LOS ÚNICOS

NOTA 4

“Pueblo elegido porque aprieta los pies sobre la tierra”, reza un poema de la Dra. Silvia Oliverio, trenquelauquense de nacimiento pero radicada desde los 2 años en Zavalía, una pequeña localidad bonaerense a poco más de 10 kilómetros de Los Toldos. Sólo abandonó esas tierras durante sus estudios universitarios, que le permitieron no solamente tener una de las mejores experiencias profesionales de su carrera al trabajar en la empresa Bonafide, sino que ese corto pero intenso recorrido la preparó para el gran regreso al pueblo que la vio irse adolescente y la recibió como profesional en Ciencias Económicas y escritora en potencia.

“Fue muy lindo trabajar en una empresa como Bonafide. Quizás por haber sido mi primer trabajo es que le tomé el gustó a las fábricas. Así que cuando me ofrecieron el trabajo en la aceitera de Zavalía no lo dudé un segundo”, reconoce la profesional que se desempeña en esta empresa familiar de dimensiones considerables, muy conocida en la zona, y que emplea a un gran número de trabajadores.

“La verdad es que no tengo horarios, me gusta trabajar de noche siempre que el momento del mes lo permita. En general destino esas horas para la liquidación de sueldos de la Cooperativa Eléctrica de Zavalía. En la mañana llevo los recibos y liquido cargas sociales. Lo mismo que con los empleados de los productores agropecuarios con los que trabajo. Después me centro en los sindicatos, el IVA y lo que me quede por hacer hasta las 16, que es cuando entro en la aceitera”, detalla, con metódica paciencia, la profesional.

Amiga de la navegación web, asegura que “las capacitaciones las hago desde mi casa, todo por internet”, y cuenta una anécdota que recuerda con humor: “Fui la primera en tener computadora en Zavalía, en 1988. Y la primera en tener internet, en 2001. Mucha gente venía a mi casa a usarla un rato o simplemente a mirar qué era”.

La Dra. Silvia Oliverio, regreso al pueblo que la vio irse adolescente y la recibió como profesional en Ciencias Económicas y escritora en potencia.

La combinación de las letras

Hija de un Perito recibidor de granos, vive con su esposo a un costado de la ciudad en una zona de quintas que, según ella, “ya es campo”. Este lugar de privilegio le permite estar al alcance de la mano de cualquier vecino que tenga que resolver un trámite, no siempre de índole contable. “Me han pedido ayuda para todo, desde llenar formularios hasta con deberes de la escuela. A veces cumplo una función que no es remunerada pero sí muy gratificante”.

En ese sentido, reconoce que la exigente tarea diaria la llevó a buscar otras actividades alejadas de las Ciencias Económicas. “Me gusta la jardinería, la huerta y las artesanías. Además escribo cuentos y poesías”, precisa al mismo tiempo que aclara que el día que llegue a la jubilación, las tareas de Contador quedarán a un lado y destinará sus horas en otra actividad: “Estoy preparando todo en donde vivo, en la quinta, para poner una granja con animales y un vivero. Además quiero tener más tiempo para escribir cuentos y novelas”.

“Desde el 2004 empecé a participar en concursos y muchas veces los premios eran la publicación del material, por lo que muchos de mis escritos pueden leerse. Escribir me da satisfacciones personales”, apunta la Dra. Oliverio.

“La tierra renegrida me pide una semilla. Clavo la pala, la siembro”, puede leerse en su poema titulado Siglo de rosas y espinas. La pluma es para la protagonista de esta historia un lugar en donde no solo expresa lo que siente, sino que se encuentra cómoda y así lo demuestra en la última línea del texto: “...como quien no dice nada, ya puedo sentir que Zavalía es mi pueblo”.

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