Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Desde la ciudad de Pergamino, al norte de la Provincia de Buenos Aires, cuenta su historia el Dr. Julián Provenzano, contador público y creador de esculturas hechas con chatarra. El negocio de su familia era un corralón de materiales y en ese mundo pudo desarrollar la profesión una vez recibido pero también encontró, entre máquinas, repuestos y chapas, su gran amor por el arte chatarra.
Sus obras son de exportación, logró formar parte de exclusivas exhibiciones internacionales en las que vendió sus producciones y fue ganando renombre. “Hace 7 años que hago esto y nunca paré de trabajar, siempre tuve pedidos en la Argentina y siempre tuve proyectos, novedades y contacto con el exterior, nunca se frenó hasta ahora”, cuenta el Dr. Provenzano.
Desde la ciudad de Pergamino, al norte de la Provincia de Buenos Aires, cuenta su historia el Dr. Julián Provenzano, contador público y creador de esculturas hechas con chatarra. El negocio de su familia era un corralón de materiales y en ese mundo pudo desarrollar la profesión una vez recibido pero también encontró, entre máquinas, repuestos y chapas, su gran amor por el arte chatarra.
Sus obras son de exportación, logró formar parte de exclusivas exhibiciones internacionales en las que vendió sus producciones y fue ganando renombre. “Hace 7 años que hago esto y nunca paré de trabajar, siempre tuve pedidos en la Argentina y siempre tuve proyectos, novedades y contacto con el exterior, nunca se frenó hasta ahora”, cuenta el Dr. Provenzano.
Está intentando de a poco dejar de dedicarse de lleno al trabajo contable, para hacer lo que él define como su gran pasión: las esculturas: “Si se da todo lo que está proyectado, este año va a ser decisivo”, dice Julián, haciendo referencia a sus futuros proyectos para este año.
Admite que no va a extrañar la contabilidad pero reconoce que volvería a estudiar la carrera, porque para él la profesión fue y es un plus para su nuevo oficio a la hora de negociar por sus obras y de contar con los conocimientos necesarios que le permitan tomar las mejores decisiones en relación a sus ventas y finanzas.
Apenas terminó de cursar comenzó a trabajar en el negocio familiar y en paralelo por unos años realizó auditorías operativas y externas en una estancia, en la que también liquidaba sueldos y se encargaba de toda la parte impositiva. Pasó además por el ejercicio independiente de la profesión.
“Jamás estudié nada relacionado con el arte”, confiesa Julián, quien también es Técnico en Computación por el secundario y antes de llegar a la contabilidad pasó por una carrera universitaria relacionada con la informática. “Siempre fui más de hacer que de estar sentado. La profesión siempre fue algo que me costó, no era mi pasión. Me sirvió y me sirve todavía como una herramienta pero como que siempre traté de estar en movimiento”, comenta.
Julián insiste en romper con la estructura que trae la profesión y comenta que es difícil que la gente entienda que trabajando se puede disfrutar: “Eso creo que tampoco hay que perderlo de vista. Hay mucha gente que estudió conmigo que estudiaban y salían de la facu y dicen ‘yo soy contador y no hago nada más’, y en realidad cuando salis de la facu sos más útil no más inútil, sabes algo más y podes hacer todo lo que hacías antes más eso. Hay muchos contadores que tienen una veta, hay que romper un poco con esa estructura es saludable”, cierra.
Chapas de metal, cadenas, cubiertos viejos, tuercas y arandelas son los primeros materiales que se ven en las esculturas del Dr. Provenzano, elementos metálicos desechados y en desuso a los que se les da una nueva oportunidad de lucirse.
La construcción de esculturas con chatarra forma parte de un fenómeno artístico que se da dentro de una tendencia que viene creciendo no solo en el país sino, y sobre todo, a nivel internacional y que no sólo tiene una connotación estética, referida al arte, sino también una función ambiental al involucrar el reciclado.
En esa exposición, el trabajo de Julián fue el principal atractivo y logró vender la primera escultura que realizó, un caballo de 2.50 metros de altura y 2 metros de largo. En el mes de mayo de este año, fue invitado a otra exposición en Turquía, la Valuable Scraps (Chatarra Valiosa) realizada en la ciudad de Ankara.
Ya sintiendo el mundial de fútbol que va a llevarse adelante este año en Qatar, el Dr. Provenzano construyó una escultura en tamaño real de Lionel Messi realizada con “recortes de chapa, alambres, sobrantes de punzadora, caños, partes de autor y de bicis”; y su último proyecto que forma parte de la misma serie es “Pelusa”, una escultura de Diego Armando Maradona sosteniendo la copa del mundo, también en tamaño real. “Toda esta expectativa es con la idea de llevar esas esculturas al Mundial 2022 en Qatar”, afirma Julián.