Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
“El relator cuenta lo que ve. Generalmente no hace análisis o comentarios, sino que relata lo que está viendo”, asegura el Dr. Alberto Eduardo Romero, profesional matriculado de la Delegación La Plata que nació en Tandil y que dedicó parte de su vida al relato deportivo en las principales radios del país. “Transmití fútbol y automovilismo. En Radio Mitre con Dagostino Deportes estuve muchos años. También hice algo de boxeo y hasta ciclismo en carreras famosas que se hacían en el bosque de La Plata”, narra el colega que decidió abandonar el micrófono y centrarse en los números tras relatar el mundial de fútbol de Alemania 1974. “No solo la profesión me demandaba más atención, sino también la familia. Quería estar más cerca y el periodismo me obligaba a viajar por todo el país”, sentencia.
Oriundo de la ciudad capital del salame, su inclinación por las Ciencias Económicas viene desde chico. “Mi padre tenía comercio y desde siempre tuve contacto con todo lo que es la parte comercial y administrativa”, cuenta recordando aquellos tiempos en donde una carrera universitaria no era posible en Tandil por la falta de centros de estudios. “Mi hermano, mayor que yo, había decidido venir a estudiar a La Plata. Entonces no teníamos Facultades en la zona, hoy sí las hay. Me inscribí en la Universidad Nacional de La Plata y llegué con éxito a recibirme de Contador”.
Tras algunos años de cursadas y amistades que confluían en el Comedor Universitario, el colega montó su propio Estudio como contador independiente atendiendo empresas. “Tuve un breve paso por la administración en los municipios de Pila y Brandsen como contador municipal. Y también fui profesor en escuelas secundarias y en un instituto superior en Magdalena en la carrera de informática”, detalla a modo de curriculum el profesional jubilado.
A propósito de esa condición, celebra que “la Caja nos posibilita jubilarnos y seguir en la matrícula”, aunque asegura que ya no está solo en su tarea diaria: “Tengo un hijo que siguió mis pasos. Ahora yo colaboro con él y atiendo algunos clientes para estar en estado y no aburrirme”, dice con humor.
A modo de cierre lo invitamos a hacer un balance de estos años de trabajo y fue contundente: “Positivo totalmente. Si hoy tuviera que empezar volvería a hacerlo con lo mismo, sabiendo el recorrido que uno tiene que hacer. Es una linda profesión cuando uno se rodea de buenos clientes. La hice siempre con cariño y eso ayuda a que uno se sienta mucho mejor”.
En diciembre de 1948, a sus 4 años de edad, la Dra. Ana María Mitra pisaba por primera vez suelo argentino junto a su madre dejando atrás una Italia desbastada por la guerra. Su padre, albañil de profesión, había venido unos meses antes siguiendo la idea de “un país de paz y trabajo”, tal como ella recuerda que decían las propagandas.
Se instalaron en Berazategui, lugar donde la profesional matriculada de la Delegación Avellaneda radicó su domicilio y estudio hasta el día de hoy. “Mi padre vino a construir unos chalets que hay detrás de la municipalidad. Son construcciones de la época peronista. Todos los italianos que venían eran de oficio de albañiles. Allá les dicen muratores, porque hacen muros”, narra cual historiadora.
Tras cursar sus estudios primarios y secundarios en escuelas públicas, estaba lista para continuar en el mundo universitario. “Era Perito Mercantil, es decir que las opciones eran abogacía o ciencias económicas. Siempre me gustó la matemática, entendía mucho la contabilidad y me gustaba estudiar. Para mí, un ejercicio de álgebra era un divertimento”, justifica.
Tras la graduación entró a trabajar en un estudio chico, pero al poco tiempo fundó el propio. “Empecé en casa, como corresponde. Cuando arranqué comenzó la generalización del IVA, así que soy especialista en clientes chicos”, detalla sobre su actividad. Sobre las bondades de la tarea independiente recuerda una nota de la revista Primera Plana que hablaba acerca de trabajar en una gran empresa con un jefe y gente a cargo.
“Es decir, que te manden y mandar. A mí nunca me gustó dar órdenes ni recibirlas por lo que decidí trabajar por mi cuenta. Tengo 74 años y trabajo porque me gusta servir a la gente. Mis clientes vienen con todas las complicaciones y desorientados y ahí estoy yo. Mi aporte a la sociedad es orientar a la gente que quiere empezar alguna actividad”, analiza sobre su presente.
En el final de la charla contó que tuvo la oportunidad de volver a su tierra natal. “Hicimos un viaje en barco con mi familia cuando era estudiante. Tardamos 15 días en ir y otros 15 en volver. Esa estadía duró dos meses. Visitamos Génova y la zona de la Lombardía, de donde era mi madre. Fui de nuevo en 2006 y en 2011, en el mejor viaje que hice ya que fui con mi hija, mi yerno y mi nieta. Y espero volver este año”, cierra con risas y un dejo de esperanza.
El Dr. Jaime Pujol trabajó en el Instituto de Economía de la Universidad Nacional del Sur en su época de estudiante. Continuó con una carrera docente y más tarde montó su propio estudio contable. Además, durante 30 años se desempeñó como contador en la actual ARBA culminando su carrera como inspector. Está casado, es padre por tres y tiene pasantes en su estudio. Como verán, es un contador preparado para todo.
“Soy egresado de la Universidad Nacional del Sur. La elección estuvo relacionada con mi residencia en Bahía Blanca, aunque nací en Punta Alta”, explica el colega. A los cinco años siguió el camino que antes habían emprendido sus hermanas mayores ya que en su ciudad natal no había colegios. “Tener la Universidad en la misma ciudad donde uno vive ha sido muy importante porque uno tiene la contención de la familia. Uno se siente más seguro y puede dedicarse totalmente a estudiar y eventualmente a trabajar”, destaca el colega.
Tras la graduación, la tarea profesional fue de la mano con la docente. En esa línea, el Dr. Pujol entiende que contaba con un plus a la hora de dar clases, pues esa teoría que impartía frente a los alumnos la llevaba a la práctica en su día a día. “La carrera docente es muy satisfactoria porque uno se relaciona con personas más jóvenes a quienes les da clases, en cambio la parte profesional de contador y de asesor de empresas era más objetiva y más materialista”, resume.
Como las áreas que lo convocaron fueron diversas, a la hora de un balance destaca que “si uno quiere sacar una conclusión después de tanto tiempo diría que participé en la tarea docente que era muy grata; en la profesional, que era más exigente; y en la función pública, que me llevaba un tiempo considerable. Había que hacer todo lo que podíamos en la profesión”.
Sobre el final de la charla se refirió a la conformación de su estudio y la relación con quienes lo acompañan en su trabajo. De sus tres hijos, el último está en los tramos finales de la carrera de Contador. “Trabaja conmigo, lo guío. También hay 3 pasantes de la Universidad de los cuales uno ya está recibido y sigue con nosotros”, describe. La ayuda que le brindan los jóvenes es bien recibida por este profesional de trayectoria: “Tenemos muchos cambios y ellos están más al día que nosotros desde ese punto de vista. Desde lo teórico, llevamos un poco la delantera”.
Además de los colegas que participaron de la nota, están cumpliendo 50 años de matriculados los siguientes profesionales: Dr. Lagomarsino, Héctor Mario; Dr. Tsanis, José Ángel; Dr. Belardo, Juan José; Dra. Couceiro, Irma; Dr. Hueter, Guillermo Alberto; Dr. Agnelli, Horacio Antonio; Dra. Poncet, Gloria; Dra. Saugar, Noemi Balbina; Dr. Martínez, Carlos José; Dr. Latorraga, Francisco; Dr. Martínez, Jorge Elias; Dr. Altieri, Jorge Héctor; Dr. Oteiza, Horacio José; Dra. Pérez, Haydee Josefa; Dra. Burla, Marta Cecilia; Dr. Caratti, Luis Mario; Dr. Serra, Carlos José; Dr. Sastre, Néstor Rubén; Dr. Comai, Oscar Manuel; Dr. Saint Martin, Héctor Mario; Dr. Zoppi, Rodolfo Daniel; Dr. Fabrizi, Gustavo Carlos; Dr. Lago, Oscar Alfredo; Dr. Laghezza, Jorge Rafael y Dr. Blanco, Ruben Luis.