El autor destaca la importancia del bienestar emocional para profesionales en ciencias económicas, ya que, a menudo, se descuidan las emociones al enfrentar las exigencias laborales. A su vez, se hace énfasis en que es fundamental reconocer y comprender las emociones, ya que estas influyen en nuestras acciones y respuestas, como así también, la necesidad de desarrollar la inteligencia emocional, que tendrá su impacto en el correcto desarrollo y desempeño profesional.

ARTÍCULO PUBLICADO EL 2024-01-05
Edición N. 137 - Enero / Febrero 2024

NOTAS DE AUTOR

Dr. Leandro Damián González Barbero Dr. Leandro Damián González Barbero Contador Público (Tomo 130, Folio 232,
Consejo Profesional de Ciencias Económicas
de la Provincia de Buenos Aires).
Magíster en Coaching y Cambio Organizacional.
Este artículo se desprende de un trabajo presentado en la II Jornada Provincial del Pequeño y Mediano Estudio Contable, organizada por la Delegación San Martín de este Consejo Profesional.

Una de las primeras cosas que aprendemos como profesionales en ciencias económicas es a distinguir, preservar y valuar los bienes de nuestros clientes. Sin embargo, no cuidamos el bien más preciado que tenemos para desarrollar nuestra profesión; en muchas ocasiones, no nos cuidamos a nosotros mismos. En general, nos levantamos y corremos todos los días detrás de exigencias tales como vencimientos, nuevas aplicaciones, disposiciones o hablar con clientes que nos culpan sobre lo mucho que deben pagar.

Si les pregunto cómo están, muchos responderán “bien”, quizás por falta de tiempo, por desconocimiento, o porque no tienen ganas de dar explicaciones; lo que siempre digo es que sea cual sea la causa, “bien” no es una emoción. Podemos estar tristes, alegres, enojados; tener miedo, sentirnos frustrados, entusiasmados, optimistas, y así podría seguir. En la mayoría de los casos, nunca nos hemos detenido a ver qué sentimos y tampoco lo hemos incorporado como hábito, ya que no nos lo han enseñado en ninguna materia al momento de estudiar.

El bienestar puede incluir varias dimensiones diferentes: física, emocional, profesional, espiritual, intelectual, ambiental y social. Cada dimensión contribuye a nuestra propia sensación de bienestar o calidad de vida, y a su vez, afecta y se superpone a las demás.

En nuestro caso, la dimensión emocional es una de las bases para lograr una vida sana, feliz y plena. Cuando hablamos de bienestar emocional nos referimos al estado consciente en el cual nos sentimos bien, tranquilos, percibimos nuestras emociones, las regulamos y somos capaces de hacer frente a las presiones profesionales.

Para poder llegar a reconocer nuestras emociones deberíamos arrancar por definirlas. Una emoción es, desde la perspectiva de las neurociencias, un conjunto de respuestas neuroquímicas y hormonales que nos predisponen a reaccionar de cierta manera ante un estímulo externo (como puede ser un cliente o una resolución de AFIP) o interno (un recuerdo). Cabe destacar que las emociones no se pueden evitar.

 

¿De dónde surgen nuestras emociones?

Toda emoción surge de una interpretación que hacemos ante determinada situación. Por ejemplo, ante una situación de inestabilidad económica, si recuerdo que en otro momento similar del pasado he sufrido una disminución significativa de mis ingresos, seguramente la emoción que me invadirá en ese momento será la del miedo, ya que interpretaré que me va a suceder lo mismo. Pero si al lado mío otro colega ha tenido una experiencia diferente, ya que lo ha vivido como una oportunidad para expandirse y ofrecer otros servicios, quizás su emocionalidad sea otra.  

Entonces, las emociones surgen de:

  • Lo que percibimos o a lo que le prestamos atención.
  • De nuestros pensamientos y sistemas de creencias.
  • De las expectativas de realizar o cumplir un objetivo o una meta.

 

Los profesionales, frente a frente con sus emociones

A través de nuestra profesión, solemos poder controlar movimientos de nuestros clientes (financieros, bancarios, etc.), pero en el caso de las emociones, es importante señalar que no las controlamos, no podemos elegir no tenerlas.

Una emoción es, desde la perspectiva de las neurociencias, un conjunto de respuestas neuroquímicas y hormonales que nos predisponen a reaccionar de cierta manera ante un estímulo externo o interno.

De hecho, las emociones (aunque no lo percibamos) tienen un efecto inmediato en nosotros y en nuestras respuestas o reacciones con los otros. Y así como no las controlamos, es fundamental aclarar que no son buenas o malas, aunque algunas de ellas tengan “mejor prensa” que otras. Todas las emociones cumplen una función y sería muy útil para nuestro bienestar personal poder comprenderlo.

Si bien la mayoría de los expertos en el tema invocan seis emociones básicas (aunque difieren en cuáles son), la mayoría de ellos coinciden en ponderar las cuatro que tomaremos para nuestro análisis:

Toda emoción surge de una interpretación que hacemos ante determinada situación. No se puede evitar.
  • Miedo: tendemos hacia la protección.
  • Enojo: nos lleva a poner un límite, a decir “basta”.
  • Alegría: nos conecta con el disfrute, con el gozo (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien).
  • Tristeza: nos motiva hacia una nueva reintegración personal, es de aprendizaje y reflexión.


¿Qué es la Inteligencia Emocional?

La Inteligencia Emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de forma receptiva y adecuada. Es sumamente importante en nuestra profesión interactuar con todos los que nos rodean (equipo, otras áreas, clientes y proveedores) de manera efectiva. Existen dos formas elementales de inteligencia emocional: la inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal, que detallaremos a continuación.



Inteligencia Emocional Intrapersonal: hacia el interior

1) Autoconocimiento: el primer paso debe ser conocernos, saber qué cosas nos pasan, qué sentimos y cómo accionar en lugar de reaccionar frente a las situaciones que debemos afrontar día a día. En este punto sería bueno llegar a hacer un registro exacto de lo que nos pasa en los tres dominios: cuerpo, emoción y lenguaje.

Sucede que muchas veces estos tres ejes o dominios no están en armonía. Por ejemplo, solemos decir frases como “estoy bien” o “vamos equipo que llegaremos al objetivo”; sin embargo, desde la emocionalidad o corporalidad estamos transmitiendo (aún sin darnos cuenta) otro tipo de mensaje totalmente contradictorio. Es sumamente importante ir tomando más y más contacto y registro de nuestras emociones, porque las mismas estarán íntimamente ligadas con lo que pasa a nivel corporal y con lo que expresamos desde el lenguaje.

Las emociones no son buenas o malas, aunque algunas de ellas tengan “mejor prensa” que otras.

2) Autorregulación - Regulación Emocional: más allá de comprender y conocer las emociones que nos invaden, no podemos controlarlas. Es decir, no puedo decir “no me enojo” y controlarlo (sería sólo ignorar o negar la emoción, y no es efectivo). Ahora bien, lo que sí podemos hacer es regular la emocionalidad, que es la capacidad para gestionar las emociones de una manera efectiva. Se trata de ser consciente de la relación entre comportamiento y la emoción que estamos atravesando. Esta regulación supone la tarea de expresar las emociones de una manera efectiva de acuerdo con el rol, siendo capaz de regular la duración, la intensidad y la dirección de esa emoción.

Es sumamente importante ir tomando más y más contacto y registro de nuestras emociones, porque las mismas estarán íntimamente ligadas con lo que pasa a nivel corporal y con lo que expresamos desde el lenguaje.

Inteligencia Emocional Interpersonal: ver a otros

3) Automotivación y motivación: podemos entender la motivación cómo la síntesis entre motivo y acción. Por lo tanto, las motivaciones forman parte del repertorio emocional y es central realizar una pausa para repensar qué es lo que nos motiva, ya que las motivaciones tanto personales como profesionales se van modificando con el paso del tiempo.

Es el momento de dedicar tiempo a entender el “para qué”, qué objetivo perseguimos, qué motivos tenemos. Si tenemos claro los motivos, podremos poner foco en realizar acciones que estén alineadas con dicho fin. También es parte de este tercer elemento de la inteligencia emocional el acompañar a otros (equipo de colaboradores, por ejemplo) en su propia automotivación, pero solo podremos estar disponibles y atentos a ellos si primero estamos motivados nosotros.

4) Empatía: se trata de entender a los demás, pero no desde nuestro punto de vista, sino desde su propia mirada; comprender qué están sintiendo y ver cuestiones y situaciones desde la óptica ajena. Para entender a los demás, primero debemos ser capaces de entendernos a nosotros mismos y para ello es necesario el autoconocimiento y la autorregulación emocional. Por otro lado, la escucha atenta es otra de las claves de la empatía. Cuando se conversa con otra persona, esa acción implica dejar de estar pendiente de uno mismo e intentar entrar en el mundo del otro. También es importante que ese otro se sienta escuchado.

Cuando hablamos de bienestar emocional nos referimos al estado consciente en el cual nos sentimos bien, tranquilos, percibimos nuestras emociones, las regulamos y somos capaces de hacer frente a las presiones profesionales.

5) Habilidades sociales: la profesión nos exige, ya sea en nuestro propio estudio o por las exigencias organizacionales, trabajar con otros. Es por ello que las habilidades relacionadas con el liderazgo y la eficacia interpersonal, usadas para la cooperación y el trabajo en equipo, se han vuelto una herramienta clave. Las habilidades sociales hacen referencia a las capacidades que una persona posee a la hora de gestionar una conversación, reunión, conflicto o el trabajo en equipo, entre otros muchos ejemplos.

Al inicio planteé que no nos cuidamos tanto como deberíamos. ¿Qué podrías empezar a hacer para frenar un poco? ¿Vas en “piloto automático” sin registrar tus emociones a lo largo del día? Si la respuesta a esto último es “Sí”, pensá en aquellos a quienes amás, aquellos por los que darías todo: solo si vos estas bien, podrás estar bien para ellos. Te propongo un poco más de bienestar emocional en tu vida.

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