Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Son muchos los colegas que, en distintas ciudades de la Provincia, registraron su matrícula en el Consejo Profesional hace 50 años. RePro Digital contactó con alguno de ellos para una entrevista que nos guíe por su línea de tiempo. En Bolívar nació el Dr. Alberto Félix Rivas, quien estudió en la Universidad Nacional de La Plata y regresó a su pago para ejercer la profesión. El Dr. Luis José Croci, oriundo de Liniers, optó por las Ciencias Económicas por influencia de su padre quien había comenzado la carrera de Perito Mercantil. El Dr. Julio Alberto Margot eligió la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata y como su hermano mayor ya vivía en La Plata y sus padres estaban jubilados, las calles de Tolosa fueron el destino para comenzar una nueva vida familiar.
Son muchos los colegas que, en distintas ciudades de la Provincia, registraron su matrícula en el Consejo Profesional hace 50 años. RePro Digital contactó con alguno de ellos para una entrevista que nos guíe por su línea de tiempo: la elección de las Ciencias Económicas, el paso por la vida universitaria, áreas de trabajo dentro de la profesión y un resumen final tras tanto tiempo en carrera.
En Bolívar nació el Dr. Alberto Félix Rivas, quien estudió en la Universidad Nacional de La Plata y regresó a su pago para ejercer la profesión. La carrera la transitó con un grupo de amigos, compañeros de la secundaria, con los que llegó hasta la capital provincial para vivir y convivir la mítica edad universitaria. “Éramos bachilleres, por lo que tuvimos que prepararnos para rendir las famosas equivalencias: matemática financiera y economía. Eso nos permitió conocer un poco más sobre las tareas diarias de un contador y nos empezó a gustar”.
Junto a los colegas Guillermo Bichandu, Manuel Boracchia e Isabel Peralta, todos egresados del Colegio Nacional de Bolívar, comenzaron a caminar las calles platenses y amigarse con las diagonales de una ciudad que los esperaba para despedirlos profesionales de las Ciencias Económicas. “Vivimos en una pensión y luego en un departamento. Pertenezco a una familia clase media-baja y mis padres trabajaban. Menos mal que en aquel entonces estaba el comedor universitario que nos permitió establecernos en una vida nueva. Fue una experiencia formadora en lo humano y lo profesional”, recuerda con la nostalgia del tiempo pasado.
“Siempre me gustó la economía, incluso concurría al Instituto Pedro Popescu donde tuve contactos con gente que se desarrolló de forma muy importante en la profesión”, dice el colega quien volvió a Bolívar donde formó su familia y comenzó la etapa de Contador Público. “Fue importante la posibilidad de introducirme rápidamente en las empresas de la ciudad. En ese momento, y como en todo, hay que tener suerte. Y yo la tuve. Empecé a estar de auditor externo de empresas importantes que se estaban empezando a desarrollar como Granja Modelo Bolívar que vendía un millón de pollitos bebes mensuales y que me permitió desarrollar una tarea que a mí me gustaba”.
El colega desarrolló tareas en la actividad pública cuando fue Contador Municipal durante varios años, luego Secretario de Hacienda y dos veces Concejal. “Siempre me gustó ese aspecto, y pude desarrollarlo mejor en mi condición de Contador. El gobierno es sinónimo de administración sobre todo a nivel municipal. Toda esta actividad me dejó mucha gente amiga y mucho conocimiento. Es una actividad compleja, pero a 50 años nadie pude señalar alguna situación equivoca en mi trayectoria, eso es muy importante”, subraya como corolario de una vida ligada a las ciencias económicas.
El Dr. Luis José Croci, que nació en Liniers, estudió Ciencias Económicas por influencia de su padre quien había comenzado la carrera de Perito Mercantil. Eso, sumado a la cercanía que existía entre su casa y la Escuela Nacional de Comercio de Ramos Mejía, inclinaron la balanza para el lado de los números.
“Empecé a estudiar en la Universidad de Buenos Aires y me recibí en 1968. Trabajé como auditor en el Banco de la Ciudad hasta diciembre de 1973 cuando arranqué la tarea independiente”, dicta con detalle el colega al mismo tiempo que puntualiza en los efervescentes años ´70 en la capital nacional: “Trabajé en el Banco Nación en Casa Central frente a Plaza de Mayo y con el Subte C estaba en 10 minutos en la Facultad. Cursaba de mañana o sino cuando salía del Banco en los cursos nocturnos. Recuerdo que la Facultad fue una época muy conflictiva, había muchas intervenciones. La Facultad era tomaban una vez por mes, había que salir por la ventana, nos corría la policía. A veces lográbamos entrar en algún subte y volver a casa o subir a un colectivo hasta Once y de ahí a Liniers”.
Ya instalado en su estudio las pequeñas y medianas empresas fueron su motor de arranque en la profesión independiente. “Abarcaba todos los aspectos, desde lo contable, impositivo y laboral. Varios clientes son amigos ahora y tenemos una relación muy estrecha que excede lo que es la relación puramente laboral. En estos momentos tengo cuatro clientes que son grandes amigos. Es lo más positivo de toda profesión”.
Con cinco décadas en la matrícula bonaerense y en la Capital Federal, recupera dos conceptos que no quiere pasar por alto. Por un lado, el aspecto familiar: “Tengo tres nietos y dos hijas. Con mi esposa cumplimos 50 años de casados, ella también es contadora. Se jubiló hace 10 y hoy se dedica a ser abuela”, dice con humor. “Nos conocimos en el secundario y estudiamos en la misma Facultad pero en distintos horarios. Ella empezó a trabajar en lo que ese tiempo era la DGI y tuvo posibilidad de avanzar de inspectora. Mis hijas una es Psicopedagoga y la otra Redactora Publicitaria”.
Y por el otro, el avance de la profesión. En ese sentido recuerda que “cuando arranque a trabajar lo hacíamos con las Olivetti eléctricas que sumaban y restaban. Ahora es todo computarizado y el avance en cuento a las herramientas fue feroz. Yo pienso que si en este momento empezara la carrera con los materiales que hay ahora sería fantástico, pero por suerte pude ir evolucionando mientras evolucionaban las herramientas. Pasamos de una maquina de sumar eléctrica, a una semi computarizada, a una automática y pasar a sistemas totalmente computarizados”, detalla a modo de crónica improvisaba de lo que fue su vida profesional en relación al avance de las tareas diarias.
Para finalizar, comparte una enseñanza a futuras generaciones de colegas: “El contador actual tiene que apuntar a otras cosas, no solamente asesorar en materia impositiva, laboral o contable. Ahora hay un mundo relacionado con lo internacional que abre un sinfín de oportunidades”.
La capital provincial sedujo a toda la familia Margot y decidieron instalarse en Tolosa cuando su segundo hijo egresó de la escuela secundaria en el Bragado natal. El Dr. Julio Alberto Margot estudió en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata y como su hermano mayor ya vivía en La Plata y sus padres estaban jubilados, las calles de Tolosa fueron el destino para comenzar una nueva vida.
“Alcancé mi título de Contador en 1968 y a partir de ahí estuve en la actividad profesional independiente. Como estudiante mi rutina era tomar el colectivo 518 que pasaba por casa para llegar al centro e ir a la Facultad. Era la única actividad que hacía, no trabajé mientras estudié, eso gracias a mis padres. Cuando alcancé el título, y a través del Dr. Osmar Cuadrini que también era de Bragado y estaba trabajando acá, rápidamente me ubiqué como profesional”, resume el profesional que integra la lista de colegas que cumplen 50 años como matriculados en el Consejo Profesional.
Con la profesión ya siendo parte de su día a día, el Dr. Margot fue creciendo en cuanto a sus competencias y vinculándose con distintos colegas. “Hace algunos años seguí solo en mi estudio que es donde estoy actualmente. Los temas con los que más trabajé al principio fueron laboral e impuestos, como todos los que arrancan. Luego incorporé la parte contable y auditoría de sociedades”.
Hoy, haciendo una pausa entre sus ocupaciones diarias, asegura que la actividad profesional le permitió desarrollarse como persona y “llegar hasta hoy cumpliendo bien mi función”. En esa línea, y ante la consulta de cómo se fue manejando con los cambios a lo largo del tiempo, determina que “si tenemos en cuenta todo lo que ha cambiado tanto la parte profesional como todo lo que tiene que ver con el desarrollo de esa profesión, desde que me recibí hasta ahora, ya sea por modificación de legislación, normas, disposiciones, sistemas, procedimientos, elementos que se usan para resolver los temas que requiere la profesión, siempre me han tenido en una muy interesante actividad. Y siempre prestando atención a todo lo que pasa para cumplir con un buen servicio profesional”.
Es casado y padre de una Arquitecta y un Doctor en Economía. “Mi hijo desde chico me dijo que no quería ser Contador como yo, pero que le gustaban las Ciencias Económicas. Se recibió de Licenciado en la UNLP y se fue a hacer un Doctorado en Estados Unidos. Hoy vive allá”.
A la hora del cierre, le recomienda a los estudiantes de la carrera que “no se achiquen ante tanta información que anda dando vueltas. Se pueden superar si uno se dedica, presta atención y estudia. Porque el hecho de recibirse no significa que se acabo el estudio, todos los días hay que estar estudiando”.