El autor hace un repaso de los últimos 20 años de la situación laboral en la ciudad de Mar del Plata, dividiendo el análisis en cuatro etapas. En ella, analiza las medidas macroeconómicas de los períodos y su impacto en el municipio costero, como así también la influencia del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la implementación de la cuarentena obligatoria a raíz de la pandemia del Covid 19. Aquí, se centra en los porcentajes de ocupación y desocupación con el correr de los años.

ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 15 de marzo
Edición N. 138 - Marzo / Abril 2024

NOTAS DE AUTOR

Dr. Eugenio Actis Di Pasquale Dr. Eugenio Actis Di Pasquale Director del Grupo Estudios del Trabajo (GrET).
Universidad Nacional de Mar del Plata.

En este artículo nos centraremos en analizar de forma breve cómo ha sido la evolución de los principales indicadores laborales para Mar del Plata durante los últimos 20 años, teniendo presente de qué manera influyeron las políticas macroeconómicas implementadas. Para ello, seleccionamos cuatro indicadores: la tasa de empleo (proporción de ocupados en el total de población); la tasa de desocupación (proporción de desocupados en la población económicamente activa, la cual resulta de la suma entre ocupados y desocupados); la tasa de asalarización (proporción de trabajadores en relación de dependencia, es decir asalariados, respecto a la población ocupada); y la tasa de asalariados no registrados (proporción de asalariados que no se encuentran registrados en ninguno de los sistemas de seguridad social, vulgarmente conocidos como trabajadores “en negro”). Cabe destacar que los datos utilizados provienen de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC.

En base a los cambios ocurridos en esos indicadores durante los últimos 20 años, dividimos el período en cuatro etapas que presentamos a continuación.

 

Primera etapa (2003 a 2011): “Expansión del empleo registrado y asalarización”

Luego de la crisis 2001-2002, hubo un cambio de rumbo en las políticas económicas y en la legislación laboral, las cuales generaron altas tasas de crecimiento económico, disminución de la desocupación y crecimiento del empleo, principalmente asalariado y registrado. En esta etapa predominó el régimen de protección social, a diferencia del régimen de precariedad laboral implementado en los ’90. En plena crisis, durante el año 2002, la desocupación había llegado al 24,6%. Luego comenzó un período de descenso desde el año 2003 (18%) hasta 2011 (7,7%). Por su parte, se produjo un significativo crecimiento de la tasa de empleo (pasó del 40% al 44%), siendo esencialmente asalariado (la tasa de asalarización pasó del 64% al 75%) y registrado, con lo cual disminuyó la participación del empleo no registrado (del 43% al 36%).

Segunda etapa (2011 a 2015): “Estancamiento económico y disminución del empleo”

En esta etapa el nivel de actividad económica tuvo altibajos, lo cual perjudicó la creación de empleo masculino, que fue compensado en parte por la mayor inserción laboral femenina. En este sentido, mientras la tasa de empleo para el total de la población disminuyó al 40%, se presentaron descensos en el empleo de los varones y leves incrementos de empleo de mujeres. Al mismo tiempo, se presentaron aumentos de la desocupación solamente entre los varones, lo que impactó en que la tasa de desocupación total se ubique en el 11%. Asimismo, ya se comenzaron a presentar indicios de disminución de la tasa de asalarización (acercándose al 70%) y un leve aumento del cuentapropismo. El trabajo registrado se mantuvo relativamente estable en niveles que ya se habían alcanzado en 2011, dando cuenta del problema estructural que tiene este fenómeno.

El valor de la tasa de empleo durante inicios de 2018 fue de 46,7%, un máximo histórico para la serie de datos que comienza en 2003.

Tercera etapa (2016 a 2019): “Deterioro del empleo y crisis prepandemia”

En este lapso se produjeron cambios significativos en las políticas macroeconómicas que impactaron de forma negativa en el mercado de trabajo: desregulación del mercado cambiario y de los movimientos de capitales financieros; devaluación; alza de las tasas de interés; aumento de tarifas; y apertura de las importaciones, entre otras. Durante el primer año y medio el empleo se ubicó alrededor de los valores históricos promedio (entre 39,7% y 42,1%) y la desocupación tuvo valores que fueron superiores a los promedios históricos (osciló entre 10,4% y 12,1%). Sin embargo, hubo un deterioro cualitativo (crecimiento de informalidad y precariedad laboral) y cambios en la composición por sexo (disminución de participación masculina y aumento de la femenina).

La cuarentena dispuesta por el Gobierno Nacional dejó imágenes increíbles: la siempre populosa playa marplatense, sin gente.

A partir de mediados de 2017 y durante un año se produjo un significativo incremento interanual en la tasa de empleo que obedeció al denominado efecto trabajador adicional: frente a la caída del poder de compra de los ingresos familiares, un miembro del hogar que no trabaja para el mercado ni buscaba trabajo (por lo general mujeres de edades centrales dedicadas a tiempo completo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados) se integra al mercado laboral, ya sea como ocupado o desocupado. En este sentido, el valor de la tasa de empleo durante inicios de 2018 fue de 46,7%, un máximo histórico para la serie de datos que comienza en 2003. No obstante, en su composición se observa que creció de forma significativa el cuentapropismo no profesional en ambos sexos y por ende, disminuyó la tasa de asalarización (llegando al 64%), siendo mayor la proporción de trabajos por cuenta propia. Esa fue la contracara del continuo descenso en la tasa de desocupación, que en ese año llegó a valores cercanos al 8%. Por lo tanto, ese descenso de la desocupación explicado por aumento de trabajos desprotegidos resulta vulnerable frente a la inminente llegada de una recesión.

A partir de 2018, se produjo un cierre de los mercados de crédito internacional, corrida cambiaria y devaluación. Ante la falta de acceso al crédito externo, se recurrió a la asistencia del Fondo Monetario Internacional (FMI). A partir de allí, comienza una recesión que se vio reflejada de manera inmediata en el mercado de trabajo. La tasa de empleo vuelve a ubicarse cercana al 42%, con una tasa de asalarización del 64% y un alto porcentaje de trabajo no registrado. Por su parte, la tasa de desocupación volvió a consolidarse en los dos dígitos, llegando al 13,4% en el segundo trimestre de 2019.

Durante el segundo trimestre de 2020 se produjo una caída del empleo a un mínimo histórico (28,7%) y récord de desocupación (26%).

Cuarta etapa (2020 a 2023): “Crisis por pandemia y recuperación pospandemia”

En este escenario de segmentación y deterioro laboral irrumpió la pandemia, momento a partir del cual el gobierno estableció políticas sanitarias de aislamiento. Durante el segundo trimestre de 2020 fue el epicentro, cuando se produjo una caída del empleo a un mínimo histórico (28,7%) y récord de desocupación (26%). Luego, a medida que se iba pasando a fases menos restrictivas, se fue generando una continua recuperación en todos los indicadores a tal punto que en el tercer trimestre de 2021 ya se había logrado mejorar los niveles de empleo y desocupación prepandemia. La diferencia de esta crisis con respecto a las anteriores fue que el mayor impacto negativo se dio en la informalidad y cuentapropismo, principalmente entre las mujeres. Las razones se encuentran en la elevada participación que el empleo asalariado no registrado había conseguido en la etapa anterior para amortiguar los efectos negativos de la recesión. 

El desempleo del 8,3% ubica a Mar del Plata como la ciudad con más desocupación del país en el segundo trimestre del 2023.

La recuperación del empleo que continuó a partir de 2021 estuvo acompañada de crecimiento económico con elevados niveles de inflación, aunque condicionada por la doble crisis laboral prepandemia y a raíz de la pandemia. Pese a ello, el mercado de trabajo se recuperó: la tasa de empleo alcanzada en el segundo trimestre de 2023 es la más alta para un segundo trimestre en los últimos 20 años (44,2%), la tasa de asalarización se ha recuperado a valores por encima del 70%, y la proporción de asalariados no registrados llegó al 35%. Cabe destacar que este incremento del empleo estuvo traccionado por todas las categorías ocupacionales, tanto cuentapropias como también asalariados registrados y no registrados, a diferencia de lo ocurrido entre 2016 y 2018, que se caracterizó por un aumento de cuentapropias e informales. Por su parte, la tasa de desocupación se encuentra por debajo de los dos dígitos, siendo el último dato disponible para el segundo trimestre de 2023 de 8,3%.

 

Algunas consideraciones finales

Del análisis realizado para Mar del Plata se destaca como positiva la primera etapa (2003-2011), al igual que lo sucedido a nivel nacional. Si bien en el período 2011-2015 hubo un aparente estancamiento con cambios cualitativos, fue recién en 2016-2017 y principalmente a partir de la recesión de 2018 cuando se genera un deterioro en el mercado de trabajo local, que se profundizó durante la pandemia. Si bien esta doble crisis fue superada y el escenario laboral actual es preferible que al de la etapa prepandemia, su composición aún está lejos del nivel alcanzado en la primera etapa, lo cual genera cierto grado de vulnerabilidad frente a posibles escenarios recesivos.

Para profundizar el análisis del mercado de trabajo de Mar del Plata los invitamos a leer:

La tasa de empleo alcanzada en el segundo trimestre de 2023 es la más alta para un segundo trimestre en los últimos 20 años (44,2%).

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