Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
El aumento de delitos tecnológicos y cibernéticos ha sido impulsado por la creciente dependencia de la tecnología en nuestras vidas. Los delincuentes aprovechan la hiperconectividad para cometer delitos de manera anónima y afectar a más víctimas. La pandemia ha exacerbado esta tendencia, ya que las personas se ven obligadas a utilizar la tecnología sin conocimientos de seguridad. Estos delitos se producen debido a fallas en la seguridad informática y requieren una gestión activa y prevención. La ciberseguridad se centra en proteger la confidencialidad, integridad y autenticidad de la información, así como en combatir los delitos informáticos. Es crucial capacitar y concienciar sobre el uso seguro de los medios digitales. Además, se insta a las organizaciones a implementar políticas de ciberseguridad y tomar decisiones que promuevan un entorno seguro. En caso de ser víctima de un ciberdelito, se recomienda buscar asesoramiento especializado.
Los delitos cometidos mediante el uso de la tecnología fueron aumentando significativamente año a año a medida que el empleo de la misma comenzó a ser totalmente trascendental para desarrollar cualquier tipo de actividad. Es así que los delincuentes, o ciber-delincuentes, comenzaron a aprovechar un mundo cada vez más hiperconectado, para desarrollar sus acciones delictivas.
Se ha desplazado el delito de fraude clásico o “cara a cara” para pasar a realizarse a través de estas nuevas tecnologías que brindan dos características fundamentales: el “pseudo” anonimato, y la capacidad de afectar a un número mayor de víctimas por el poder de alcance que tiene internet, las redes sociales y las comunicaciones en general.
Si a este avance tecnológico le sumamos la pandemia desatada a nivel mundial en el 2020, con la que el uso de la tecnología para realizar cualquier actividad se volvió aún más fundamental, se exponenció la comisión de delitos informáticos ya que todas las personas debieron, sin capacitación alguna, involucrarse en este mundo desconociendo los peligros que podrían presentarse.
Muchos de estos delitos informáticos, entendidos según Sain (2021), como “todas aquellas conductas antijurídicas, ilícitas o ilegales que vulneran derechos o libertades de las personas y utilizan un dispositivo informático como medio para la comisión del mismo, o el mismo es el fin del delito”, ocurren o pueden ocurrir debido a fallas o incidentes de seguridad informática y requieren no sólo de la gestión activa de la seguridad sino del estudio del fenómeno para poder prevenirlos y combatirlos.
La ciberseguridad se encarga de la preservación de la confidencialidad, integridad, disponibilidad y autenticidad de la información en el ciberespacio, poniendo el eje en la seguridad de las personas, de los ciudadanos. Además, contempla la problemática de los delitos informáticos (diferente a los incidentes de seguridad informática) donde muchos de ellos pueden ocurrir sin que conformen un problema de seguridad informática. No se reduce a una cuestión técnica de la informática, ni es sinónimo de “seguridad informática”.
Los ataques informáticos hacia una organización o persona pueden provenir de dos formas diferentes, “desde adentro” o “desde afuera”.
Los ataques “desde afuera” corresponden a las formas que tienen los cibercriminales de vulnerar los sistemas. Es un tipo de ataque a los dispositivos y aplicaciones. Así se pueden describir algunas metodologías de este tipo de intrusiones:
Ahora bien, al hablar en términos económicos, el costo/beneficio que incidiría en este tipo de intrusión podría ser bastante alto. En primer lugar, se requieren ciertas características técnicas del delincuente para poder explotar este modo de ataque; en segundo lugar, las probabilidades de un ataque exitoso pueden ser bastante bajas ya que dependerá siempre de los controles de seguridad con los que cuente la organización o los dispositivos personales que están siendo objeto del ataque.
Para subsanar estas desventajas que presenta un ataque “desde afuera”, aparece una modalidad que es la más utilizada por los delincuentes y se la puede denominar el ataque o intrusión “desde adentro”. Es decir, no se ataca al dispositivo, aplicación o sistema, se ataca a la persona que posee los permisos para acceder a un sistema o bien posee información valiosa. Entonces las trabas de los controles de seguridad que imponga un sistema no tienen incidencia ya que una vez vulnerada la persona, directamente el delincuente accedió al dispositivo o bien robó la información que necesita y fue la misma persona o usuario con acceso a esa información quien se la brindó.
En estos casos, se reduce la “expertise” necesaria del delincuente para vulnerar un sistema y se saltean los controles de seguridad impuestos. Ya no se necesita un delincuente experto en informática, se necesita de un delincuente experto en el engaño o la manipulación de personas.
Se reduce el costo de un ataque exitoso (no es más necesaria la “expertise” técnica) y aumenta el beneficio (son las personas el objetivo y las que realizan las acciones, y son ellas generalmente el eslabón más débil por no contar con la capacitación necesaria sobre los riesgos en el mundo digital).
Esta técnica para la manipulación de personas es lo que se conoce como “Ingeniería social”. En ella se emplean artilugios humanos y sociales para engañar a una persona y que sea ella misma quien ejecute una acción, brinde acceso al sistema o información a un delincuente que le permitan lograr su cometido.
Una de las formas más clásicas de la Ingeniería social es la suplantación de identidad o también conocida como “phishing”. En ella los delincuentes toman la forma de otra persona o institución para entablar un diálogo con el usuario o persona, lograr que esta confíe en ellos y así obtener la información deseada.
Es por esto que el ataque a las personas es la principal causa de los diferentes incidentes o eventos adversos que reciben las organizaciones o personas y por esta misma razón es que es necesario capacitar y concientizar sobre un uso seguro y responsable de los medios digitales. Capacitar para prevenir y concientizar para que se conozcan los riesgos al navegar y utilizar los medios digitales.
Es imperioso que las organizaciones cuenten con políticas en ciberseguridad, que se tomen decisiones que hagan un ecosistema seguro. La toma de decisiones y la generación de medidas al respecto, harán que las capacitaciones y concientizaciones sean efectivas.
Recomendaciones generales para operar en este mundo digital:
Por último, si sos víctima de un ciberdelito o desconocés si lo que te sucedió puede serlo, contactá a un especialista en el tema para que te asesore.
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