Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
En 2018, por primera vez en 25 años -desde la puesta en marcha de la convertibilidad-, el Banco Central (BCRA) sacó un billete de circulación: el de dos pesos. Pero no es la única razón por la cual los billetes pueden ser destruidos.
Nuestro país tiene una rica historia en materia de cambio de moneda nacional, hecho que obligó a las entidades financieras en reiteradas oportunidades a remitir al Banco Central todos los billetes en desuso. También los pesos que circulan desde 1992 se renuevan constantemente (a gran velocidad en los últimos años) dando más trabajo a las máquinas trituradoras de Casa de Moneda.
El billete de dos, que salió al mercado por primera vez en 1992, con la convertibilidad y de la mano de Roque Fernández como presidente del BCRA, se transformó en la práctica en el billete de menor denominación. En 2018 fue canjeado por monedas.
Los expertos aseguran que el billete de menor circulación es el de un peso -con la imagen de Carlos Pellegrini- que nunca fue rescatado y se estima que quedan en la calle apenas 700.000 unidades -frente a los 415 millones de ejemplares de dos pesos existentes al momento de su rescate-. Lo más probable es que la mayoría de ellas hayan quedado fuera del circuito por deterioro o en poder de algún coleccionista.
Por otro lado, se prevé para 2025 normalizar la situación de los billetes en mal estado, renovar y alcanzar un stock acorde con los estándares internacionales.
Para ello en 2017 en Casa de Moneda instalaron una máquina que puede destruir 600.000 billetes por hora. En un turno diario de 7 horas se inutilizan 4,2 millones de billetes por día. Es un salto productivo importante ya que hasta ese momento la máquina que operaba en Casa de Moneda destruía no más de 80.000 billetes por hora.
Hasta la llegada de la máquina adquirida en Alemania, los bancos tenían los billetes deteriorados guardados en sus tesoros porque el Banco Central no los recepcionaba. Luego para trasladarlos al Central, los bancos los agujerean groseramente para inutilizarlos como parte de un protocolo de seguridad por si acaso el transporte de caudales sufre un robo en el trayecto.
Los billetes que llegan al Banco Central son contados manualmente ya que debido a su estado no se puede confiar en la máquina contadora. Los que más se destruyen son los de cien pesos que llegaron a representar el 93% de los billetes en circulación.
Luego de convertirse en papel picado reciben el trato de residuo especial por el alto poder contaminante de las tintas que se utilizan en su fabricación.
Si llegan a sus manos billetes deteriorados recuerde que puede canjearlos por otros en buen estado en una ventanilla habilitada en la sede del Banco Central, o bien en una sucursal del Nación o en la de otras entidades financieras. El cambio por billetes utilizables, de no mediar dudas, se hace en forma inmediata.
1. Para canjearlos hay que llevar al menos el 60% de la superficie del billete.
2. Un billete con sus imágenes borroneadas puede circular sin inconveniente.
3. Los papeles con leyendas escritas o selladas siguen siendo válidos.