Su familia polaca, los recuerdos del secundario General San Martín en La Plata, la oportunidad de comprar un estudio y hacerlo crecer, el pool de los viernes, la difícil relación con los entes, los viajes por Europa, la pasión por las ciencias económicas. Por todos estos temas pasó el Dr. Víctor Katok, matriculado de la Delegación La Plata, en una charla íntima con RePro Digital tras haber alcanzado, como tantos otros colegas en toda la provincia, el beneficio jubilatorio.

 

Decidido a ir por más

Cada viaje en colectivo desde su casa hasta la Escuela Nacional Superior de Comercio General San Martín en La Plata lo hacía con esa sensación de querer llegar cuanto antes al lugar deseado. Es que según sus propias palabras, allí pasó los mejores años de su infancia y adolescencia, producto de una gran relación con sus ex compañeros. “Éramos muy amigos y estábamos la mayor cantidad de tiempo posible juntos. Fue una promoción excelente”, detalla. “Estudié Ciencias Económicas porque antes eran muy pocas las opciones para un Perito Mercantil y un poco también por indicación de mis padres, que creían que como Contador era una manera de asegurarme el futuro”, recuerda de aquel momento en que hizo el gran salto a la Universidad Pública.

Allí se encontró con un mundo nuevo, bien distinto del que estaba acostumbrado. Ya no se movía en grupo de amigos, sino que ahora era un hombre solo frente a cátedras, horarios de cursadas, exámenes y la responsabilidad de decidir si asistir o no a clases. “Le estoy agradecido a mis padres que fueron exigentes conmigo. Mi padre me levantaba a las seis de la mañana, me traía el desayuno a la cama y los libros para que estudiara las materias”, agradece. Cuenta que pudo hacer la carrera en el tiempo establecido porque no tenía la necesidad de trabajar y solo se enfocaba en el estudio. “Cuando vi la alegría que tenían mis padres por recibirme me dije, cómo postergué tanto tiempo esto, me podría haber recibido antes”, analiza a la distancia.

 

El puntapié inicial para una vida profesional

El estudio contable del Dr. León Schapiro tenía un lugar esperando por él y no lo desaprovechó. Comenzó a hacer sus primeras armas, aprender del día a día y, sobre todo, a formar una personalidad que lo acompañaría siempre. “Tras cinco años de trabajar con él me vendió el estudio y me hice cargo de todos los clientes hasta el día de hoy. Continué trabajando con la socia del Dr. Schapiro y con mi mujer, la Dra. Mirta Susana Pena”.

Es un grupo que supo ensamblar sus áreas de interés, de tal manera que la Dra. Pena atiende sistemas y contabilidad; el Dr. Katok se centra en impuestos y asesoramiento y la socia a lo laboral. “Hoy contamos con clientes de más de 40 años y tenemos siete personas que trabajan con nosotros. Tratamos de cumplir con todos los requerimientos de nuestros clientes y de los organismos”, determina al momento de marcar cómo es él en su trabajo. Herencia del anterior dueño del estudio, asegura que a las siete de la tarde corta la actividad profesional, independientemente del trabajo que esté haciendo. “Hay que seguir mañana con la cabeza fresca”, decía el Dr. Schiapiro, y el Dr. Katok lo sigue al pie de la letra. Eso le permitió tener un desarrollo fuera del estudio, no perder nunca la relación con sus distintos grupos de amigos y hasta viajar varias veces a Europa, su destino predilecto.

Le estoy agradecido a mis padres que fueron exigentes conmigo

“Me cuesta bastante incorporarme a este nuevo mundo tecnológico” reconoce a la hora de evaluar cómo fue cambiando la profesión a lo largo de los años. En ese sentido entiende que aun falta afinar los procedimientos que se buscan hacer en su totalidad por internet. “Sigue habiendo grandes y graves problemas. El trabajo para nosotros se incrementó muchísimo. Lo vimos con el último vencimiento de declaraciones juradas de ganancias que no recuerdo haber trabajado tanto y con tanta tensión como esta vez, cuando ya el año pasado se había incorporado hacer las declaraciones vía internet”, analiza quien debe cumplir con las exigencias de la profesión, pero al mismo tiempo explicar a cada cliente cómo van cambiando los requerimientos. “El cliente viene por un asesoramiento, por hacer las cosas como cree que se tienen que hacer, por eso va a un profesional. Si ese profesional le ofrece dudas o no puede determinar vencimientos y fechas, el cliente desconfía”, aporta con mirada crítica.

  • Año 1955. Equipo de segunda división de ascenso con el Dr. Katok a los 5 años y su padre arriba, parado, como jugador.
  • Viajar en familia, un sueño cumplido para el Dr. Katok.

Los amigos del Max Nordau y el pool de los viernes

“Desde chico fui al club Max Nordau, el Centro Literario Israelita donde jugué al básquet. El club me formó muchísimo porque prácticamente vivía ahí dentro y hasta fui a la escuela”. El colega menciona durante toda la charla a distintos grupos de amigos que a lo largo de la vida lo fueron acompañando en sus distintas etapas. Es el fiel ejemplo de esa idea que reza que somos lo que somos por cómo son quienes nos rodean.

En cuanto al básquet, si bien reconoce que él no era de los mejores y que en cambio sí era muy buena jugadora su hermana, “el que se destacó fue mi padre. Lo eligieron para la selección de la provincia y jugó en el Luna Park. Salieron campeones y Eva Perón le entregó una medalla. Todos esos recuerdos están en el club”.

De origen polaco, su padre llegó al país a los tres años junto a su madre y algunos hermanos. Más tarde, cuando la guerra había terminado, llegó su abuelo. “Yo estuve en Polonia y traté de ubicar el pueblo o los orígenes del apellido, pero ya no queda nada”.

De lo que sí queda, y mucho, es de aquel lazo que formó con compañeros de equipo en el club que hoy son su grupo de los viernes. “Hacemos un campeonato de pool todos los viernes de nuestra vida. Los únicos días que no estoy es por algún viaje. Nos reunimos y es un ámbito donde recordamos algún tiempo pasado y nos matamos de risa. Es un cable a tierra”, informa a modo de consejo.

Agregando condimentos a esta vida

Padre de una hija Escribana y otra Periodista, dice sin dudar que todo lo conseguido es gracias “a que a mi lado tengo una pareja que me entiende porque es profesional, pero también como persona porque nos conocemos hace mucho y me dio esta familia tan linda”. Según el colega la clave de mantener durante 40 años una relación profesional con clientes y seguir con ganas de continuar la tarea contable (ya que el acceder al beneficio jubilatorio no lo priva de mantener la matrícula activa) se centra en tener ambiciones.

El cliente viene por un asesoramiento, por hacer las cosas como cree que se tienen que hacer, por eso va a un profesional

“Me gusta viajar y Europa es un lugar que me llena, por muchos aspectos. Yo le decía a mi mujer que anhelaba poder mostrarle a mis hijas los lugares que yo había conocido en esos viajes y lo logré gracias al estudio hace poco”. Tras recordar la felicidad que vio en sus padres cuando consiguió el título universitario, trasladó ese sentimiento a cómo lo vivió cuando lo hicieron sus hijas: “Esa alegría es impagable. Es otro regalo que nos dan los hijos. La Facultad no es de los más inteligentes, sino de los más constantes. Y mis hijas me demostraron inteligencia y constancia. Luego una me hizo abuelo. Todas esas cosas le siguieron agregado condimentos a esta vida”.

Sobre el final de la charla quedó lugar para un balance, que no es definitivo, pero que sí marca a las claras este punto de inflexión que es en la vida de cualquier profesional llegar a la jubilación: “Al estudio le debo mucho de lo que soy como persona y como Contador. No me hago la idea de dejar la profesión, eso me cuesta. Veo a mis amigos que se jubilaron y realizan otras actividades, pero yo me veo hasta el final en el estudio y logrando todas mis ambiciones. Creo que puedo lograr todo, pero siempre veo el estudio”.


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