Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Están entre nosotros, pero escondidos. El marketing y el packaging disimulan su presencia, pero nos rodean. Los códigos (de barra, o QR) que identifican los productos que consumimos ya son parte de nuestra geografía. Presentes en nuestros DNI, quizás algún día nos los tatuemos en la piel para ofrecerle nuestra información a quienes nos escaneen. Para cuando eso suceda, mejor conocer su historia, cómo funcionan y qué ventajas hicieron universal su utilización.
La empresa que quiere obtener códigos de barra tiene que inscribirse en Global Estandars One -GS1-, organización reguladora de los estándares internacionales de códigos de barra utilizados para el comercio. Surgió en 2005 por la fusión de las entidades que regulaban las dos normas más difundidas -EAN y UPC-.
Argentina, al igual que la mayoría de los países del mundo, tiene una sede del GS1 (gs1.org.ar), cuenta con más de 9.000 empresas inscriptas que usan código de barras y hay más de 350.000 productos comerciales que tienen su código asignado en nuestro país. Todos comienzan con el “779” o “977” para las producciones editoriales.
Algunas ventajas
• Agilidad para etiquetar precios.
• Rápido control del stock.
• Ofrece al consumidor un comprobante de su compra.
• Proporciona estadísticas sobre los tiempos de permanencia en depósito de cada producto y los días y horas en que los consumidores realizan las compras, información útil para decidir en qué momento presentar ofertas y de qué productos.
El crecimiento del Código QR
Se impuso primero en Japón pero el país asiático fue apartado del ranking de los diez países que más lo utilizan. En la cima se encuentra Estados Unidos, seguido por las principales naciones europeas.
El auge de los dispositivos inteligentes de telefonía móvil motorizó la utilización del Código QR y reorientó su aplicación original desde el mercado de las autopartes hacia las acciones de publicidad y campañas de marketing.
Muestra de su crecimiento es la utilización de estos códigos por parte de las agencias de recaudación, como AFIP y ARBA, que lo incorporaron para reemplazar los formularios que los comerciantes debían tener visibles ante sus clientes para que estos puedan conocer el comportamiento fiscal al momento de adquirir bienes o servicios.
A tono con la tendencia, la campaña de difusión del lanzamiento de la revista RePro digital se hizo mediante códigos QR presentes en las últimas ediciones de la versión impresa.
Curiosamente, el código de barras -uno de los símbolos característicos del consumo y el capitalismo- tiene dos edificios proyectados en su homenaje, uno en Rusia y otro en China, dos países con un pasado asociado a otras corrientes económicas.
En la ciudad de San Petersburgo, en Rusia, se encuentra el edificio Shtrikh kod (que en ruso significa “código de barras”). Pintado del color rojo -emblema del comunismo-, pero con ventanas con forma de líneas y números en la parte superior que conforman el famoso código.
Por su parte, en la ciudad China de “Lingang New City” que se encuentra en desarrollo, unos arquitectos alemanes han construido una increíble edificación llamada “Salón Código de Barras” que protagonizará la urbe planificada para ser inaugurada en el año 2020.