Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Los bancos centrales son las autoridades monetarias de los países, encargados de fijar la política económica y llevar a cabo la emisión de billetes, entre otras varias funciones que se encargan de implementar para el correcto funcionamiento del sistema financiero. Si bien la gran mayoría de las naciones cuenta con banco central, luego del triunfo de Javier Milei, tomó fuerza la idea de la eliminación del BCRA. En este artículo, nos centramos en los casos de países que dejaron de tener banco central y el impacto que puede tener en la economía Argentina una decisión de estas características, en caso de concretarse lo que aún sigue siendo una promesa de campaña.
Los bancos centrales de cada país se encargan de definir y ejecutar la política monetaria de las naciones, supervisar la oferta y demanda de dinero y gestionar y respaldar la moneda oficial del territorio. Su función más extendida es la de emitir billetes y regular la masa monetaria circulante, como así también fijar las tasas de interés y mantener la estabilidad del tipo de cambio, con el objetivo de velar por la estabilidad del sistema financiero. Al configurarse como una entidad autárquica del Estado nacional, debe tener independencia del Poder Ejecutivo y no estar supeditada a las necesidades de corto plazo del presidente de turno.
En 2024, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) cumplirá 89 años. Comenzó a funcionar el 31 de mayo de 1935, a partir de la promulgación de la Ley de Bancos, en medio de una reforma monetaria que permitió reunir distintas funciones en un único organismo rector del sistema financiero, cuyo capital estaba compuesto por el del gobierno argentino, y el de bancos nacionales y extranjeros establecidos en el país.
En el último tiempo, el BCRA volvió al centro de la escena política a partir de una las promesas de campaña del ahora presidente Javier Milei, quien proponía su cierre. Luego de ganar las elecciones, la medida sigue latente en el imaginario del mandatario como una “solución” a los problemas inflacionarios que padece nuestro país.
En política, cuando se quiere instalar una medida que genera reticencias en la población, suelen citarse casos de éxito alrededor del mundo para avalar y respaldar dicha iniciativa, y ver si esa teoría exógena es factible de ser aplicada en el territorio.
De los 194 países reconocidos por la ONU, solo un puñado de ellos, 9 para ser exactos, no poseen banco central. La mayoría son pequeños estados insulares que viven del turismo y un solo caso podría tomarse como referencia para la situación argentina. A continuación, el listado de naciones que no poseen autoridad monetaria y, entre paréntesis, su cantidad estimada de habitantes: Tuvalú (12 mil), Nauru (12 mil), Palaos (18 mil), Mónaco (39 mil), Islas Marshall (63 mil), Andorra (85 mil), Micronesia (115 mil), Kiribati (127 mil) y Panamá (4,5 millones). A esta nómina podría sumarse la Isla de Man, con una población que ronda las 88 mil personas, que si bien no es un país, es una dependencia autónoma del Reino Unido.
Como puede verse, solo una nación sin banco central cuenta la población de a millones, y así todo, representa menos del 10% de los habitantes de Argentina.
En el continente americano, hay 4 países además de Estados Unidos que han elegido al dólar como moneda oficial. El Salvador, Puerto Rico y Ecuador, a pesar de encontrarse “dolarizados”, continúan manteniendo sus bancos centrales.
Distinto es el caso de Panamá, un país que, desde su independencia en 1904, jamás tuvo autoridad monetaria, aunque posee el Banco Nacional, que, en los hechos, realiza algunas funciones propias de un banco central: acuña monedas en el plano local (el balboa se utiliza con fines contables, y mantiene la paridad con el dólar), administra las cuentas oficiales y respalda algunos préstamos externos. En términos prácticos, no puede emitir billetes y el suministro de dinero está condicionado por el mercado, por lo que tiene que obtener dólares produciendo o exportando bienes y servicios.
Si un país decide sustituir su moneda nacional por una extranjera, las principales competencias de un banco central dejan de tener sentido, pero no es que dejan de depender de un banco central. Simplemente, se realiza un cambio de autoridad monetaria. Por caso, una economía dolarizada dependerá de las decisiones que tome la Reserva Federal de Estados Unidos, y una que funciona con el euro estará sujeta a las disposiciones del Banco Central Europeo.
Como anticipamos, los bancos centrales representan la autoridad monetaria de un país, pero también es posible que representen un conjunto de ellos. La zona euro es un ejemplo de una autoridad monetaria compartida entre varias naciones. En ese caso, dicha potestad recae en el Eurosistema, que está compuesto por dos partes fundamentales: por un lado, el Banco Central Europeo (banco central de los Estados de la Unión Europea que tienen el euro como moneda); y por otro, los bancos centrales nacionales de los Estados miembros de la eurozona.
Como hay países que, aun siendo miembros de la Unión Europea no forman parte de la zona euro, el Eurosistema coexiste junto a otro organismo llamado Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC). En él, se encuentra tanto el Banco Central Europeo como todos aquellos bancos centrales nacionales de los países que conforman la Unión Europea, tengan o no al euro como divisa oficial.
Los países que han dejado de tener banco central han optado por utilizar monedas “estables”, siendo el dólar y el euro las dos más elegidas. El beneficio para los territorios que toman prestada la política monetaria de otra divisa es que eliminan la incertidumbre del tipo de cambio, por lo que exportan sus productos en los mercados internacionales de forma más fácil.
“La dolarización reduce la incertidumbre financiera tanto para los agentes económicos internos como para los inversores extranjeros. Esto crea un entorno más estable y predecible para la toma de decisiones de inversión y consumo, lo que favorece el crecimiento económico sostenible. Al utilizar el dólar como moneda de referencia, se simplifican las transacciones comerciales al eliminar los costos y la complejidad asociados con el intercambio de moneda. Esto fomenta un mayor volumen de comercio internacional al tiempo que reduce los riesgos de cambio, lo que beneficia tanto a exportadores como a importadores”, sostiene el Dr. Pablo Bolino, Licenciado en Economía (Tomo 2, Folio 239, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires).
A su vez, la decisión de adoptar la moneda de un país con baja tasa de inflación “compra” credibilidad y promueve la estabilización de precios, ya que la tasa de inflación del país dolarizado converge hacia la del país dueño de la moneda. Con la dolarización oficial se elimina el riesgo de devaluación y los costos asociados a la volatilidad del tipo de cambio nominal, y “puede promover una disciplina fiscal más estricta al limitar la capacidad del gobierno para financiar el gasto público a través de la emisión de moneda. Esto fomenta políticas fiscales más responsables y transparentes, lo que aumenta la credibilidad del gobierno y reduce los riesgos de crisis financieras y de deuda”, agrega Bolino.
No todo es color de rosas. Estas aparentes ventajas tienen como contraparte la pérdida de una política monetaria soberana: el país ya no puede fijar los tipos de interés ni el tipo de cambio contra monedas internacionales, y el uso de una moneda extranjera elimina la capacidad del banco central para financiar sus actividades de prestamista de última instancia con la impresión de moneda, por ejemplo, para el salvataje de alguna institución financiera.
Para el Dr. Domingo Mazza, Licenciado en Economía, (Tomo 1, Folio 196, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), “la dolarización elimina la capacidad del país para ajustar su política monetaria de acuerdo con las necesidades internas de la economía. Esto puede limitar la capacidad de respuesta ante shocks económicos y dificultar la gestión de la inflación y el empleo. Particularmente, puede reducir una herramienta relevante al momento de enfrentar situaciones de crisis, tanto internacional y regional, como así también de los principales socios comerciales”, sostiene en diálogo con RePro.
A su vez, el también Presidente de la Comisión Provincial de Economía de nuestro Consejo afirma que “aunque la dolarización puede promover la disciplina fiscal, también puede limitar la capacidad del gobierno para responder a crisis económicas mediante políticas fiscales activas. El país se vuelve vulnerable a las decisiones de política monetaria de Estados Unidos y los cambios en las tasas de interés y otras políticas de la Reserva Federal pueden tener efectos significativos en la economía dolarizada, sin considerar las condiciones locales”.
Otro de los efectos que puede causar es la de generar una distorsión en los sistemas de precios internos, haciendo que los países se vuelvan más caros para sus propios habitantes.