Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Guillermo Giagante es contador público, graduado en la Universidad Nacional del Sur. Se desempeña en un estudio contable con más de 50 años de historia.
Desde Bahía Blanca desarrolló su pasión por la fotografía y hoy le dedica a esa actividad buena parte de su tiempo.
Cuando el trabajo se lo permite, viaja a destinos extremos como la Antártida e Islandia, para tomar fotografías a la naturaleza en su estado solemne.
Conocedor de paisajes extremos desde Islandia hasta la Antártida, el Dr. Guillermo Giagante viaja 45 días al año para hacer fotos y participar de congresos; planifica esos viajes con mucha dedicación y a su regreso se concentra en preparar exposiciones y libros, y en brindar capacitaciones. El tiempo que le queda le pertenece a su familia y su profesión: contador público.
Hijo de padre profesional en Ciencias Económicas, trabaja con él en un estudio con más de 50 años en Bahía Blanca. “Desde chico, incluso en los últimos años de la primaria colaboraba con el estudio y recalaba allí todos los días. Era algo que me resultaba muy familiar. Creo que no evalué ninguna otra opción al momento de elegir la carrera”, recuerda el Dr. Giagante, siempre más a gusto con “la parte creativa que con la mecánica”, y agrega: “Durante muchos años el estudio contable y la profesión fue algo que disfruté y me apasionó pero en un punto, cuando empecé a tomar más vuelo con la fotografía, empecé a compartir las actividades”.
Su primera cámara fue una Beirette que adquirió a los 9 años con ahorros y utilizaba durante los viajes que realizaba con sus padres. El uso de esa máquina perduró de manera sostenida hasta la edad en que terminó la escuela primaria.
“En toda la secundaria y la universidad no recuerdo haber sacado nunca una foto”, asegura Giagante, quien al término de sus estudios en la Universidad Nacional del Sur viajó a Estados Unidos, lugar en el que estuvo durante dos meses. “El primer día me compré una cámara y de ese viaje volví con 1.500 fotos en papel”. Fue un reencuentro.
Desde entonces, mejorando los equipos, comenzó a hacer cursos y con la mirada puesta en la naturaleza dio el salto del registro a la expresión a través de la foto.
“No fui scout ni hice campamento, pero en los viajes con mis padres por la Patagonia o el noroeste fui incorporando esos paisajes y en algún momento con el paso del tiempo vi cómo iban mutando para mal y creo que a partir de ahí fue que nació esa necesidad de mostrarlos para protegerlos”, relata el Dr. Guillermo Giagante.
Desde Bahía Blanca, el contador público afirma que “es muy cierto cuando se dice que uno cuida lo que quiere y quiere lo que conoce; entonces el no conocer hace que uno no cuide determinados paisajes”. El poder mostrarlo con la fotografía para el que no tiene posibilidad de estar ahí “puede ayudar mucho en ese sentido, especialmente cuando la foto no es documental sino más bien intenta transmitir emociones”.
En sus fotos no hay personas, ni alambrados, ni caminos, ni residuos. “Me cuesta fotografiar a la naturaleza en mal estado. No me gusta la foto a modo de denuncia. Me siento bien fotografiando aquello que disfruto”, explica Giagante y comenta: “Me gusta mostrar como son esos paisajes sin intervención humana. En ocasiones esa intervención está toda a mi alrededor -como en las Cataratas del Iguazú- pero yo intento hacer la foto como si la intervención humana no estuviera”.
Sin embargo admite que la profesión también lo ayudó a ser “ordenado y metodológico”. Apasionado por la fotografía en lugares extremos, solitarios y de difícil acceso que requieren de una importante planificación previa, Giagante enfoca sus viajes con precisión milimétrica.
“Viajo con una serie de fotos en mi cabeza que quiero conseguir en esos lugares. Para poder hacer eso hay todo un proceso de planificación que tiene que ver con la época del año, la posición de la luna, el sol, la vía láctea, las condiciones climatológicas, la logística para llegar. Son cosas que hacen que una vez que estás en el lugar solo tengas que preocuparte por la foto y no por otros elementos que te distraigan”, detalla.
“Cuando se obtiene la foto planificada se pierde la sorpresa pero por otro lado se siente un gran bienestar cuando se materializa en una foto todo eso que se había pensado y me llevó ahí”, afirma el fotógrafo bahiense.
Aunque la planificación ocupa un lugar clave, Giagante no se amarra al guion. “Si uno pone demasiado énfasis en la planificación parece que fuese solo una cuestión de pensar y que entonces las fotos van a salir solas, pero por suerte con la naturaleza no es así”, asegura el fotógrafo.
Muchas de las fotos de las que se siente orgulloso de haber hecho han sido producto más de la serendipia que de la planificación, “pero creo que eso se da porque estuvo la planificación previa que me llevó a estar en ese lugar, en el momento indicado, despreocupado de muchas cosas para estar más alerta a lo que tenía alrededor. Es algo de la fotografía y de la vida, no solo profesional”, reflexiona el contador público.
“Con el celular saco fotos, que es documentar situaciones cotidianas que vivimos día a día”, desdramatiza el Dr. Giagante y se explaya: “Me gusta marcar esa diferencia entre sacar fotos y hacerlas. Al sacar una foto no hay mayor búsqueda que la de captar un instante y guardarlo para siempre como testimonio de que estuvimos ahí. Al hacer fotos no busco mostrar que estuve en un lugar, sino que sentí algo estando es ese lugar y me gustaría que los demás sientan lo mismo al ver la foto”.
El choque etimológico entre sacar (extraer, quitar) y el hacer (construir, enriquecer) tiene también correlato en lo que demanda su preparación. “Hay muchas cuestiones técnicas, creativas, artísticas que pensar para lograr transmitir con las fotos. Esas las hago siempre con mi cámara y ni me molesto con el celular”, explica Giagante y sentencia con humanidad: “La forma de hacer fotos que me gusta requiere tiempo y no es sostenible por largos períodos; no puedo estar haciendo fotos todo el día, es desgastante desde lo mental”.
Tampoco se puede leer una nota tan extensa cuando alrededor hay imágenes tan bellas para disfrutar. Entonces, como en la fotografía, dejamos algo afuera, como los paisajes que quedan en la mente del fotógrafo y en el lente de su cámara cómplice.
Como en la vida, en las fotos hay elecciones, recortes, encuadres, focos.
Fin del rollo.