Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Algunas metas de la vida están estructuradas a partir de esquemas que reglamentan en qué momento y de qué forma deben cumplirse. A veces resulta imposible conjugar las necesidades con las expectativas, y la misma vida empuja a romper esos límites, y los tiempos y las formas quedan de lado en algunas ocasiones. El hecho de recibirse de una carrera universitaria con más de 40 años de edad es toda una hazaña y esconde detrás historias de superación y de esfuerzo que merecen ser contadas.
Algunas metas de la vida están estructuradas a partir de esquemas que reglamentan en qué momento y de qué forma deben cumplirse. Entonces, se termina el colegio secundario y enseguida se debe elegir una carrera universitaria que abra a la experiencia laboral y a la trayectoria profesional, y sobre todo es fundamental graduarse de la misma a corta edad y transcurridos unos pocos años desde su inicio.
Pero, a veces resulta imposible conjugar las necesidades con las expectativas, y la misma vida empuja a romper esos límites, y los tiempos y las formas quedan de lado en algunas ocasiones. El hecho de recibirse de una carrera universitaria con más de 40 años de edad es toda una hazaña y esconde detrás historias de superación y de esfuerzo que merecen ser contadas.
“Creo que no hay tiempo para las cosas”, menciona el Dr. Blanco y afirma, “hay que hacerlas nada más, no hay que ponerse tiempo, ni por hacerlas en determinado momento van a ser mejor o peor”. Matriculado de la Delegación Morón, el Dr. Carlos Blanco terminó el colegio secundario en el 83 y al año siguiente comenzó la carrera de contador público, tuvo un primer año exitoso pero por motivos personales empezó a dejar materias, a cursar menos y a trabajar.
El Dr. Blanco decidió abandonar en ese momento la carrera, pero confiesa: “Siempre fue una asignatura pendiente. Así que en un momento decidí retomarla. Me costó muchísimo, porque ya era otra mi realidad”. Entre eso, también se puso en pareja con su actual esposa, Miriam, con quien tuvo dos hijos varones.
Carlos, quien trabajó en distintos puestos dentro de concesionarias de automotor llegando a la posición de gerente, admite que “eso me quitaba tiempo pero no las ganas de terminar de estudiar”. También, en su trayectoria define como central el apoyo de su familia: “No es lo mismo estudiar sin tener obligaciones, de padre, los horarios laborales, las jornadas extensas, el tiempo que te lleva la carrera, saberle dedicar ese tiempo, saber manejar los tiempos para no estar ausente, y que quien te acompaña en la vida entienda eso y te apoye el fundamental”.
Pronto el Dr. Blanco cosechó los frutos de su esfuerzo: “De a poco la fui llevando hasta que en el año 2008, después de mucho esfuerzo me pude recibir con 42 años. Estoy muy feliz con ser contador público y muy feliz de pertenecer al Consejo. Contento de haberlo hecho, creo que la profesión es algo que brinda muchísimas oportunidades y tiene muchas aristas para trabajar es importante hacerla crecer”, afirma.
Desde Lavallol, localidad ubicada en la zona sur del Gran Buenos Aires, la Dra. Norma Gavelini cuenta que se recibió de contadora pública a los 46 años de edad. “Terminé el secundario y de manera inmediata ingresé en la facultad. Motivos laborales hicieron que no haya seguido de manera continua la carrera”, menciona.
Faltando tan solo 11 materias, Norma tuvo que concentrarse en su trabajo, y hoy en día no se reprocha por “demorar” en terminar la carrera: “El trabajo me consumía muchas horas, pero mi aprendizaje allí fue tan jugoso que no me arrepiento de ese tiempo que demoré mis estudios”, afirma.
La guía y consejos de uno de sus jefes, y el deseo de cumplir el sueño que tenía para ella su mamá, empujaron a la Dra. Gavelini a retomar la facultad: “Teniendo un gran apoyo de mi esposo y mi hijo que estaba fascinado porque su mamá se reciba, decidí retomar y terminar mi carrera”.
Una vez recibida la Dra. Gavelini, matriculada de la Delegación Lomas de Zamora, se desempeñó como docente, como perito contadora en distintos fueros de Capital Federal, y además trabajó en las áreas contables de distintas empresas. Luego, junto a dos colegas, inauguró su propio estudio contable: “Se cumplen 10 años de eso que empezó como un sueño, que estuvo muy atado a empezar a un mes de haber perdido a mi madre, sentía que además del título era una asignatura pendiente que tenía con ella porque hacía años que me insistía con que tenga mi propio Estudio”.
La Dra. Rosana Seery viajó desde Villa Gesell a Mar del Plata para empezar la carrera de Ingeniería Electrónica: “La idea mía juvenil era poder desarrollar sistemas, se estaban gestando las computadoras y todo el diseño”, afirma la actual matriculada de la Delegación General Pueyrredon, que se recibió de contadora pública a sus 52 años de edad.
Con el revuelo social y político que atravesó el país a fines de los años 80, la Dra. Seery migró a Buenos Aires y tuvo que abandonar su carrera. Pasados unos meses, recibió una oferta de trabajo en Villa Gesell y retornó hacia la ciudad de la costa atlántica, para empezar a trabajar en un estudio contable, en el que tenían una de las primeras computadoras de la localidad y en el que Rosana asegura: “Yo entro más por la cosa de estar vinculada a la computadora y termino enganchándome en la contabilidad”.
Apareció entonces en el horizonte de la Dra. Seery una nueva idea, aunque ella misma confiesa: “Siempre me quedó pendiente porque la realidad era como que la contabilidad no era lo mío, no lo quería afirmar”. En el estudio contable estuvo cada vez más cercana a las tareas propias del ejercicio profesional y además en paralelo se dedicó a la administración de consorcios, habiendo realizado el curso destinado a ello en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Rosana, quien siempre se codeó con la contabilidad y con áreas vinculadas a la misma, fue apodada en el pueblo como “Rosana la contadora”: “Me decían contadora y yo explicaba que no lo era. Por esto de tener que explicarle a mis hijos adolescentes de por qué me decían contadora y por qué yo explicaba que no lo era, decidí volver estudiar”, cuenta la Dra. Seery, y afirma: “Es muy gratificante hoy estar recibida y poder mostrarle a mis hijos que no importa el tiempo pero uno puede lograr los objetivos”.