El Dr. Horacio Colaneri y el Dr. Daniel Laurens cumplieron 50 años en la matrícula. Ambos ejercieron la docencia universitaria, se recibieron de la carrera de Contador Público y mantienen, 5 décadas después de graduarse, sus propios estudios contables. Colaneri pertenece a la Delegación San Nicolás, y Laurens representa a la Delegación Mercedes. Historias y anécdotas de 50 años de profesión, en diálogo con RePro.

El Dr. Daniel Laurens, Contador Público (Tomo 29, Folio 8, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), tomó la decisión de estudiar la carrera en tercer año del secundario, cuando dieron por primera vez la materia de contabilidad. Esa conexión temprana fue determinante a la hora de cambiar de escuela, con vistas a su etapa universitaria.

“Decidí ser perito mercantil porque para ingresar a la facultad, los peritos mercantiles no daban examen de ingreso, para ahorrarme un año”, relata Laurens, quien iba todos los días desde su San Antonio de Areco natal hasta San Andrés de Giles “por camino de tierra en colectivo”.

Egresado como perito mercantil, su próximo destino fue la Universidad Nacional de La Plata, aunque una sorpresiva modificación en el plan de estudios lo obligó a hacer un curso de ingreso intensivo en verano.

Durante esos años en los que vivió en una pensión, describe al comedor universitario como una “salvación”, y relata que estudiaba de apuntes fotocopiados, motivo por el que podían “bocharte” de las materias. “Teníamos una amiga que trabajaba en el ministerio de Obras Públicas, ahí había una sola fotocopiadora. Tomábamos apuntes, ella sacaba la fotocopia y nos lo repartíamos entre todos. Era la única fotocopiadora que había en La Plata”.

Una amistad entrañable fue uno de los motivos que posibilitaron el tan ansiado título universitario. “Cuando voy a la facultad, el primer día de clase, me siento en primera fila, al lado de otra persona y le pregunto de dónde era. Era de Salliqueló y me dijo de estudiar juntos. Estudiamos los 5 años de la carrera y rendimos todas las materias juntos”, rememora el contador, quien se consideraba menos capaz pero muy perseverante”.

El Dr. Daniel Laurens (Delegación Mercedes) y el momento en el que le toman juramento.

Yo me recibí gracias a él, y él dice que se recibió gracias a mí. Nos recibimos en 4 años, 9 meses y 20 días”, expresa con sorprendente precisión. Luego de graduarse en 1971, volvió a San Antonio de Areco, donde abrió su propio estudio contable.

Desde su óptica, la primera valla que tuvo que superar fue su tartamudez. “A mí los exámenes me costaban el doble. Salí mal en toda mi carrera 3 veces en la misma materia, Derecho del Trabajo y Seguridad Social, a tal punto que abandoné y me vine, y mi madre me mandó de vuelta”. En ese entonces, Laurens se encontraba a solo 7 materias de recibirse.

Ese profesor que lo hizo desaprobar 3 veces en la instancia oral, fue el que lo incentivó a iniciar un tratamiento para su disfluencia en el habla, consejo que tomó cuando daba los primeros pasos de su carrera profesional. “Cuando me preguntaban a qué iba a Buenos Aires, decía que tenía un cliente, porque hablar hace 50 años de que iba a un psicólogo era estar loco, la salud mental no existía. Pasaron 4 años y no sé qué día ni a qué hora dejé de ser tartamudo”.

Lo que en un principio había sido una limitante, terminó siendo un impulso de superación para iniciar su carrera como docente. “La docencia surge por la tartamudez, amaba contabilidad, y era una forma de probarme”, cuenta el profesional.

Sin embargo, la docencia universitaria llegó luego de un accidente automovilístico que lo animó a orientar sus energías hacia los más jóvenes. “El por qué sucedió está reservado a Dios”, afirma el Dr. Laurens y agrega: La docencia fue un para qué. Para dar a cambio de nada. No cobré nunca, fui uno de los docentes que pagaba para dar clase”.

Estuve muy enamorado del Consejo, me dio muchas herramientas, ayuda, amistad, cariño y afecto.
Dr. Daniel Laurens - Contador Público, MP T29 F8 del CPCEPBA

El Consejo en el interior de la Provincia

El colega relata que su acercamiento al Consejo se dio a raíz de una consulta, ya estando matriculado. Llego por una duda sobre cómo registrar contablemente la compraventa de automotores y me derivan a dos contadores, narra en relación a su primera visita a la Delegación Mercedes.

“Me dijeron de ir más seguido, una vez por mes hacían una cena. Seríamos 7 u 8, ahí me vinculé con la institución. Estuve muy enamorado del Consejo, me dio muchas herramientas, ayuda, amistad, cariño y afecto”, recuerda el colega.

A su vez, el beneficio otorgado por la Caja de Seguridad Social de seguir ejerciendo la profesión aún estando jubilado fue calificado por el Dr. Laurens como algo “espectacular”. “Estoy jubilado y sigo trabajando. Lo que tiene esta edad es que uno tiene mucha experiencia y puede transmitirla, cosa que en otras profesiones no puede ser así. Nosotros nos jubilamos y podemos seguir ejerciendo, lo veo muy positivo”, indica quien dice ser el tercer contador de San Antonio de Areco.

 

Adaptarse al paso del tiempo

50 años traen consigo cambios en el ejercicio de la profesión. “Empecé con un lápiz y una goma de borrar. Después vino una revolución, que era contabilizar con el papel carbónico”, plantea el colega. Luego de la Olivetti manual y eléctrica, la tecnología dio un paso gigante con la aparición de las primeras computadoras. “La computadora medía más o menos 3 metros de ancho por 6 metros de largo y costaba 42 mil dólares, lo que valía un departamento de 2 ambientes. La importé desde Holanda y hoy está en el museo de Luján. Los disquetes tenían el tamaño de una hoja A4. Parecía la NASA”.

A su vez, comenta que hubo colegas que “quedaron en el camino, no soportaron los cambios. Uno de ellos no soportó la aparición del IVA, grafica Laurens, al tiempo que afirma que controlaban a mano los resultados salidos de la computadora. “Lo que lanzaba la computadora lo controlábamos manual, porque desconfiábamos”, cuenta el colega en una escena surrealista.

A la hora de hacer un balance de lo transcurrido, el profesional indica, con orgullo, el crecimiento de su estudio contable: “Empecé solo y hoy somos 14 personas en un pueblo chico”, y en diálogo con RePro, suma una anécdota más. “En 50 años, el sueño recurrente que tengo es que soy un contador trucho, que nunca me terminé de recibir, me falta una materia. Lo sueño hasta el día de hoy”, confiesa entre risas alguien que ya lleva más de 5 décadas ejerciendo la profesión.

Horacio Colaneri (Delegación San Nicolás) continúa ejerciendo la profesión en su estudio contable ubicado en Zárate.

Una vocación para toda la vida

El Dr. Horacio Colaneri, Contador Público (Tomo 29, Folio 158, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), afirma que su decisión por estudiar la carrera también se manifestó durante el colegio. Yo hice la secundaria cuando el plan contemplaba 4 días en la semana de contabilidad, tuvimos una formación muy fuerte, ahí se fue forjando la vocación”.

La Universidad de Buenos Aires no lo recibió de la mejor manera: al curso de ingreso imprevisto que tuvo que realizar en 1966, se le sumó el Golpe de Estado. “Ciencias Económicas fue la única vez que tuvo un curso de ingreso que duraba un cuatrimestre. Tuvimos muchos problemas porque precisamente en junio fue el Golpe de Estado contra el gobierno de Illia. Como consecuencia de esas medidas, fue intervenida la Universidad de Buenos Aires y cerrada la Facultad. Volvió a abrir recién en octubre y tuvimos un cuatrimestre más corto de lo que realmente es”, recuerda el colega.

Cuando recibió el título, en el año 1971, ya se encontraba trabajando en un pequeño estudio contable en Buenos Aires, para luego desempeñarse en al área de auditoría interna en una empresa metalúrgica de Campana, más cerca de su Zárate natal.

“Dentro de las áreas que maneja un contador, la impositiva siempre me llamó la atención”, relata Colaneri, al tiempo que detalla: “En ese pequeño estudio trabajaba en el tema de impuestos y en auditoría interna estaba con control y conciliaciones de cuentas impositivas y previsionales”.

Sin saberlo, ese genuino interés derivó en que, 15 años después de dejar la facultad recibido como contador, realizara una especialización en tributación. “Habían pasado muchos años de mi graduación. Empiezo mi especialización en 1986, y la concluyo en 1994, en la primera colación que hubo. Uno no podía cursar más de una materia por cuatrimestre y después había que hacer un trabajo final, que me llevó como tres años”.

Son muy importantes los programas de educación continua que tienen los consejos profesionales de Ciencias Económicas.
Dr. Horacio Colaneri - Contador Público, MP T29 F158 del CPCEPBA

La especialización trajo consigo no solo más conocimientos, sino una nueva vocación: la docencia universitaria. “Cuando estoy empezando la especialización, un profesor me invita a sumarme como docente. Yo estaba residiendo en Zárate y tenía por lo menos 2 años más de cursada. Era imposible”, rememora Colaneri, y agrega: Le dije que una vez que terminara la especialización iba a tratar de incorporarme a la Universidad de Luján, dado de que en Campana hay una sede de esa universidad, y como está muy cerca de Zárate, no tenía tanto problema de viaje.”

Un hombre de palabra: con la cursada terminada en julio de 1990, en el mes de agosto ya se encontraba incorporado en la Universidad de Luján.

Una relación de más de 50 años

El acercamiento del profesional al Consejo se da a partir de su matriculación. “Me recibí en julio del ´71, recuerdo que me entregaron el título en diciembre, es un mes donde, con motivo de las fiestas, no funciona todo a pleno. Dejé para matricularme en el año 1972”, recuerda el Dr. Colaneri, en lo que fue el inicio de su relación con nuestra institución.

“Al ejercer la profesión de forma independiente, matricularse es prácticamente una obligación. He tenido clientes a los cuales había que hacerles balances, auditorías, certificaciones, y eso lleva la intervención del Consejo”, narra el contador en diálogo con RePro.

Jubilado desde 2013, cuando cumplió 65 años de edad, continúa en actividad con su propio estudio contable a partir del beneficio otorgado por la Caja de Seguridad Social. A pesar de la edad, debo adaptarme porque sigo trabajando, asegura con vitalidad.

A las lógicas actualizaciones impositivas y previsionales a las que tuvo que acoplarse en más de 50 años de profesión, se le sumó la variable tecnológica. “Son muy importantes los programas de educación continua que tienen los Consejos Profesionales de Ciencias Económicas. Uno tiene que dedicarse, leer, poner en práctica lo que escucha, ir sorteando los problemas que se van presentando. No queda otro remedio que tratar de interpretar todo lo nuevo que se va introduciendo”.

El amor por la profesión fue transmitida a sus hijos, también contadores. “Tengo dos hijos contadores, pero no residen en Zárate, estudiaron en la UBA, se enamoraron y se quedaron allá”, cuenta Colaneri, quien encuentra en la distancia la imposibilidad de que sus hijos se hagan cargo de su estudio contable. “No van a dejar lo que han hecho por sus propios medios para venir a atender clientes en Zárate”, afirma el contador, quien observa en las nuevas tecnologías un aliado que va a facilitar el desarrollo profesional de los jóvenes contadores”.


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