La matriz insumo-producto es una herramienta clave para la planificación económica. A pesar de su trascendencia, hace un cuarto de siglo que Argentina no actualiza la propia. El autor expone los motivos por los cuales la MIP debe ser una política de Estado, los beneficios que generan para el sector público y privado  y la situación de otros países latinoamericanos.

ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 12 de abril
Edición N. 138 - Marzo / Abril 2024

NOTAS DE AUTOR

Dr. Carlos Maximiliano Albornoz Dr. Carlos Maximiliano Albornoz Licenciado en Economía
(Tomo 2, Folio 207,
Consejo Profesional
de Ciencias Económicas
de la Provincia de Buenos Aires)

Se han cumplido 27 años de la elaboración de la última matriz insumo-producto (MIP) de Argentina. Para aquellos que no están familiarizados con el tema, es una herramienta de política económica creada por el economista americano Wassily Leontief a principios de los años cincuenta y que fue la base de su Premio Nobel de Economía en 1973. Los estudiantes de ciencias económicas la conocen por sus aplicaciones en macroeconomía y en álgebra lineal como ejercicios de las cuentas nacionales y de la matriz inversa.

La matriz insumo-producto es un instrumento de política económica que relaciona las ofertas y demandas sectoriales de una economía para poder determinar las ventas y compras intersectoriales de manera de lograr una planificación de la producción y la demanda final. Es decir, se pueden estimar las necesidades futuras de cada sector de la economía, evitando los cuellos de botella y los desequilibrios intra y entre sectores.

 

Matriz insumo-producto: un tema que debe estar en la agenda

Argentina fue pionera en cuentas nacionales y en el desarrollo de la matriz insumo-producto. Se publicaron matrices para los años 1953, 1963, 1973 y 1997. Las primeras bajo la jurisdicción del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y las últimas dos bajo la coordinación del INDEC (creado en 1968, cuyo primer director fue Juan Vital Sourrouille, quien fuera ministro de economía de Raúl Alfonsín y estrecho colaborador del Premio Nobel de Economía 1984, Richard Stone, uno de los padres de las cuentas nacionales).

Como muestra la historia, Argentina durante los 1950s, 1960s y 1970s le prestó gran atención a la actualización de los datos de la matriz insumo-producto. Misteriosamente, luego de la de 1973, se demoró casi un cuarto de siglo en la elaboración de una nueva matriz, que se publicó en 1997. Se han cumplido 25 años de la última actualización, lo cual considero que es un gran error de los hacedores de política. La matriz insumo-producto es un “input” esencial para el gobierno en pos de la planificación del desarrollo. También lo es para el sector privado, el cual puede prever la abundancia o escasez de insumos y productos, evitando cuellos de botella que demoren las inversiones y el crecimiento.

Los países desarrollados consideran a la actualización periódica de la matriz insumo-producto una cuestión de suma prioridad en la agenda de estadísticas económicas. Argentina se posiciona en el sendero opuesto y no ha ubicado el tema en la agenda de tareas esenciales. Quizás porque las estadísticas económicas no sean algo de lo que deba ocuparse el Estado, como sucedió con las estadísticas históricas de cuentas nacionales que en Argentina se han elaborado por iniciativas privadas. Por ejemplo, la Fundación Norte y Sur y el Departamento de Economía de la Universidad Católica Argentina (UCA) han publicado varias ediciones del libro “Dos Siglos de Economía Argentina”, que es el compendio de estadísticas históricas de cuentas nacionales de más largo alcance que se haya realizado en el país, con datos desde 1810 al presente.

Los países desarrollados consideran a la actualización periódica de la matriz insumo-producto una cuestión de suma prioridad en la agenda de estadísticas económicas. Argentina se posiciona en el sendero opuesto

A contramano de Latinoamérica

Comparado con otros países de Latinoamérica, Argentina registra un retroceso relativo muy importante con respecto a la MIP. Por ejemplo, en tiempos recientes, Chile ha elaborado matrices para los años 1996, 2003, 2008 y 2013, mientras que Brasil la ha realizado para los años 1996, 2000, 2005, 2010 y 2015. Por su parte, México la actualizó por última vez en 2013 y Perú en 2007. Algo similar sucede con los datos del año base para las cuentas nacionales. Según CEPAL, Chile ha realizado actualizaciones en 1996, 2003, 2008 y 2013, mientras Brasil lo hizo en 2000 y 2010. A su vez, México cambió el año base en 2003, 2008 y 2013. En Argentina la última actualización tiene 2004 como año base.

Por medio de la MIP, el sector privado puede prever la abundancia o escasez de insumos y productos, evitando cuellos de botella que demoren las inversiones y el crecimiento.

Se aprecia que el retroceso relativo en la calidad de la información estadística abarca a las cuentas nacionales en general y la matriz insumo-producto (MIP) en particular. Argentina, país pionero en el área, que recibía a los funcionarios de los países de la región para tareas de capacitación mientras el área funcionaba dentro del Banco Central en la época de Manuel Balboa, hoy posee una desventaja con respecto a otros países, antiguamente más atrasados, pero que hoy van por delante.

Mirando hacia el futuro, Argentina debería recuperar la iniciativa y el liderazgo que históricamente tuvo en el desarrollo y actualización de sus cuentas nacionales (las Naciones Unidas recomiendan hacerlo por lo menos cada 10 años). Dentro de estas actividades, la publicación periódica de una matriz de insumo-producto debería ser una política de Estado dentro del área de estadísticas económicas. Lo necesita el sector privado para crecer, diversificarse, generar empleo e internacionalizarse, y el sector público para la planificación del desarrollo.

Comparando con respecto a otros países de Latinoamérica, Argentina registra un retroceso relativo muy importante con respecto a la MIP

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