Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
En ediciones anteriores, el Dr. Pablo Domínguez escribió acerca de las nuevas enfermedades profesionales surgidas a partir de los tiempos que corren. Allí, el contador público explicaba que “una enfermedad profesional es la que se genera como resultado directo del trabajo que realiza una persona”. “Las enfermedades de las que hablábamos, sin dudas, se han potenciado con el trabajo en casa. Podemos encontrar un montón de ventajas pero también podemos encontrar algunas desventajas, como la desvinculación emocional con el ámbito laboral”, afirma Domínguez.
Entre los principales factores estresores en torno a la pandemia y el teletrabajo son la frustración y aburrimiento a partir de la pérdida de distintos escenarios cotidianos en la rutina, la falta de contacto social y físico con otros y la falta de suministros para llevar a cabo las tareas laborales de manera íntegra, sumado a un efecto fundamental: la sensación de que no hay límites entre el trabajo y el resto de las actividades, siendo la actividad laboral una ocupación que puede estar presente en cualquier momento del día.
En reiteradas ocasiones, al hablar o leer sobre enfermedades o riesgos laborales y en cuanto a construcción subjetiva refiere inmediatamente a dolencias o padecimientos físicos: un mal esfuerzo, un dolor tangible, algo que fácilmente se puede demostrar, diagnosticar y abordar. Sin embargo, detrás de cada trabajador y trabajadora, existen una multiplicidad de factores que afectan en su cotidianidad y en su rendimiento laboral que no sólo tiene que ver con lo físico, sino, también y sobretodo, con lo mental.
En ediciones anteriores, el Dr. Pablo Domínguez escribió acerca de las nuevas enfermedades profesionales surgidas a partir de los tiempos que corren. Allí, el contador público explicaba que “una enfermedad profesional es la que se genera como resultado directo del trabajo que realiza una persona” y que deben diferenciarse de los accidentes laborales, porque, por lo general, son situaciones paulatinas que “suelen no manifestarse hasta que se revelan los síntomas graves o irreversibles”.
Sin embargo, los tiempos han cambiado con frenesí y drásticamente en el último año, con un factor que nadie tenía en carpeta: la pandemia y la reconfiguración laboral y personal a partir de ella. ¿Tiene incidencia en los aspectos mentales y laborales la cuarentena, el teletrabajo obligado y la incertidumbre sobre el futuro?. Revista Repro dialogó con el Dr. Domínguez acerca de este nuevo mapa en la vida laboral.
“Las enfermedades de las que hablábamos, sin dudas, se han potenciado con el trabajo en casa. Podemos encontrar un montón de ventajas pero también podemos encontrar algunas desventajas: desvinculación emocional con el ámbito laboral, en el espacio que habitamos hay un efecto túnel, de aislamiento, no estamos trabajando en equipo. Aunque hay formas de hacerlo, no es lo mismo”, expresa el profesional.
¿De qué tipo de enfermedades o consecuencias hablamos en relación al teletrabajo y la pandemia? La lista y los análisis al respecto son variados, pero sobretodo, se siguen estudiando debido a que no es un proceso del pasado, sino que tiene una total vigencia en la actualidad, y en lo que respecta al futuro. Según un informe del Centro para el Estudio de Estrés Traumático (CSTS, Department of Psychiatry), entre los principales factores estresores en torno a la pandemia y el teletrabajo son la frustración y aburrimiento a partir de la pérdida de distintos escenarios cotidianos en la rutina, la falta de contacto social y físico con otros y la falta de suministros para llevar a cabo las tareas laborales de manera íntegra, sumado a un efecto fundamental: la sensación de que no hay límites entre el trabajo y el resto de las actividades, siendo la actividad laboral una ocupación que puede estar presente en cualquier momento del día. “Eso genera un estrés porque hay un trabajo constante, todo el tiempo estás trabajando. Puede pasar que en nuestra casa no estamos en un ambiente preparado para lo que es un trabajo. Podemos agregar que los elementos para poder trabajar no siempre son los mismos y necesarios que en un lugar de trabajo”, expresa Domínguez.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés, la depresión y la ansiedad son los mayores factores a tener en cuenta en torno a la salud mental de trabajadores en relación de dependencia, enfermedades que se han profundizado durante el último año. En cifras, según se estima en un informe al respecto realizado por el mencionado organismo, “la depresión y la ansiedad tienen unas repercusiones económicas importantes: se ha estimado que cuestan anualmente a la economía mundial US$ 1 billón en pérdida de productividad”. Se agrega además que “un entorno de trabajo adverso puede ocasionar problemas físicos y psíquicos, un consumo nocivo de sustancias y de alcohol, absentismo laboral y pérdidas de productividad”.
Ante la aparición y el reconocimiento de nuevas enfermedades laborales en el actual contexto, no todo es desfavorable, sino que también hay propuestas y acciones que se toman y pueden tomarse para mejorar y solucionar este tipo de conflictos con los que se conviven día a día. Hacer un especial hincapié en la modificación de prácticas por parte de todos los actores involucrados resulta fundamental para emprender ese camino.
En primer lugar, el reconocimiento del territorio laboral como un espacio diferente al del hogar, o con lo necesario para poder lograr separar ambas cosas. “Si tuviéramos que hacer una vinculación sobre lo presencial y no presencial, debemos apuntar a que haya algunas inspecciones respecto a la Seguridad e Higiene del ámbito laboral en el hogar. De cómo trabajamos en casa, y los riesgos que hay en la salud física y mental de los empleados. También este sistema híbrido de trabajar un poco presencial y armar una burbuja que nos permite ir de un lado a otro en nuestro espacio laboral, adaptarnos y mantener nuestras vinculaciones y las relaciones laborales”, explica el Dr. Pablo Domínguez.
En ese sentido, la OMS también destacó algunos puntos como los más comunes en torno a los pasos a seguir para revertir o mejorar situaciones de estrés o presión: rever si las políticas de la empresa en cuanto a seguridad y protección de la salud son las adecuadas; revisar las prácticas gestión y comunicación y sobretodo, su eficiencia; otorgar al trabajador un control de su trabajo acorde a sus responsabilidades y brindarle apoyo; y trazar con claridad los objetivos organizativos. En este último punto, resulta fundamental tener un panorama claro de lo que se busca hacer y el cómo: la comunicación personal se ha diezmado, y ante la falta de organización en este sentido, pueden llevarse a cabo confusiones, malos entendidos e incluso desidia al no saber o entender hacia dónde se dirige el rumbo de la empresa.
“También es importante el buen uso de las aplicaciones, del software, que permita poder solucionar cuestiones que la distancia está dejando de lado, que las podemos incorporar a través de seguimientos, legajos, etcétera”, argumenta Domínguez, quien aclara que es positivo por parte de jerárquicos y equipos de recursos humanos “mantener el contacto con los empleados y no perder de vista sus necesidades”. La seguridad y el respaldo, sentimiento intangible, se vuelve entonces primordial a la hora de un buen trabajo en equipo en estos tiempos.