Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
La moneda digital sirve como intercambio disponible de manera digital pero posee propiedades similares a las monedas físicas ya que permite transacciones instantáneas y transferencia de propiedad sin límites. Así como el dinero tradicional, estas monedas pueden utilizarse para comprar bienes físicos y servicios, aunque también pueden restringirse a ciertas comunidades como dentro de una red social o en los juegos en línea. El Bitcoin es la más conocida y de las de mayor capitalización en el mercado, pero también existen otras como Ethereum o Ripple. Como todo lo nuevo, las monedas digitales mantienen firmes adeptos a resistirse a su uso generalizado. Desde las entidades bancarias manifiestan que no aceptan ni ofrecen servicios para este tipo de transacciones, aunque justamente ese sea uno de los elementos que para muchos las vuelve recomendables.
A media mañana del 1 de noviembre de 2008, las casillas de correos de varios usuarios en el mundo recibieron un e-mail firmado con el alias Satoshi Nakamoto y titulado “Bitcoin P2P e-cash paper”. Era el inicio de la era de los bitcoins, una serie de monedas digitales que tienen como atractivo regirse por un protocolo de código abierto sin intermediarios y que se utiliza como criptomoneda, sistema de pago y mercancía.
La moneda digital sirve como intercambio disponible de manera digital pero posee propiedades similares a las monedas físicas ya que permite transacciones instantáneas y transferencia de propiedad sin límites. Así como el dinero tradicional, estas monedas pueden utilizarse para comprar bienes físicos y servicios, aunque también pueden restringirse a ciertas comunidades como dentro de una red social o en los juegos en línea.
Conocer las criptomonedas más importantes resulta esencial para entender las finanzas digitales. Sus desarrollos tecnológicos (como blockchain), sus volúmenes de capitalización (superiores al PIB de muchos países) y su repercusión política y económica (como por ejemplo Libra, la moneda de Facebook), han servido para que las monedas digitales sean consideradas como uno de los principales intervinientes de la transformación digital de las finanzas.
Las monedas digitales tienen muchos interrogantes debido a su volatilidad, el método especulativo de inversión, el cibercrimen y la carencia de datos como balance o cuenta de resultado. Por esta razón su inversión se la considera arriesgada y cualquier persona que invierta tiene que ser consciente de la volatilidad enorme de estos activos.
Lo invitamos a leer esta nota de RePro titulada Quiénes quieren criptomonedas sobre el libro Introducción a las Criptomonedas de la Dra. Ana María Buzzi.
El Bitcoin es la más conocida y de las de mayor capitalización en el mercado, pero también existen otras como Ethereum o Ripple.
Como ya se dijo, el Bitcoin inicio sus actividades en 2009 y es la moneda digital de referencia ya que su tecnología blockchain es la esencia de todas las monedas virtuales. Es una moneda digital que se crea, se transfiere y se deposita de forma electrónica y está protegida criptográficamente. Su independencia de un organismo central es la principal característica respecto al resto de monedas convencionales.
Ethereum fue creada en 2014 pero es más que una simple moneda: es un protocolo, una plataforma, un lenguaje de programación y una criptomoneda (Ether) donde el principal objetivo es la creación de contratos inteligentes o Smart Contract. Los contratos inteligentes son aplicaciones que operan como programas informáticos y se ejecutan a través de blockchain de forma descentralizada. Es decir que son códigos software que se ejecutan por sí mismo bajo ciertas circunstancias acordadas entre las partes de antemano.
Ripple fue creada como una red de pagos digitales para transacciones financieras al instante. Esta tecnología evita que las transacciones transfronterizas pasen por intermediarios por lo que ahorra costos y se libera de problemas de escalabilidad y trazabilidad en tiempo real. Además, se distingue por su eficiencia en los pagos digitales y pelea por solucionar los problemas de escalabilidad de otras criptomonedas como Bitcoin.
Tether (USDT) nació en 2015 con el objetivo de no fluctuar y tener una cotización constante. La criptodivisa es conocida como Cripto-dólar y se la conoce por combinar lo mejor de los dos mundos. Su objetivo es compaginar los principales atributos de blockchain (confianza, irreversible, descentralización) con los de las monedas tradicionales (seguridad y aceptación). La clave de la criptomoneda es que todos los USDT emitidos por la compañía están respaldados por la misma cantidad de dólares en sus cuentas bancarias. Es decir, cada Tether emitido tiene la garantía de 1:1 con el dólar, la cual se deposita en las reservas de la compañía.
Algo que no se dijo aun: el 1 de agosto de 2017, a casi un año de su creación, Bitcoin se dividió en dos: Bitcoin y Bitcoin Cash. La nueva moneda digital dispone del mismo código de la versión original y mantiene las principales características que aporta blockchain, pero la hermana menor incrementa exponencialmente el número de transacciones por segundo por un incremento en la capacidad de cada bloque: la nueva versión dispone de 8 MB y la original de 1MB.
Por su parte Litecoin (LTC) nació en 2011 con la meta de crear un complemento de Bitcoin, pero los desarrollos introducidos hicieron que se convirtiera en una criptomoneda totalmente independiente. Bitcoin era conocido en la red como el oro 2.0 y Litecoin la plata 2.0. Las principales diferencias respecto a Bitcoin es que como máximo pueden existir 21 millones, en cambio Litecoin tiene un límite máximo de emisión de 84 millones de LTC.
Como todo lo nuevo, las monedas digitales mantienen firmes adeptos a resistirse a su uso generalizado. Desde las entidades bancarias manifiestan que no aceptan ni ofrecen servicios para este tipo de transacciones, aunque justamente ese sea uno de los elementos que para muchos las vuelve recomendables.
Lo cierto es que se trata de una moneda sumamente arriesgada debido a su alta volatilidad y posible uso de sistemas Pump and dump, que es una forma de capitalizar acciones fraudulentas teniendo en cuenta la inflación en el precio de una acción comprada barata, mediante la manipulación o falsificación de información, para venderla a un precio más alto. Los entes reguladores de varios países han alarmado en contra de su uso y algunos han tomado medidas reglamentarias concretas para disuadir a los usuarios.
Independientemente de la intención de sus creadores, la verdad es que es la moneda más anónima y por ende la más atractiva para los criminales. La atractiva característica de código abierto es para algunos una trampa en si misma: cualquier persona con los conocimientos adecuados puede expedir una moneda digital. Esto significa que el emisor que tiene éxito en la venta de su moneda para otros usuarios, puede ganar una gran cantidad de dinero real a costa de sus usuarios.