Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Mariana Arraigada es Contadora Pública, Licenciada en Administración, investigadora, becaria del CONICET y también docente. Todas estas facetas las aplica a la hora de planificar los contenidos que imparte. En esta nota, repasamos su trayectoria como profesora, los desafíos a los que se enfrenta dentro del aula, el impacto de los avances tecnológicos en los métodos de enseñanza y aprendizaje, y las cualidades que, para ella, son indispensables al momento de dar clases.
En nuestro Consejo son varios los profesionales matriculados con 2 títulos. La Dra. Mariana Arraigada -Contadora Pública (Tomo 128, Folio 139) y Licenciada en Administración (Tomo 5, Folio 199) del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires-, es uno de esos tantos casos. Recibida en la Universidad Nacional de Mar del Plata, ejerce la docencia desde hace más de 25 años.
“Siempre tuve la vocación de ayudar a otros a través del conocimiento, que siempre creí que era la forma en la que la gente podía empoderarse. Arranqué como ayudante alumna en una cátedra en la facultad y ahora soy profesora adjunta”, narra la colega en diálogo con RePro.
“Un poco la carrera académica la vi desde mi casa, porque mis padres además de psicólogos siempre fueron docentes de la facultad. De alguna manera, todas esas cuestiones referidas a lo académico no me eran ajenas. Tengo una vocación que sentí desde chiquita y realmente me interesa. Lo hago porque me gusta y porque quiero generar una diferencia”, afirma Mariana sobre las motivaciones por las cuales es profesora.
Las primeras materias de la facultad dan un pantallazo a los ingresantes sobre de qué se va a tratar la carrera, y pueden oficiar de gancho para aquellos estudiantes que tomaron la decisión de estudiar en la facultad, pese a no estar del todo convencidos. “Tengo el doble desafío porque estoy en el primer cuatrimestre del primer año, los agarro cuando salen de la secundaria. Por lo general, tenemos a todas las carreras de la facultad”. Mantener la atención de casi 250 estudiantes no es tarea fácil, por lo que la planificación de la clase es clave. “Cada vez se reduce más el tiempo que podés tener a los chicos enganchados. Trabajo tratando de variar la clase, que no sea yo hablando un montón de tiempo. Es aburrido incluso para mí. También hay que hacer stand up para que la gente no se duerma”, ríe Mariana, quien cuenta con un amplio repertorio para intentar que “enseñar” y “entretener” sean sinónimos en el transcurso de los 120 minutos de cursada.
En ese sentido, la colega entiende que el aula debe ser un lugar de debate para intentar solucionar problemas de la cotidianidad. “Nunca he dado la misma clase en 25 años. Más allá de que los programas se van cambiando, a mí se me ocurren cosas diferentes, porque trato de meter cosas de la vida cotidiana. La administración busca resolver problemas reales, actuales, no puede estar descolgada de lo que pasa. Yo pienso mucho cuánto tiempo le voy a dedicar a una idea, a una actividad, cómo vinculo una clase con otra, qué disparador voy a usar para el tema, cómo voy a organizar esos tiempos. Tenés que tener en claro cuáles son los objetivos pedagógicos de la clase y ahí tengo que llegar cuando la clase termina”, cuenta la profesora, en lo que pareciera ser una carrera de postas.
En materia educativa, los recursos siempre son escasos, lo que hace que la inventiva de los profesores llegue a sus picos máximos de creatividad cuando hay carencias desde lo material. “En la universidad pública tenemos escasez de recursos, que tiene que ver con la cantidad de docentes por estudiante y los espacios. Cuando arrancamos las clases en marzo hay chicos que quedan en el pasillo. Es muy difícil dar una clase interactiva en esas condiciones. La única variable que puedo controlar soy yo”, relata Mariana, al tiempo que agrega: “A veces me frustra no poder llegar a todos. Me encantaría poder hacer un seguimiento de los estudiantes, poder ayudarlos con cada necesidad que tengan, pero son un montón. Uno se mete en la vida de la gente que pasa por el aula y espera poder dejar algo, no sé si inspiración, suena algo soberbio, pero sí una marca”.
La pandemia terminó por instaurar la virtualidad como una forma legitimada para dar clases, que generó adeptos y detractores. Mariana prefiere evitar las grietas, apelar al criterio y usar el pragmatismo. “Es una herramienta, y como toda herramienta, depende cómo la uses y para qué. Para mi forma de dar clases, la virtualidad me sirve pero hasta un tope de gente y con un determinado nivel. Para primer año de facultad, no usaría la virtualidad en forma premeditada. Por ahí para un posgrado sí. Genera accesibilidad, que personas que no viven en la ciudad puedan tomar cursos sin costos de traslado. En algún punto es una herramienta de inclusión”.
Otra de las discusiones que está en auge en las salas de profesores es la aparición del ChatGPT y la inteligencia artificial utilizada por estudiantes a la hora de hacer trabajos prácticos. Para Mariana, aquí nace una oportunidad de aprendizaje. “Veo docentes que están preocupados porque con el ChatGPT los estudiantes hacen las respuestas. Estaría bueno integrarlo para algún tipo de actividad, como para que ellos puedan explorar, o generar algo con inteligencia artificial para después criticarlo, para ver si les parece que está bien o no aquello que le responden. Una de las grandes amenazas de estas herramientas es que a veces nos quitan la capacidad crítica. Damos por sentado que está bien. Si lo usás como herramienta y tenés la capacidad de criticar, controlar, ver si está bien o no, desde ese lado estaría muy bueno incluirlo en las aulas. Tenemos que luchar en las aulas por fortalecer la capacidad crítica. Todo nos lleva a lo fácil, a que alguien nos diga qué tenemos que pensar, que alguien nos resuelva el problema”.
Los avances tecnológicos no solo proponen un reto para el que aprende, sino también para el que enseña. “El desafío no es solo de los chicos. Todo el tiempo me tengo que estar rediseñando, redefiniendo, porque hay que aggiornarse todo el tiempo, no solo en cuestiones técnicas, incluso en cuestiones de servicio. El mayor desafío está para nosotros que somos la generación intermedia. Hemos visto a los dinosaurios y también al ChatGPT. Los chicos vienen con otras habilidades, pero el mundo también pide habilidades diferentes”.
Para la Dra. Arraigada, una cualidad fundamental para ser docente es la resiliencia. “No es lo mismo dar clases en un secundario, que en un terciario, que en un nivel superior. Si uno tiene vocación, y tiene la decisión de hacer un esfuerzo y asignar recursos a eso, la docencia implica formación continua. Hoy en día el docente termina siendo un poco psicólogo, más allá del conocimiento técnico. Se transforma en una actividad de servicio, desgasta emocionalmente y uno tiene que tener resto”.
La profesora invita a colegas de las ciencias económicas a que se animen a descubrir su veta académica. “Lo que tiene de interesante la docencia es que es un camino de autodescubrimiento para uno mismo. A veces el que más aprende es uno, es un lugar de vinculación con otro que también agrega mucho en la vida laboral y enriquece desde muchos lugares, uno aprende muchísimo de la gente. Si el docente está abierto y es receptivo, puede aprender un montón de sus estudiantes”.
Otro atributo implícito de la docencia es la ética, que Mariana decidió materializar a partir de su matriculación en nuestra institución, acorde a la Ley 10.620. “Me terminé matriculando porque realmente sentía que era hacer las cosas bien, una obligación moral. Me parecía que era la forma de ejercer legalmente la profesión”, comenta la profesional, quien se dedica exclusivamente a la administración.
Al hecho de formar parte, Mariana le sumó la participación en espacios compartidos por y para colegas. “Tenía amigos que estaban participando en el Consejo y me invitaron a reuniones de Jóvenes Graduados. Me sumé a la Comisión de Jóvenes cuando estaba terminando la carrera y también participé como delegada suplente y coordinadora de la Comisión PyME”, sostiene la Dra. Arraigada, en pos de “construir la profesión desde la institución”.