El final de un año particular

Estamos transitando el tramo final de este año 2020. Un año que quedará en el recuerdo de los habitantes del planeta, y en los libros de historia, como aquel en el que se produjeron muy importantes cambios en la forma de desarrollar las actividades habituales.

A partir de aquel inolvidable 20 de marzo, se ha producido el desembarco definitivo de la “virtualidad” como contrapartida a la “presencialidad”. Efectivamente, la realización de la mayoría de las actividades en la modalidad a distancia, a través de las herramientas que la tecnología pone a nuestro alcance, permitió que los profesionales y las instituciones no se detengan como consecuencia de las restricciones que impuso la pandemia.

La actividad de nuestros profesionales ha estado en un plano digno de ser destacado: atendiendo a las unidades económicas que se vieron seriamente afectadas por las consecuencias de la propagación del virus, y que han requerido y requieren de un acompañamiento mayor, de una atención muchas veces más intensiva, de manera de lograr minimizar el impacto de esta inédita situación en la salud de las empresas. Y aunque nuestra labor no ha sido debidamente reconocida, tenemos la convicción de que hemos enfrentado con pericia las dificultades que se nos presentaron, agregando un valor fundamental a las unidades económicas para resistir a la crisis. Nuestro reconocimiento a todos los matriculados por el esfuerzo realizado para enfrentar esta realidad con un importante grado de responsabilidad social y profesional.

Nuestro Consejo puso rápidamente en marcha la metodología de actuaciones y certificaciones digitales, lo que ha posibilitado que los matriculados continúen cumpliendo con los requerimientos de sus comitentes. Se intensificaron las acciones de capacitación a distancia, reforzando la actualización profesional que se tornó imprescindible ante el dictado de normas que, en la emergencia, precisaban de la actuación de los matriculados. A partir del mes de junio, se puso en marcha el sistema de juramentos bajo la modalidad no presencial, lo que permitió a casi seiscientos profesionales poder ejercer la profesión en nuestra provincia, legalmente habilitados.

Pero nada de esto hubiera sido factible sin el compromiso y la dedicación de los dirigentes que, desde sus puestos de trabajo, han sabido atender los requerimientos de la matrícula en la puesta en marcha de los mecanismos que la emergencia impuso, contribuyendo a que estos resulten lo menos complejos posible.

También el personal de nuestras instituciones, tanto en la Sede Provincial como en las Delegaciones, ha estado a la altura de las circunstancias. En la mayoría de los casos, cumplieron un papel fundamental en el desarrollo y en la puesta en vigencia de las herramientas descriptas.

Todos ellos han sabido disimular los contratiempos que la pandemia generó y, sin distinguir días de descanso, han contribuido al sostenimiento de la actividad institucional en este contexto tan particular.

Probablemente, muchos de los cursos de acción desarrollados sean perfectibles. Seguramente, hubo algunos que resultaron insuficientes. Pero en la convicción de que no debíamos quedarnos esperando que todo pase, logramos generar un escenario en el cual los matriculados pudieron interactuar con sus instituciones de manera fluida y efectiva.

Gracias a todos los que hicieron posible esta realidad. La pandemia no ha llegado a su fin. Debemos seguir en este camino, respetando los efectos de un virus tan desconocido como agresivo, que ha venido a modificar muchos de los usos y costumbres de la humanidad, y que sigue acechando la salud de los habitantes del planeta.

Nuestro compromiso es continuar actuando con prudencia y responsabilidad; en el convencimiento de que entre todos debemos evitar aquellas situaciones que impliquen riesgos para nosotros y quienes nos rodean. En algún momento, podremos retomar todas las actividades que hemos tenido que suspender. Estaremos a la expectativa.

Hasta la próxima.