Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
La Dra. Melanie E. Merino, con su trabajo ganador del Premio Estímulo, segunda distinción que entregó el Premio Consejo de la Delegación Lomas de Zamora, reflexiona acerca de una redefinición del rol, las tareas y aptitudes que deben desarrollar los profesionales de las ciencias económicas del siglo XXI, poniendo el foco en la necesidad de adaptación a los nuevos contextos sociales y requerimientos, para realizar aportes significativos que desemboquen en un crecimiento organizacional y empresarial.
Este artículo es un resumen del segundo trabajo distinguido con el Premio Consejo de la Delegación Lomas de Zamora cuya versión completa se ofrece al pie de este espacio para su descarga.
Últimamente es común escuchar Contadores hablar sobre lo “desvalorizada que está la profesión” o “lo estresante que se ha vuelto su trabajo.” Tanto así que en una encuesta realizada a 465 profesionales, el 47% de ellos expresan que si tuvieran que volver a elegir su carrera no lo harían y el 91% considera que está desvalorizada.
La pregunta que formulo es: ¿la situación es algo totalmente exógeno o podemos encontrar también factores endógenos que llevan a ella? Para responderla, una frase que considero oportuna citar es de Henry David Thoreau: “No hay valor en la vida excepto lo que eliges colocar sobre ella y no hay felicidad en ningún lugar excepto lo que traes tu mismo”.
¿Qué valor le damos nosotros a nuestra profesión? Porque el valor externo que se le dé dependerá mucho del que primeramente le hayamos asignado internamente. ¿Estamos cumpliendo nuestro rol? Porque una incorrecta definición de nuestro rol y los cambios que este sufre a lo largo del tiempo puede llevarnos a una situación de disconformidad.
Analicemos si cumplimos con uno de los roles fundamentales que tenemos socialmente: El crecimiento organizacional y empresarial. ¿Cómo cumplir con esto?:
La base de la sociedad actual es el conocimiento, cada ente debe aprender a desarrollarlo, adquirirlo de manera eficiente y rápida, es decir saber adaptarse a la dinámica social y tecnológica y ser consecuente con la rapidez de los cambios. Es un proceso de aprendizaje constante, una continua transformación del saber, un uso y transmisión asiduo, donde el profesional no está ajeno, sino que es parte fundamental, incluso es agente de esos cambios.
El profesional debe saber transmitir sus conocimientos para el crecimiento social y económico, debe ser tutor de las organizaciones, del empresario para avanzar hacia el futuro, para asesorarlo; para brindar la información que permita tomar decisiones; para desarrollar confiabilidad y transparencias en los sistemas. Pero al mismo tiempo, el profesional no deja de ser alumno, no deja aprender de su misma profesión y de otras (sin salirse del área ni abarcando competencias que no le pertenecen, pero sí con una mirada integral de la situación, con un trabajo coordinado con el resto de los “generadores de conocimiento”).
El profesional debe aprender a ser flexible, adaptarse y capacitarse constantemente. Pero lejos estamos de decir que es una tarea fácil. Debe tener tanto competencias específicas como transversales. Mirar bien los roles de hoy y redefinir conceptos, abandonar la tendencia a la rigidez e inflexibilidad y procurar ser promotores de cambios dentro de la profesión para que esta se acople a los cambios del contexto, y por qué no, genere cambios en el contexto. Un ejemplo claro de este tema se vio durante la pandemia de COVID-19 durante el año 2020, que generó no solo nuevas disposiciones jurídicas y reglamentarias, sino también nuevos procesos, “nuevas formas de hacer”.
Las profesiones y trabajos de hoy no son las mismas que las de ayer, porque las necesidades sociales han cambiado, los intereses cambian. El profesional en ciencias económicas debe saber adaptarse a estas necesidades, entender el contexto social en el que se encuentra, el del cliente al que asesora, el del país en donde realiza un análisis tributario, económico, actuarial.
Un profesional que entiende el contexto sabrá dilucidar qué tipo de información necesita quien lo contrata, sabrá ver las necesidades de cambios. Entenderá el porqué de las discusiones teóricas y doctrinarias actuales.
Para poder tomar decisiones, se necesita información y la información se construye en base a datos, no solo recolectándolos y agrupándolos, sino también analizandolos, procesándolos. El profesional debe saber responder los cuestionamientos del cliente en cuanto a información contable, financiera, económica, de gestión. Debe saber brindar información que sume valor a las organizaciones.
Es en este ámbito donde encuentro una de las mayores diferencias del profesional actual respecto al del siglo anterior. El profesional actual, a pesar de que le cueste y esté muy arraigado a su rutina, debe ir cambiando ese rol operativo en las organizaciones, rol que puede ser fácilmente reemplazado con las máquinas, tecnologías, IA. El profesional debe rever su rol, para ir dejando lo operativo (que es el que genera más estrés) para pasar a lo analítico (que podrá generarle más esfuerzo, pero también mayores desafíos y satisfacciones).
Generalmente el análisis organizacional se basaba en el siglo XX en informes financieros, económicos y patrimoniales meramente cuantitativos. Hoy, esto ya no es suficiente. No podemos medir a las organizaciones solo por su impacto en la economía, debemos conocer su impacto ambiental, su contribución social y su corporate compliance.
Estos informes (entre los cuales encontramos el Balance Social) son resultados de la nueva necesidad de información, una información que no solo es cuantitativa, sino también cualitativa. El profesional en ciencias económicas cumple un rol fundamental no solo en la confección de estos informes, sino también en su análisis y el asesoramiento en los parámetros y ratios a cumplir por las empresas.
El profesional es parte de generar en la mente del empresario la “responsabilidad social”, la “responsabilidad ambiental”. Y contribuye activamente en la confección del corporate compliance.
En una sociedad dinámica, necesitamos profesionales dinámicos. Los roles de hoy no pueden ser los mismos que ayer, los roles no son rígidos, sino flexibles y acompañan los cambios, son parte integral de la transformación social, tecnológica, e incluso cultural.
Pero incluso con la gestación de nuevos roles y procedimientos, normal que exista una lentitud en la asimilación de los cambios. Si bien dentro de nuestros encuestados 206 de las 465 personas están seguros de que la profesión sufrirá cambios en el corto plazo, muchas veces es difícil asumir los nuevos roles y se continúa con los ya asumidos, es difícil ver los nuevos horizontes y la importancia del profesional en ellos. Generando muchas veces disgustos con la profesión, la falta de cobertura en temas actuales y el mantenimiento en tareas en las que el profesional, si bien sabe cómo hacerlas, podría “delegarlas” o “simplificarlas” mediante las nuevas tecnologías.
Los profesionales deberíamos analizar nuestro contexto, identificar los cambios, las nuevas necesidades y redefinir nuestros roles hacia el futuro, así veremos el valor agregado que podemos aportar al crecimiento.
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