ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 15 de febrero
Edición N. 107 - Enero / Febrero 2019

EDITORIAL

Del escritorio del Presidente

Hugo R. Giménez Hugo R. Giménez Presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires

Los argentinos hemos tenido la difícil tarea de convivir en forma casi permanente con la inestabilidad de precios, y sus consecuencias.

El constante deterioro de la moneda ha generado ganadores y perdedores. Los que han podido posicionarse en bienes cuyo valor se mantuvieron de acuerdo, o tambien superando, a la variación del nivel general de precios, consiguieron defenderse de sus consecuencias. Aquellos que tuvieron a su alcance los mecanismos para protegerse del deterioro del valor de la moneda, han logrado que tal situación les represente un menor perjuicio.

Pero inevitablemente muchos compatriotas han visto como, día a día, se limaba el poder de compra de sus ingresos, con efectos acumulados de tremendas consecuencias.

Y asi nos convertimos en integrantes del podio de los países con mayor nivel de inflación en el mundo. Un triste récord.

Y tal situación ha puesto a nuestra profesión en la necesidad del dictado de normas que permitan neutralizar los efectos de la variación de precios en la información contable.

Primero la Remedición de activos con la que se pretendió reconocer el efecto acumulado de la inflación en aquellos rubros que se mantenían a valor de costo.

Más recientemente la reimplantación del ajuste por inflación, tan común hasta la década del 90, con un retorno transitorio a principios de los 2000, es nuevamente la forma de corregir su impacto en los estados contables de las compañías a partir de la derogación de las normas que impedían a los organismos de contralor la recepción de estados contables reexpresados.

Con el dictado de estas normas se ha tratado de no potenciar dificultades a la ya compleja actividad de los profesionales, en el objetivo de generar información de utilidad para nuestros comitentes, y que los datos contables de una vez por todas “reflejen razonablemente” la situación patrimonial de las diferentes unidades económicas.

Pero los efectos de la inflación no solamente deben ser reconocidos en los estados contables. En materia impositiva, la falta de reconocimiento de la variación en el nivel general de precios en la determinación de las bases imponibles, tiene como consecuencia que los tributos terminan gravando resultados nominales, altamente influenciados por la volatilidad de los precios, y generan un indiscutido crecimiento de las tasas reales de imposición, produciendo daños irreversibles a la salud de las unidades económicas

Pareciera que no es una buena solución permitir tales ajustes sólo cuando el comportamiento de los índices supere determinado nivel, que muchas veces puede parecer “caprichoso” y fijado de forma tal que se continúe con las inequidades mencionadas.

Desde esta humilde columna bregamos por el sinceramiento de las variables también en materia tributaria, para evitar que las altas tasas nominales de tributación terminen tornándose en tasas reales confiscatorias, que se constituyan en una variable más de las que pone en riesgo la vida de las empresas priorizando el objetivo de la mayor recaudación.

Hasta la próxima

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