo por un momento sus obligaciones laborales para dialogar con RePro Digital.
Seguiría estudiando Administración para enriquecer el titulo y tener una mejor perspectiva de la profesión

350 km

La ciudad de La Plata la vio nacer y graduarse de la Universidad Nacional a mediados de 2013. Dos años y medio después, también la vio subir a la Autopista con destino a la provincia de Entre Ríos donde empezaría una nueva vida, en tierras natales de su novio.

“Decidimos proyectar un futuro con una vida más tranquila pensando en formar una familia, y nos vinimos a Concepción”, relata la Dra. Lucía Acerbi en medio de una jornada laboral. Una vez matriculada, además de seguir acompañando a algunos clientes que conservaba, pensó en aprovechar las bondades de la capacitación a distancia que brinda la institución: “Una de las formas para mantenerse bien actualizada es tener clientes, ya que te obliga a estar al tanto de los cambios que se van dando. Los horarios a veces juegan en contra, pero siempre estoy atenta a los cursos a distancia e incluso los presenciales”.

Los últimos años de secundaria en el Liceo Víctor Mercante (uno de los cuatro colegios secundarios dependientes de la UNLP) fueron determinantes para la elección de la profesión: “En realidad siempre quise ser Contadora, nunca pensé en Administración ni Economía. Pero de todas las carreras había algo que me gustaba. Seguiría estudiando Administración para enriquecer el titulo y tener una mejor perspectiva de la profesión”.

Como la distancia no es excusa, cada vez que puede recorre los 350 kilómetros que la separan del resto de su familia y amigos. Incluso se da una vuelta por su anterior trabajo donde aún guarda afectos. “Es un lugar donde aprendí mucho”, reconoce agradecida la colega quien de a poco comienza a forjarse un nombre entre los profesionales de la provincia vecina.

El Dr. Fernández junto a su familia en la casa que habitan en Uspallata, Mendoza.
Uspallata es una localidad muy tranquila, los chicos dejan la bicicleta en la vereda y no tenemos rejas. Es una situación de privilegio

1.200 km

Entre las bóvedas de barro construidas en el siglo XVII para el tratamiento del oro y la plata y el bosque petrificado del parque paleontológico Araucarias de Darwin, se fue a vivir el Dr. Daniel Fernández, con una larga historia en la costa atlántica, pero nacido en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a más de mil kilómetros de su residencia actual.

En el 2000, durante la crisis, residíamos en Mar de ajó. Ahí tenía el estudio desde hacía 22 años y vivía con mi esposa y 4 hijos. Estaban terminando la secundaria y se presentaba la posibilidad de que ellos se iban a estudiar y la familia se separaba. Eso, sumado a la situación económica, hizo que decidamos adelantar un plan que teníamos para cuando seamos mayores: ir a vivir a una finca en el campo en Uspallata, a 120 kilómetros de Mendoza”. En 82 palabras el colega resumió una de las decisiones más importantes que debió tomar pero que lo llevó a mejorar su calidad de vida, tal como él así lo manifiesta: “Aquí encontramos el placer de vivir en el campo que siempre fue un anhelo nuestro. Uspallata es una localidad muy tranquila, los chicos dejan la bicicleta en la vereda y no tenemos rejas. Es una situación de privilegio”.
Matrimonio de colegas y productores de papa orgánica, el apego a las Ciencias Económicas los atraviesa en todo sentido. “Soy Perito Judicial, y junto con algunas pericias, me quedaron en Mar de Ajó algunas inversiones. Además me jubilé hace poco de docente. Así que la idea siempre fue seguir vinculado al Consejo”.

Sus hijos, con familia en Mendoza, los hicieron abuelos y el Dr. Fernández reconoce que “bajamos a Mendoza a verlos cada vez que podemos”, mientras el estudio que tienen desde hace 17 años se los permita. 

Mendoza me resultó una bendición. La gente me tomó muy bien”, asegura cuando se lo consulta por la adaptación a un lugar muy diferente a lo que estaba acostumbrado. “El tema de estar en la escuela te abre muchas puertas. Es una comunidad que aprecio, me siento muy cómodo. Hacemos una vida de pueblo”. Pero como buen contador, tiene las cuentas claras y no se olvida de sus inicios: “Cuando nos agarra la nostalgia viajamos, visitamos a la familia”.


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