La historia del Dr. Germán Iriart es la de muchos profesionales que en un momento de su vida, después de décadas de esfuerzo, se encuentran con un problema de salud que los llama a la reflexión. La particularidad es que al Dr. Iriart le ocurrió apenas pasados los 30 años.
Dejó todo y se abocó a desarrollar proyectos gastronómicos que lo apasionan.

El Contador Público Dr. Germán Iriart, con experiencia en la Tesorería de la Provincia de Buenos Aires y como Director de Finanzas en la Dirección Nacional de Migraciones, se encuentra junto a una mesa de café en un bar de La Plata. No está sentado disfrutando un cortado en una pausa de trabajo; está disfrutando sí, pero de atender a los clientes del negocio propio que emprendió para no postergar más sus sueños.

Cuando estaba trabajando full time en Migraciones, en 2018 y con poco más de 30 años sintió una puntada en el pecho que no le permitía respirar bien y luego de un control con el médico cardiólogo -sin antecedentes familiares- le detectaron una obstrucción coronaria importante por la que debió someterse a una cirugía de bypass. Al no encontrar una causa específica, los médicos se orientaron hacia el stress.

“Tuve que hacer un replanteo de mi ritmo de vida, me puse a pensar si lo que hacía era lo que me gustaba”, reflexiona el Dr. Iriart en diálogo con RePro y agrega: “A los 35 años me cayó la ficha de que no era inmortal, uno a esa edad no piensa que le puede pasar algo así y cuando te pasa te replanteás todo. Me di cuenta que el trabajo que tenía no era lo que me hacía feliz; me gusta tener mis propios proyectos, llevar a cabo ideas nuevas, armar equipos con amigos”.

Así fue como recuperado de la operación se reincorporó al trabajo pero ya sabiendo que quería dejarlo y optar por otro que le permitiera realizarse.

De bar en bar

Su interés por organizar emprendimientos vinculados a la gastronomía surgió cuando era miembro de la Comisión Directiva del Centro de Estudiantes de Lobería, su ciudad natal. “Organizábamos fiestas y bailes solidarios para recaudar fondos para la casa que el Centro posee en La Plata donde se hospedan jóvenes becados”, recuerda el Dr. Iriart.

Unos años después, aun cursando la carrera, con su hermano decidieron comprar una parte de la sociedad de un bar llamado Liberio con el que hicieron su primera experiencia. Después llegaría un proyecto más ambicioso: refaccionar una casa abandonada en una zona en auge y montar desde cero un restobar con estética propia al que nombraron Pieres.

Fueron años de mucho trabajo dedicados a proyectos que lo apasionaban. De dolores en el pecho, ni registro. Quizás la pasión sea el mejor anticuerpo en estas circunstancias.

A los 35 años me cayó la ficha de que no era inmortal, uno a esa edad no piensa que le puede pasar algo así y cuando te pasa te replanteás todo.

El llamado a la reflexión

Los cambios naturales que vienen con los años lo llevaron a dejar a un lado los emprendimientos y abocarse de lleno a empleos formales, ya con el título de Contador Público, primero en la Contaduría de la Provincia y luego aceptando el desafío de liderar equipos en la Dirección Nacional de Migraciones.

“Parece paradójico; cuando dejé todos los emprendimientos y me dediqué a la función que me habían propuesto, fue cuando me pasó esto”, reflexiona el Dr. Germán Iriart evocando aquella puntada en el pecho que actuó como una llamada del corazón. “Aunque nunca se saben bien las causas de las enfermedades, son conclusiones a las que uno llega”, asegura.

  • El Contador Público Dr. Germán Iriart atiende su emprendimiento y delegó en una amiga contadora la atención de los vencimientos impositivos.
  • Lo que comenzó con la venta de bolsas de café entre amigos se convirtió en un local gastronómico al que bautizó Café Nómade.
  • Un anterior proyecto fue refaccionar una casa abandonada en una zona en auge y montar desde cero un restobar con estética propia al que nombraron Pieres.

Cambio a tiempo y tiempo a cambio

Lejos de desoír lo que aquella puntada quería decirle, decidió realizar un cambio a tiempo pero justo se encontró con la pandemia y el encierro, pero pudo obtener tiempo a cambio.

“La pandemia me permitió capacitarme mucho de manera virtual. Antes había hecho algunos cursos presenciales, pero luego continué formándome con gente de Europa y de nuestro país, conectándome con gente que pasó por esta experiencia, que tiene su propio tostador”, relata y agrega: “Sin dudas, si no hubiera estado la pandemia no hubiera tenido todo ese tiempo para profundizar en el negocio del café como lo hice”.

En septiembre de 2021, luego de vender bolsas de café entre amigos y más allá, logró abrir un local a metros de la Facultad donde se recibió de contador y dedicarse plenamente a su desarrollo al que bautizó Café Nómade (@nomade.cafelp). “Tengo una amiga contadora pública que me da una mano con los vencimientos. No estoy en el día a día de la profesión, en especial en la parte impositiva, y prefiero delegarlo”, explica pero aclara: “Sí me encargo de la gestión y administración del negocio. Instalé un sistema de gestión, me encargo de manejarlo y de capacitar al personal para que lo usen y todos los ingresos y gastos queden registrados. Me gusta después analizar las ventas, ver cuáles son los productos que más se venden y revisar por qué otros no tienen salida”.

Cuando la persiana se baja, se toma un cortado con la profesión y piensa con ella los nuevos caminos a transitar juntos. De fondo el silencio, aunque bien podría escucharse a Serrat cantar “De vez en cuando la vida toma conmigo café”.

Parece paradójico; cuando dejé todos los emprendimientos y me dediqué a la función que me había propuesto, fue cuando me pasó esto.

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