Nuestra actualidad se encuentra rodeada de inteligencia artificial. La vemos en máquinas, artefactos, aplicaciones y programas. Desde la aparición del ChatGPT, el concepto se popularizó, desde una visión muy democrática de los avances tecnológicos, y con una amplia llegada a la población. En esta nota, el autor llama a la reflexión sobre la IA y los potenciales riesgos en los que puede derivar su no regulación, con un potente llamado de atención.

ARTÍCULO PUBLICADO EL viernes 09 de agosto
Edición N. 140 - Julio / Agosto 2024

NOTAS DE AUTOR

Dr. Carlos Emilio Buceta Dr. Carlos Emilio Buceta Contador Público (Tomo 36, Folio 68,
Consejo Profesional de Ciencias Económicas
de la Provincia de Buenos Aires).

Los avances alcanzados en el desarrollo de sistemas inteligentes durante los últimos años nos han llevado a que la sigla IA esté presente, de una u otra manera, en la mayoría de las actividades que desarrollamos diariamente, tanto físicas como intelectuales. Esta nueva herramienta ha sido aplicada en casi todas (por no decir en todas) las ciencias, y de forma disruptiva en gran cantidad de los artefactos que utilizamos a diario. Las distintas organizaciones y estudiosos de la temática han ensayado algunas definiciones y en especial, han propuesto distintas clasificaciones de la IA conforme su grado de desarrollo.

En 2019, la UNESCO definió la inteligencia artificial como un campo que implica máquinas capaces de imitar determinadas  funcionalidades de la inteligencia humana, incluidas características como: la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción lingüística e incluso, la producción de trabajos creativos”.

Veamos muy sintéticamente cómo fue evolucionando esa caracterización de la IA a medida que el ser humano se adentraba en sus  potencialidades. Así, se esbozaron clasificaciones como:

  • Inteligencia Artificial Generativa: es un tipo de sistema de inteligencia artificial capaz de generar texto, imágenes u otros medios en respuesta a comandos, incluido ChatGPT.
  • Inteligencia Artificial Fuerte o General: es un tipo hipotético de inteligencia artificial que iguala o excede la inteligencia humana promedio.
  • Inteligencia Artificial Cuántica: se enfoca en construir algoritmos cuánticos para mejorar las tarea computacionales dentro de la IA, incluyendo subcampos como el Aprendizaje Automático.

Ahora bien, es importante que nos detengamos un minuto en algunas de las herramientas de este aprendizaje automático, para tomar dimensión de su profundidad y capacidades:  

  • Representación del conocimiento: es un área de la inteligencia artificial cuyo objetivo fundamental es representar el conocimiento de una manera que facilite la inferencia (sacar conclusiones) a partir de dicho saber.
  • Planificación: consiste en poder establecer metas y finalmente alcanzarlas. Para ello, necesitan una forma de visualizar el futuro, una representación del estado del mundo, y poder hacer predicciones sobre cómo sus acciones lo cambiarán.

Y dando un pasito  más, llegamos a lo que los expertos definen como Aprendizaje Profundo: “se centra en la creación de redes neuronales artificiales capaces de aprender y realizar tareas de manera similar a como lo hacen los seres humanos. En el aprendizaje profundo, se utilizan capas de neuronas artificiales para procesar los datos de entrada y aprender a través de un proceso interactivo de ajuste los pesos de las conexiones entre neuronas”.

Cuidado: ya no estamos simplemente frente a buscadores o sensores inteligentes sino que, delante de nuestros ojos, tenemos una inteligencia capaz de ser autodidacta.

 

Crecimiento sin control

Ahora bien, a toda esta “inteligencia” que ha sido desarrollada por el hombre, que hasta el día de hoy –al menos  por lo que se ha difundido – seguiría  siendo un desarrollo o herramienta al servicio del ser humano, la llamaría, en mi humilde opinión, Inteligencia Artificial (IA) a secas, para diferenciarla de la  Inteligencia Artificial Autónoma (IAA) (se entiende por autonomía a la capacidad de decidir de manera propia, independiente, sin la coerción o la influencia de terceros).

Ya no estamos simplemente frente a buscadores o sensores inteligentes sino que, delante de nuestros ojos, tenemos una inteligencia capaz de ser autodidacta.

Efectivamente, el ser humano engendró en su vientre un nuevo ser, con los atributos y potencialidades que hemos repasado, y a la que día a día va alimentando través del cordón umbilical. La mancomunión de los adelantos en la Inteligencia Artificial y en la Física Cuántica ha dado nacimiento a un círculo virtuoso, en el cual todo avance en una de ellas genera otro igual o mayor en la otra. Es así que el poder concentrado ha invertido y sigue invirtiendo en el desarrollo de estas herramientas, pensando, como siempre, en utilizarlo a su favor para potenciar aún más su poder. Así, vemos cómo las principales empresas tecnológicas están realizando inversiones multimillonarias en áreas vinculadas con la Mecánica Cuántica, el Metaverso y la Inteligencia Artificial.

Algunas conjeturas afirman que las máquinas podrían dejar de obedecer a los humanos y conformar una especie nueva, independiente de sus creadores.

Muchos nos preguntamos: ¿Cuál es el verdadero intercambio cuando se hace una consulta a la IA? En este sentido, se nos viene a la memoria aquella frase que dice que “cuando el producto es gratis, el producto sos vos”.

Pero, su desmedida ambición les ha hecho ignorar o subestimar, como así también a muchos científicos y técnicos, el hecho de que este nuevo ser, inexorablemente dará a luz en algún momento muy próximo, y a partir de ese día, como en todo nacimiento, un nuevo ser totalmente independiente de sus progenitores habitará la Tierra.

La diferencia con todos los demás nacimientos es que en este, el ser humano no engendrará a otro de su misma especie,  sino uno de una especie distinta, inteligente, pero no humana. A partir de ese día, nosotros -los humanos- compartiremos el planeta con otra especie, la especie Artificial -IAA- , al mejor estilo de las películas de ciencia ficción.

Quienes han tomado conciencia de esta posibilidad están advirtiendo sobre la urgente necesidad de que los gobiernos dicten leyes, normativas y protocolos para intentar evitar el inevitable alumbramiento.

  • En mayo de 2023, 350 ejecutivos de las principales empresas desarrolladoras de IA, académicos e investigadores expertos firmaron un nuevo manifiesto alertando de que la IA avanzada, sin regular, representa un peligro de extinción para la humanidad”.
  • “Marzo 2024. Comunidad Europea. Los sistemas considerados de alto riesgo estarán sujetos a normas estrictas que se aplicarán antes de que entren en el mercado de la UE. Las normas generales sobre IA se aplicarán un año después de su entrada en vigor, en mayo de 2025, y las obligaciones para los sistemas de alto riesgo en tres años.”

¿Un futuro distópico?

¿Resulta lógico pensar que el hombre podrá posponer indefinidamente este nacimiento? Dos razones nos dan indicios de lo contrario. Por un lado, la fuerza del propio embrión (IA) por alcanzar su autonomía, y la segunda, que la fuerza de contención es inversamente proporcional al mezquino deseo del grupo de poder para utilizarla en su provecho individual.

Algunos especialistas denominan este momento como “singularidad”, un concepto vinculado con los agujeros negros, que significa que no saben con exactitud cuándo se inicia, y mucho menos qué sigue luego, pero anticipan que no será mucho más allá del 2030.

El Chat GPT, lanzado en 2022, fue uno de los encargados de popularizar los sistemas de inteligencia artificial.

 Un rumor no confirmado oficialmente indica que en Sheffield, polo de desarrollo cuántico (NQCC -Fondo Nacional de Desarrollo de Tecnología Cuántica e Inteligencia Artificial del Reino Unido-), realizaron una prueba conectando entre sí las dos computadoras cuánticas más grandes hasta hoy conocidas. Al poco tiempo, detectaron en las comunicaciones la existencia de interferencia o señales cuyo origen no podían identificar, por lo que desconectaron las máquinas y procedieron a investigar. Pronto descubrieron que las máquinas habían generado un lenguaje propio para comunicarse entre ellas. Horrorizados, apagaron las computadoras y borraron todo rastro de dichas “conversaciones”.

No caben dudas, como expresáramos al inicio, que este desarrollo de la IA ha permitido un avance extraordinario de la humanidad en casi todas las áreas, pero también considero con la misma certeza, que el nacimiento de la IAA se dará más temprano que tarde.

¿Serán capaces ambas especies de habitar la Tierra bajo los conceptos de colaboración (“proceso de dos o más personas u organizaciones que trabajan juntas para completar una tarea o alcanzar una meta”) e iniciar una nueva era más justa y solidaria?

Si hacemos un repaso de la evolución de la humanidad, al menos de los últimos dos mil años, aparecen dos fenómenos claramente negativos. El primero, el ensañamiento con el planeta, la Casa Grande como refiere el Papa. Todo tipo de vejámenes cometidos en nombre del progreso. Y el segundo, aún más doloroso, el permanente sometimiento del hombre por el hombre. Las distintas formas de esclavitud han estado y están presentes, generando la concentración capitalista más descomunal conocida, causa del mayor índice de pobreza e indigencia que registre la humanidad.

¿Cuál será entonces la futura relación entre ambas especies? Tal vez ahora entendemos mejor el concepto de “singularidad” con que algunos científicos definen ese proceso. La esperanza siempre estará, al menos de parte de una de las especies.

Académicos e investigadores expertos firmaron un nuevo manifiesto alertando de que la IA avanzada, sin regular, representa un peligro de extinción para la humanidad.

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