En un mundo competitivo, fijar honorarios adecuados es crucial para destacar el rol del contador público y hacer valer tu desempeño como profesional matriculado, aunque siempre es difícil la tarea de ponerle precio a un servicio intangible. Contrario a lo que se piensa, la elección del cliente es recíproca, y trabajar para personas con los que te sientas representado y compartas valores mejorará tu performance laboral, como así también tu satisfacción por hacer tu tarea para quienes sí la aprecian.

Además de tus conocimientos, tu actitud es clave a la hora de justificar el valor de tus honorarios. Tené en cuenta que hay clientes que buscan precio y pondrán en tela de juicio tu actividad y sé consciente de que cobrar menos de lo que deberías lleva inconscientemente a la mediocridad. Aquí, un listado de recomendaciones a tener en cuenta para fijar honorarios y valorar el trabajo realizado por un profesional matriculado.

ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 15 de diciembre
Edición N. 136 - Noviembre / Diciembre 2023

NOTAS DE AUTOR

Dra. Florencia Laura Moral Dra. Florencia Laura Moral Contadora Pública (Tomo 106, Folio 215,
Consejo Profesional de Ciencias Económicas
de la Provincia de Buenos Aires).
Coach Profesional ICF.

En un mundo competitivo, saber cómo otorgar el valor adecuado a tus honorarios es fundamental para destacar y progresar. Considero que nuestra labor como contadores comienza cuando fijamos un honorario por la prestación de un servicio profesional. En ese momento, nos hacemos una idea de lo que será nuestra tarea y estimamos un valor, porque vamos a entregar (y agregar) valor. Ahora bien, del otro lado hay un cliente, actual o futuro, que puede haber llegado a vos por varias razones: porque pasó por tu estudio y lo vio; porque te recomendaron por tu desempeño  o porque ya te conoce y vuelve a confiar en tu trabajo. Entre tantas opciones, te eligió a vos.

Ahora bien, ¿elegiste a ese futuro cliente? Más allá de la labor profesional, ¿conocés cómo se maneja en su negocio o empresa? ¿Está alineado con tu forma de trabajar, con tus valores, con tu estilo? Aquí debo hacer una pausa porque siento que muchas veces no tomamos consciencia de que nosotros también elegimos para quién trabajamos, a quién le entregamos valor. Debemos comprender que no estamos libres para todo el mundo y que, como profesionales, debemos establecer, al menos en nuestro fuero íntimo, para quién estamos disponibles y abiertos a trabajar, para quién no y cuál es nuestro cliente ideal.

Es por eso que es clave poner foco en las características y valores de las personas que quisieras tener de clientes: confiables, respetuosos, organizados, cumplidores, honestos, transparentes o responsables, según tus consideraciones. Tal vez,  luego de leer estas líneas te desilusiones un poco al pensar que el cliente ideal no existe, que es soñar con lo imposible, que es pedir mucho, pero debo decirte que sí es factible dar con él, que ese tipo de clientes están a la vuelta de la esquina aguardando por vos, solo que, al enfocarte en lo que no querés, atraés más de lo mismo.

Cada vez que te quejás de tu trabajo, que protestás porque te pagan mal y poco, que te enojás porque no valoran lo que hacés; cada vez que salís a salvar a tus clientes y no reconocen tu tarea; cuando los maternás y hacés malabares para cerrar una declaración jurada porque la página de AFIP no funciona. Casi siempre, el cliente no está al tanto de todas las situaciones por las que pasaste para desempeñar de manera profesional tu labor. Si bien se ha transformado en un hábito trabajar así, no funciona brindar tus servicios desde un lugar de queja, de víctima que padece al cliente. Sos protagonista  porque estudiaste, dedicás muchas horas a capacitarte, a estar actualizado, por el gran valor que generás en tus clientes y porque entrenás a diario para poder hacer tu trabajo y encontrar respuestas y soluciones.

Todo eso es poder, es ese tremendo valor que entregás y muchas veces no te animás a cobrar, porque te quedás mirando todo lo que te costó, sin percibir el impacto, lo que aportás, el valor que añadís en la empresa o negocio de tu cliente. Nos perdemos en la queja, nos achicamos, normalizamos lo que cuesta, y luego, no lo hacemos valer.

 

Honorarios: un agregado de valor que sí tiene precio

A continuación, te comparto algunos puntos a considerar para establecer el valor de tus honorarios:

Nuestra labor como contadores comienza cuando fijamos un honorario por la prestación de un servicio profesional.
  • Diferenciá  el ser contador del servicio que prestás. Sos contador y brindás un servicio profesional contable. Cuando establecés un valor, te referís al servicio que das, no sos lo que hacés, cobrás por tu tarea. Aquí viene la necesidad de trabajar el desapego para evitar que tu seguridad, confianza y autoestima estén condicionadas al valor que establecés en tus honorarios. Por un lado está el ser y por el otro lado el hacer.
  • Asignale tangibilidad a tu servicio. Dado que brindás algo que no se puede tocar y muchas veces cuesta detectarlo con los sentidos y que tu cliente lo vea, escuche o sienta, es necesario tener presente que tu servicio es un bien de intercambio. Al igual que un producto, como una lapicera o un libro, tiene un precio, y cuando establecés un valor te referís a ese producto, en nuestro caso, un servicio.
Si te dicen que tu servicio es caro, revisá si mostraste suficiente valor.
  • Reconocé quién estás siendo cuando brindás tu servicio. Es el condimento que le agregás al producto, es la manera en la que lo hacés, el cómo, uno de los motivos por el que te eligen, tu actitud, tu forma de ser. Es ese plus adicional que ofrecés cuando estás posado en tu mejor versión, cuando das tu 100%, cuando entregás todo lo que podés y sabés. Es clave sincerarse: hay clientes que sacan lo mejor de uno y otros que te transforman en algo que ni vos mismo soportás. Te invito a que observes cómo funcionás, porque impacta directamente en el cómo brindas tu servicio y en el valor que generás. Todo eso se traduce en precio y sí se percibe.
  • Utilizá la herramienta “calculadora de honorarios mínimos” y acompañá el informe a la propuesta de servicios y presupuesto de honorarios que entregues. Es una forma de mostrar coherencia, generar confianza, demostrar que sos un profesional matriculado y en qué te basaste para llegar al precio de tus servicios.

 

En busca de la previsibilidad: poner el foco en el cliente

Cuando preparás una propuesta de trabajo se pueden presentar distintas situaciones, por cuanto considero importante que las observes, que estés presente y tomes una decisión consciente:

  • Lo que por precio viene, por precio se va. Esta es una de las banderas rojas que nos señalan peligro; el mar no está para meterse, pero a veces nosotros decidimos nadar igual. El cliente que llega a vos quejándose de que el contador anterior le cobraba mucho probablemente esté buscando precio. Tal vez logres un acuerdo y le prestes tus servicios, pero tené en claro que existe una alta probabilidad de que en cuanto le ajustes ese valor no lo acepte o se vaya a buscar a otro más barato.
No funciona brindar tus servicios desde un lugar de queja, de víctima que padece al cliente.
  • Cobrar menos de lo que vale tu trabajo no solo significa regalar valor, también nos lleva a ser mediocres. No te achiques para encajar. Hay clientes que te piden precio; tal vez accedas y reduzcas tu valor, tal vez necesites vivir esa experiencia porque sentís que es un cliente que lo vale, o que en ese momento te viene bien cobrarlo. Según mi punto de vista y experiencia con el tiempo, este tipo de relaciones que nacen en desbalance (porque estás dando mucho y no recibís lo mismo a cambio) a la larga necesitan de un ajuste, y dicho ajuste viene de la mano de la calidad de tu servicio. De forma inconsciente, empezás a recortarte, a entregar menos valor para acomodarte a lo que recibís, sin dar tu mejor versión. Ese tipo de acciones no te potencian, generan un ruido interno, un malestar que te lleva a no ser fiel con vos mismo. Por decirle que sí al cliente, te decís que no a vos.
Tu actitud y forma de trabajo se traduce en precio y eso sí se percibe.
  • Si te dicen que es caro, revisá si mostraste suficiente valor: ¿Caro para quién? ¿comparado con quién? Tené en cuenta que esas miradas siempre vienen acompañadas de prejuicios. La persona que está parada en su propia queja no va a cambiar su pensamiento porque vos no le cobres o le vendas más barato tu servicio. Tiene la mirada puesta en la protesta y no puede ver tu valor. Invitalo a cambiar el foco, mostrale los beneficios de contratar tu trabajo. Explicale cómo lo podés acompañar como profesional para que él solo se ocupe de su negocio, empresa o emprendimiento.

Tu profesión y el servicio que brindás son tu mejor escuela de desarrollo personal.  A través de tus clientes y las relaciones interpersonales que lográs, podés conocerte. Se presentan desafíos, retos, situaciones a resolver, que requieren que aprendas, te capacites, salgas de lo conocido, te expandas y desarrolles tu potencial. Es en lo que elegís, creando tu camino día a día, donde aparecen las relaciones y situaciones perfectas para tu evolución. En definitiva, hay que apostar (y apuntar) a que todo lo que transites y vivencies puedas transformarlo en combustible para crear y recibir valor.

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