Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
En un mundo competitivo, fijar honorarios adecuados es crucial para destacar el rol del contador público y hacer valer tu desempeño como profesional matriculado, aunque siempre es difícil la tarea de ponerle precio a un servicio intangible. Contrario a lo que se piensa, la elección del cliente es recíproca, y trabajar para personas con los que te sientas representado y compartas valores mejorará tu performance laboral, como así también tu satisfacción por hacer tu tarea para quienes sí la aprecian.
Además de tus conocimientos, tu actitud es clave a la hora de justificar el valor de tus honorarios. Tené en cuenta que hay clientes que buscan precio y pondrán en tela de juicio tu actividad y sé consciente de que cobrar menos de lo que deberías lleva inconscientemente a la mediocridad. Aquí, un listado de recomendaciones a tener en cuenta para fijar honorarios y valorar el trabajo realizado por un profesional matriculado.
En un mundo competitivo, saber cómo otorgar el valor adecuado a tus honorarios es fundamental para destacar y progresar. Considero que nuestra labor como contadores comienza cuando fijamos un honorario por la prestación de un servicio profesional. En ese momento, nos hacemos una idea de lo que será nuestra tarea y estimamos un valor, porque vamos a entregar (y agregar) valor. Ahora bien, del otro lado hay un cliente, actual o futuro, que puede haber llegado a vos por varias razones: porque pasó por tu estudio y lo vio; porque te recomendaron por tu desempeño o porque ya te conoce y vuelve a confiar en tu trabajo. Entre tantas opciones, te eligió a vos.
Ahora bien, ¿elegiste a ese futuro cliente? Más allá de la labor profesional, ¿conocés cómo se maneja en su negocio o empresa? ¿Está alineado con tu forma de trabajar, con tus valores, con tu estilo? Aquí debo hacer una pausa porque siento que muchas veces no tomamos consciencia de que nosotros también elegimos para quién trabajamos, a quién le entregamos valor. Debemos comprender que no estamos libres para todo el mundo y que, como profesionales, debemos establecer, al menos en nuestro fuero íntimo, para quién estamos disponibles y abiertos a trabajar, para quién no y cuál es nuestro cliente ideal.
Es por eso que es clave poner foco en las características y valores de las personas que quisieras tener de clientes: confiables, respetuosos, organizados, cumplidores, honestos, transparentes o responsables, según tus consideraciones. Tal vez, luego de leer estas líneas te desilusiones un poco al pensar que el cliente ideal no existe, que es soñar con lo imposible, que es pedir mucho, pero debo decirte que sí es factible dar con él, que ese tipo de clientes están a la vuelta de la esquina aguardando por vos, solo que, al enfocarte en lo que no querés, atraés más de lo mismo.
Cada vez que te quejás de tu trabajo, que protestás porque te pagan mal y poco, que te enojás porque no valoran lo que hacés; cada vez que salís a salvar a tus clientes y no reconocen tu tarea; cuando los maternás y hacés malabares para cerrar una declaración jurada porque la página de AFIP no funciona. Casi siempre, el cliente no está al tanto de todas las situaciones por las que pasaste para desempeñar de manera profesional tu labor. Si bien se ha transformado en un hábito trabajar así, no funciona brindar tus servicios desde un lugar de queja, de víctima que padece al cliente. Sos protagonista porque estudiaste, dedicás muchas horas a capacitarte, a estar actualizado, por el gran valor que generás en tus clientes y porque entrenás a diario para poder hacer tu trabajo y encontrar respuestas y soluciones.
Todo eso es poder, es ese tremendo valor que entregás y muchas veces no te animás a cobrar, porque te quedás mirando todo lo que te costó, sin percibir el impacto, lo que aportás, el valor que añadís en la empresa o negocio de tu cliente. Nos perdemos en la queja, nos achicamos, normalizamos lo que cuesta, y luego, no lo hacemos valer.
A continuación, te comparto algunos puntos a considerar para establecer el valor de tus honorarios:
Cuando preparás una propuesta de trabajo se pueden presentar distintas situaciones, por cuanto considero importante que las observes, que estés presente y tomes una decisión consciente:
Tu profesión y el servicio que brindás son tu mejor escuela de desarrollo personal. A través de tus clientes y las relaciones interpersonales que lográs, podés conocerte. Se presentan desafíos, retos, situaciones a resolver, que requieren que aprendas, te capacites, salgas de lo conocido, te expandas y desarrolles tu potencial. Es en lo que elegís, creando tu camino día a día, donde aparecen las relaciones y situaciones perfectas para tu evolución. En definitiva, hay que apostar (y apuntar) a que todo lo que transites y vivencies puedas transformarlo en combustible para crear y recibir valor.
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