El Dr. Oscar Aboy es contador público y junto con su familia fundó El Brocal, un emprendimiento que produce mermeladas y conservas, que está ubicado en la ciudad de San Pedro al noroeste de la provincia de Buenos Aires. Luego de trabajar durante muchos años en relación de dependencia y de interesarle lo comercial, el Dr. Aboy decidió empezar a invertir en sus sueños. Es el resultado exitoso de la combinación entre la contabilidad y los saberes comerciales, y las ganas de emprender y cumplir los deseos. 

El Dr. Oscar Aboy es contador público y junto con su familia fundó El Brocal, un emprendimiento que produce mermeladas y conservas, que está ubicado en la ciudad de San Pedro al noroeste de la provincia de Buenos Aires. Luego de trabajar durante muchos años en relación de dependencia y de interesarle lo comercial, el Dr. Aboy decidió empezar a invertir en sus sueños.

Esta pyme familiar, que hoy ya cuenta con 27 empleados, nació en 1999 con el deseo de llevar a los hogares sabores únicos y artesanales, como los que lograban las manos de las tías y abuelas. Logró llegar a las góndolas de grandes cadenas de supermercados y también está en condiciones de exportar. Es el resultado exitoso de la combinación entre la contabilidad y los saberes comerciales, y las ganas de emprender y cumplir los deseos.

Una garrafa, una olla y un quemador

El Dr. Aboy cuenta que conoció San Pedro por cuestiones laborales y que desde esos tiempos en los que visitaba la ciudad se hizo la idea de tener una chacra ahí, porque confiesa ser un amante de la naturaleza. Las ganas de la independencia y del propio emprendimiento cobraba cada vez más fuerza, y en cuanto pudo compró en esta ciudad bonaerense una finca pelada de 29 hectáreas, que luego pasaron a ser 17. “Empezó como un hobby, quería vivir de algo relacionado con la naturaleza y la familia me acompañaba”, recuerda.

Así comenzó junto a su esposa Marcela, su hija Julia y su hijo Nicolás, a indagar qué proyecto les dejaría un rédito económico y les permitiría vivir de aquello por lo que habían apostado. “Empezamos los 4 a convivir en el espacio rural los fines de semana y empezar con alguna idea. Eso llevó cuatro años hasta que decidimos cuál era el proyecto. Queríamos traer a Buenos Aires un sabor que la gente extrañaba en la ciudad”.

Luego de varios intentos llegaron a las mermeladas. Plantaron frutales y de a poco, siguiendo la prueba y error, fue tomando forma lo que con los años y mucho esfuerzo se convertiría en su marca y producto, El Brocal. “En el fondo de nuestra casa revolviendo en una olla, haciendo pruebas de cómo salía. Fue muy de abajo. Una garrafa, una olla y un quemador”, cuenta el Dr. Aboy.

Nació en 1999 con el deseo de llevar a los hogares sabores únicos y artesanales, como los que lograban las manos de las tías y abuelas.

Del campo a tu mesa

Levantaron su primera fábrica y depósito en un galpón, y llegaron en poco tiempo a la venta en una escala chica a nivel local. La crisis económica desatada del 2001 los forzó a stockear mercadería y entregarla a consignación. Al año próximo firmaron un contrato con una de las cadenas más importantes de Buenos Aires que tuvo que virar hacia el mercado interno también producto de la crisis. Luego, acordaron con otras y en 4 años estaban en las principales cadenas del país.

“Todo fue en base a progreso, a mantener la calidad del producto, lo que nunca cambiamos es la receta y la calidad. Seguimos haciendo lo mismo en mayor escala”, dice el Dr. Aboy, y afirma que para mantener esos parámetros fue necesario fabricar una máquina que no industrializara los sabores. “No hay máquinas hechas para una escala chica como la nuestra, hay para escalas muy grandes que no salen artesanales como la que hacemos nosotros”.

Hoy El Brocal, bajo el lema “Del campo a tu mesa”, sigue siendo fiel a su idea original y llega a muchos hogares en distintos puntos del país con su sabor artesanal, sin conservantes ni aperitivos. El Dr. Aboy y su familia lograron un producto único. 

 

Ser contador y emprender

“Era bueno en matemática, me había gustado contabilidad en la secundaria”, cuenta el Dr. Aboy sobre la elección de la carrera. Siempre trabajando en relación de dependencia y orientado a lo empresarial, ocupó puestos como gerente de administración y finanzas, de auditoría interna, y se desempeñó también áreas comerciales.

Todo fue en base a progreso, a mantener la calidad del producto, lo que nunca cambiamos es la receta y la calidad.
Cuando uno mezcla lo comercial con lo numérico, saber sacar las cuentas, los efectos financieros y las devaluaciones y un montón de cosas, te ayuda muchísimo a armar un negocio.
  • La chacra de la familia Aboy, donde se encuentran las plantaciones y la fábrica.
  • Plantación de frutales de los que obtienen la materia prima.
  • Las mermeladas que produce El Brocal.
  • Marcela Baz, esposa y socia del Dr. Aboy, en las plantaciones de la chacra familiar.
  • Empleadas de El Brocal, seleccionando minuciosamente ciruelas.
  • Empleadas de El Brocal, cortando higos.

Toda esta trayectoria le permitió fundar al Dr. Aboy una base más que sólida para emprender. “Lo que tiene la profesión nuestra es que te brinda herramientas que si vos las sabés aprovechar con una apertura comercial, tenés elementos que muchos comerciales no tienen”, afirma Oscar y demás agrega: “Cuando uno mezcla lo comercial con lo numérico, saber sacar las cuentas, los efectos financieros y las devaluaciones y un montón de cosas, te ayuda muchísimo a armar un negocio”.

Luego de llevar a la par durante 20 años su trabajo formal y su propia empresa, el Dr. Aboy decidió renunciar y solamente dedicarse a El Brocal. “Aproveché la parte comercial que siempre me gustó, quería que mis chicos no trabajaran en relación de dependencia, ser emprendedor te da otro vuelo y te permite hacer otras cosas. Queremos que la empresa tenga una continuidad, que lo sigan otras generaciones”, cuenta. 

Como consejo para aquellas personas que quieran emprender, el Dr. Aboy afirma que no hay recetas y que deben dejarse de lado los miedos, y lanzarse: “Hay que hacer algo que a uno le impacte, le movilice y que le de ganas. Si uno hace algo por la cual se ve motivado, ni se va a dar cuenta que está trabajando y va a poder aplicar todo lo que saben en ese caso”. 


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