La familia Scacheri emprendió un viaje corto desde Capital Federal a La Plata cuando el pequeño Ricardo tenía 11 años. Era el definitivo para instalarse en la ciudad de las diagonales, lugar en donde él se formaría como persona y profesional en las ciencias económicas.

“La vocación surge porque tenía facilidad en temas contables y en matemáticas durante el secundario. En aquellos años no existían los problemas que tenemos hoy con respecto a lo impositivo y lo contable, por lo que la carrera me parecía promisoria”, relata el colega matriculado de la Delegación La Plata.

Padre por tres, alcanzó la graduación universitaria estando casado y con hijos en marzo de 1981 y se matriculó en 1982. “Llevo 38 años de profesión. Tuvimos altibajos, como todos, pero rescato que más allá de haber sido un medio de vida, la relación con la gente lo transforma a uno en el psicólogo de los números”, poetiza el colega. En esa línea, comparte que en la tarea diaria no solo debe dedicar su tiempo a liquidar impuestos de los comitentes sino a “escuchar los problemas y brindarles soluciones. Por eso se logra una parte afectiva con el cliente y, salvo algunos casos, la mayoría terminan siendo amigos. Eso es un valor para destacar”, asegura en diálogo con RePro Digital.

 

Trabajar es siempre un trabajo

Si bien reconoce que los avances tecnológicos en materia de comunicación mejoraron algunos aspectos de la profesión, añora aquellos tiempos donde algunas tareas se hacían a mano como las liquidaciones. “Prefiero tener las dos opciones”, destaca.

La vocación surge porque tenía facilidad en temas contables y en matemáticas durante el secundario

En cuanto a la relación con los entes, explica que antes el vínculo con las autoridades de la administración nacional y provincial era personal y que eso hoy se perdió. “Ahora pasa que la gente que está en los lugares de atención, no tanto en AFIP sino en ARBA o la municipalidad, quedan bastante distantes del contribuyente por no tener noción de cómo encarar la resolución de un problema”, analiza.

En cambio, en su estudio contable, comparte tareas con su hijo mayor y su hija que es profesional de las ciencias económicas. “Es la que más horas está en el estudio. Nosotros hacemos la calle, la relación con los clientes”. Acto seguido, destacó que a pesar de la jubilación continúa matriculado, opción a la que muchos colegas acceden en este momento de sus carreras. “Tenía un amigo que me decía, ¿sabés hacer otra cosa? Y si bien uno sabe hacer varias, la realidad es que esto me gusta y es mi medio de vida. Por eso sigo en la profesión”.

Gracias totales

Los puntos de inflexión en la vida, como lo puede ser alcanzar el beneficio jubilatorio, son momentos apropiados para el balance y los agradecimientos. En primer término el colega asegura que siempre repite la frase “en esta vida nadie me regaló nada”, pero acto seguido empiezan a aparecer personas, nombres y caras que le dan sentido opuesto a la afirmación. Y al decirlo, no oculta su emoción.

“En realidad, mis padres me regalaron el estudio para llegar a esta profesión. Toda mi gratitud y agradecimiento es a ellos que ya no los tengo, les debo todo. También agradecer a la vida por haberme dado lo que me dio y estar donde estoy y a la profesión, que todo lo que hice se lo debo a ella”.

Mis padres me regalaron el estudio para llegar a esta profesión

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