Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
La publicación de los resultados de una serie de pruebas piloto que tienen como objetivo reducir la semana laboral a 4 días ilusiona a la sociedad en general. Es que estos informes demostraron una mejora sustantiva en la calidad de vida de los trabajadores, que hasta potenció su rendimiento laboral. En esta nota, repasamos los datos obtenidos en las experiencias llevadas a cabo en Reino Unido, Portugal y España, cómo es la situación en América Latina y qué piensan los empresarios de la iniciativa, todavía reticentes al cambio de esquema.
Hace más de dos siglos, Robert Owen, fundador del movimiento obrero británico y teórico de un socialismo previo a Marx, reivindicó la fórmula 888 (ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio), bajo la premisa (acertada) de que la calidad de la producción de un obrero estaba vinculada a su calidad de vida.
Con el paso de los años, si bien su fórmula se consolidó entre los países occidentales, las nuevas exigencias del Siglo XXI presionaron por modificarlo. La primera “adaptación” acorde a los tiempos que corren responde a la dinámica del teletrabajo o home office, popularizada en la pandemia, y que muchas empresas mantienen o alternan con un esquema híbrido entre virtualidad y presencialidad.
La propuesta que sí viene a flexibilizar el mantra de Owen es la implementación de la semana laboral de 4 días. Esta iniciativa tomó fuerza a partir de una prueba piloto realizada en Reino Unido, auditada por la organización 4 Day Week Global (4DWG), que apuesta por un modelo 100-80-100 (100% del salario, 80% de horas de trabajo y 100% rendimiento). Si bien fue llevada a cabo entre junio y diciembre de 2022, se realizó un seguimiento los doce meses siguientes para analizar el impacto de la política, y los resultados del informe fueron sumamente alentadores.
Es que, de las 61 organizaciones que participaron en la prueba piloto, al menos 54 de ellas han confirmado que todavía están aplicando la política un año después (89%). Además, al menos 31 empresas han hecho permanente la semana laboral de cuatro días, lo que representa el 51% de todas las firmas participantes.
Por su parte, el 100% de los gerentes y directores ejecutivos consultados dijeron que acortar la semana laboral había tenido un impacto "positivo" o "muy positivo" en su organización. Cuando se les preguntó qué era lo que había cambiado, el 82% de las empresas encuestadas reportaron impactos positivos en el bienestar del personal. El 50% vio efectos demostrables en la reducción de la rotación de personal y el 32% dijo que la política había mejorado notablemente su reclutamiento [1].
En contra de la idea de que los hallazgos pasados podrían haber sido efectos fugaces de "luna de miel", una variedad de datos demuestra mejoras significativas en la salud física y mental de los asalariados, equilibrio entre trabajo y vida personal y reducciones en el agotamiento, lo que sugiere una creciente adaptación a las nuevas estructuras de trabajo. Para 4DWG, está demostrado que acortar la semana laboral de 40 a 32 horas funciona tanto para empleados como para empleadores.
El primer país en implementar la jornada reducida fue Islandia, tras una prueba de cuatro años (2015-2019) entre los empleados del sector público de la capital, Reikiavik. Las 2.500 personas que trabajaron menos horas sin que se les reduzca el salario tuvieron menos estrés y agotamiento, mejoraron su salud y su equilibrio entre vida y empleo sin disminuir la productividad y la recaudación del Estado. Contrario a lo que podría pensarse, el exceso de trabajo es contraproducente: según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), genera pérdidas de hasta un 3% del PBI. Es que la falta de descanso impacta de distintas maneras: baja la productividad, aumenta el ausentismo y acrecienta el riesgo de contraer enfermedades crónicas.
Otra prueba piloto interesante para analizar fue la realizada por el Ayuntamiento de Valencia, que dictaminó el funcionamiento de la jornada laboral de 4 días por un plazo de 4 semanas consecutivas, entre el 10 de abril y el 7 de mayo de 2023. En comparación con otros casos, este estudio se diferenció por el tamaño de la muestra, que reunió a más de 360 mil personas, y por ser la ciudad española la primera en el mundo que experimenta este esquema como política de Estado.
Los datos obtenidos muestran una mejora en la autopercepción sobre el estado de salud, una significativa reducción de los niveles de estrés y mejores sensaciones con respecto al cansancio, la felicidad, el estado de ánimo y la satisfacción personal. En números, el 64% de las personas dijo haber dormido más, el 57% afirma haber pasado más tiempo con sus hijos y el 34,9% de las personas encuestadas asegura que ha tenido un menor nivel de estrés. A su vez, esta iniciativa podría tener un impacto positivo en el medioambiente, ya que la jornada laboral de 4 días contribuiría a la pacificación del tránsito en la ciudad, reduciendo el uso de vehículos a motor, mejorando así la calidad del aire que se respira [2].
Otro de los países que se mostró interesado en analizar la extensión del fin de semana fue su vecino Portugal, que durante los meses del verano europeo del 2023, implementó este modelo con un programa piloto al que se sumaron medio centenar de empresas y casi mil trabajadores. Los primeros resultados evidencian que no es necesario contratar personal extra para “cubrir” ese día no trabajado, como así también, mejoras significativas en la salud mental y la carga de trabajo de los empleados. Los economistas, luego de entrevistar a más de 200 trabajadores, obtuvieron un cuadro de situación interesante: la ansiedad se reduce un 21%, el insomnio cae un 19% y la sensación de soledad baja un 14%.
Por su parte, el 65% de los trabajadores dice haber aprovechado para pasar más horas con la familia y reconoce haber pulido el cuidado personal, y un 60% de los encuestados comenta que ha dedicado más tiempo a practicar deporte o retomar hobbies. En este sentido, los cambios estructurales también han llamado la atención, ya que el 70% de las empresas ha reducido el número y la duración de las reuniones y nueve de cada diez compañías valoran positivamente los resultados de la prueba. El impacto fue tal que el 85% de los trabajadores sostuvo que para cambiar a un empleo con jornada laboral de cinco días, deberían ofrecerles una mejora salarial de, al menos, un 20%.
Si bien hay países que pretenden reducir la cantidad de días y las horas que se trabaja, Bélgica es uno de esos casos en los que se cumple con el primer ítem, pero no con el segundo. Aunque la semana laboral de cuatro días ya es una opción al alcance de los trabajadores, no implica una reducción de las horas (de 40 a 32 como se intenta promover), sino que se pueden organizar de otra forma. Cada persona podrá elegir concentrar sus 40 horas semanales en cuatro días u optar por un régimen semanal variable, trabajando más horas una semana y teniendo más tiempo libre a la siguiente.
Muchas veces, lograr acuerdos parlamentarios para lograr este tipo de medidas tiene un costo político muy alto, y cuando desde la política no se quieren fomentar las leyes para que se formalicen dichos cambios, las empresas son las que deben tomar la iniciativa de forma particular, como lo hizo Microsoft en Japón, que se convirtió en la primera en aplicar la jornada laboral de cuatro días y comprobó que los trabajadores mejoraron su productividad en hasta un 40%, al tiempo que aumentaron las ventas y se redujeron los gastos de electricidad, tinta y papel, entre otros.
Es que, si bien tímidamente empiezan a realizarse pruebas en torno a adoptar un esquema de 4 días de trabajo y 3 de descanso, la propuesta choca con el prejuicio de los empleadores que asumen que la productividad, al haber menor tiempo de trabajo, caerá, por lo que retienen un esquema que pondera más el tiempo que el empleado permanece en el trabajo que los resultados obtenidos en ese lapso. En épocas de grandes avances tecnológicos, la inteligencia artificial podría ser el impulso y la aliada para la reducción de la jornada laboral. El Foro Económico Mundial calculó que se automatizarán la mitad de las tareas laborales para 2025 y gigantes tecnológicos como Google ya advierten que en dos años, los desarrolladores podrán cumplir los mismos objetivos en cuatro días o menos gracias a las máquinas generativas. La gran incógnita que surge es si, de su mano, no vendrá también una pérdida generalizada en el salario de los trabajadores, o peor aún, que se decida despedir a un porcentaje de ellos.
Si bien en América Latina hay naciones que redujeron la jornada laboral, República Dominicana se transformó en el primer país en testear la semana de 4 días para sus trabajadores. Con la puesta en marcha del Plan Piloto Voluntario de Semana Laboral Reducida, busca llevar la jornada laboral de 44 a 36 horas por semana. El programa, que arrancó en febrero de este año, tiene una duración total de seis meses, y en ese período, las empresas que se adhirieron voluntariamente podrán evaluar el impacto de la medida.
En ese sentido, otro de los países que empezó a reducir progresivamente la jornada laboral es Chile, pasando de 45 a 40 horas semanales. Entre los aspectos principales de la “Ley 40 horas”, aprobada en 2023, se establece la gradualidad en su aplicación, de tal forma que la reducción de la jornada a 40 horas será una vez cumplidos los 5 años de publicación de la norma. Desde fines de abril del presente año, la jornada laboral se redujo a 44 horas semanales, y contempla la implementación de la semana laboral de 4 días, pero recién en el 2028.
En Argentina, la Ley 11.544 establece que la jornada regular de trabajo no debe exceder las 8 horas diarias ni las 48 semanales. En el 2023 se trataron en comisión proyectos que pretendían reducir la jornada laboral para llevarla a 36 o 40 horas semanales, aunque todavía no han tenido la posibilidad de llegar al recinto.
1. Informe “Making It Stick: The UK Four-Day Week Pilot One Year On”.
2. Informe “Experiencia piloto sobre la jornada de 4 días desarrollada en València”.