Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
El BRICS, bloque formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica concentra el 40% de la población mundial, el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) y producen más de un tercio de la producción mundial de cereales. Además, este bloque tiene el 30% del territorio del planeta y maneja el 18% del comercio internacional.
Según un reciente informe de la consultora internacional PwC, para el 2042 la economía mundial podría duplicar su tamaño para el año 2042, si es que se mantiene la tasa de crecimiento actual anual de 2,5% por año. Por otro lado, se indica también que “la participación de la UE en el PIB mundial podría caer por debajo del 10% para el año 2050”. Para ese momento, también, se estima que seis de las siete mayores economías del mundo podrían ser países emergentes y que India podría superar a los Estados Unidos como mayor economía en función de su PBI. En nuestra región, la situación económica proyectada tiene, como se mencionó, a Brasil como la potencia principal, con un papel preponderante no sólo en América Latina, sino en el mundo. México se impulsa entre las diez más importantes del mundo y la segunda de la región, mientras que Argentina se mantiene tercera en ese ranking, formando un tándem por demás de interesante en materia de cooperación, acuerdos comerciales y recursos naturales.
Recién comenzaba el siglo XXI cuando el economista inglés Jim O’Neill propuso en una publicación un acrónimo para un fenómeno latente que observaba desde hacía algún tiempo: BRICS. El británico se refirió así a un “posible bloque de economías emergentes” de las cuales formaban parte Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La creciente participación en el porcentaje del PBI mundial, la expansión de su comercialización y el comienzo de estrechos lazos entre sí hicieron que no sólo O’Neill, sino todos los analistas políticos y económicos, pongan la lupa sobre estos países.
No fue hasta 2006, sin embargo, que coincidiendo en una Asamblea General de la ONU, los ministros de Relaciones Exteriores de los países mencionados -salvo Sudáfrica- se reunieron por primera vez en pos de formar ese bloque que el economista inglés intuyó en su artículo “Building Better Global Economic BRICs” (“Construyendo mejores ladrillos económicos globales”, haciendo un juego de palabras entre el acrónimo de países y la palabra “ladrillos” -bricks- en inglés). Tres años después, en junio de 2009, se dio la primera cumbre oficial entre los países. Pero bien, ¿cuál es la importancia e influencia de este bloque en la economía global? Si bien, su participación e importancia actual es sumamente preponderante, no son pocos los analistas que manifiestan que su verdadera centralidad se dará progresivamente hacia el 2050.
Para entender mejor lo que significan estas economías de potencias emergentes hay que conocer el panorama coyuntural y futuro de los distintos actores en juego. En la actualidad, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida por sus siglas en inglés como FAO), los países que integran el BRICS “concentran el 40% de la población mundial, el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) y producen más de un tercio de la producción mundial de cereales”. Además, este bloque tiene el 30% del territorio del planeta y maneja el 18% del comercio internacional.
China, por su parte, es en la actualidad el país con el PBI nominal y a valores de paridad de poder adquisitivo (PPA) más alto del mundo. Es también el país con mayor población y el líder en exportaciones, reservas internacionales y usuarios con acceso a internet a nivel global. Sudáfrica se encuentra entre los treinta países con mayor nivel de crecimiento poblacional, y Rusia es una de las naciones con menos nivel de deuda pública.
Las fortalezas de este análisis de crecimiento se basan principalmente en el número de población de los países que integran BRICS, su extensión territorial (Rusia es el país con mayor superficie del mundo, China es el tercero, Brasil el quinto e India el séptimo) y en la utilización de sus recursos naturales y el crecimiento del desarrollo industrial. Rusia, además de su industria armamentística, es una de las principales reservas de gas natural y petróleo. Brasil, por su parte, es -y apunta a serlo aún más- un gigante en materia de biodiversidad, sobretodo en etanol y mineral de hierro y también en la producción y exportación alimenticia.
Con esta base de actualidad, es necesario conocer ahora qué opinan los especialistas respecto al futuro de las potencias emergentes, sus economías y la configuración del mapa mundial para los próximos años. Según un reciente informe de la consultora internacional PwC, para el 2042 la economía mundial podría duplicar su tamaño, si es que se mantiene la tasa de crecimiento actual anual de 2,5% por año. Por otro lado, se indica también que “la participación de la Unión Europea en el PIB mundial podría caer por debajo del 10% para el año 2050”. Para ese momento, también, se estima que seis de las siete mayores economías del mundo podrían ser países emergentes y que India podría superar a los Estados Unidos como mayor economía en función de su PBI.
Otro aspecto importante a tener en cuenta de cara al futuro son las economías emergentes de países que, aún sin ser consideradas posibles potencias, se estima jugarán un rol más que importante en la economía mundial en el mediano y largo plazo. Sin ir más lejos, se espera que Indonesia sea la segunda economía mundial para 2050 bajo la medición del PBI proyectado en PPA y que, en esos mismos valores y lapso temporal, México escale a la séptima posición, superando ambos a potencias tales como Francia, Japón, Alemania y Gran Bretaña. Bangladesh y Vietnam se suman a la nómina junto a India como las economías que a mayor ritmo podrían crecer, con una sostenibilidad del 5% anual. Nigeria, por su parte, podría alcanzar o incluso superar ese porcentaje, si es que, analizan los expertos, puede lograr una diversificación de la economía, y no depender únicamente del valor del petróleo.
En nuestra región, la situación económica proyectada tiene, como se mencionó, a Brasil como la potencia principal, con un papel preponderante no sólo en América Latina, sino en el mundo. México se impulsa entre las diez más importantes del mundo y la segunda de la región, mientras que Argentina se mantiene tercera en ese ranking, formando un tándem por demás de interesante en materia de cooperación, acuerdos comerciales y recursos naturales. Los procesos industrialistas en éstos tres países aún se mantienen a un ritmo bajo pero en avanzada. Por otro lado, Colombia es el país que se muestra con mayor capacidad de crecimiento en la región, aunque no superaría en su PBI a ninguna de las naciones comentadas con anterioridad.
Como uno de los puntos fundamentales para el crecimiento latinoamericano (y también de otras regiones como África y Asia), es la rapidez y volatilidad de crecimiento de los mercados emergentes. Analizan los expertos que la masividad de la globalización y los productos internacionalizados irán en descenso y se dará un ascenso de “preferencias específicas y locales” a los que las empresas deberán adaptarse, favoreciendo de este modo los mercados regionales. La maduración de las economías emergentes, que a su vez son las naciones con mayor proyección de crecimiento en cuanto a población, será uno de los puntos fundamentales en esta nueva configuración del mapa mundial.
Las próximas tres décadas serán, entonces, de fuertes cambios en el mundo en comparación a como lo conocemos hoy. Y, si los análisis finalmente logran ser certeros, veremos un mundo económico, pero también social, mucho más diversificado, con bloques estratégicos en donde la regionalización será clave.