50 años junto a nuestro Consejo Profesional merecen ser celebrados. La Dra. Elsa Pérez, de la Delegación San Isidro, y el Dr. Alberto Rodríguez, de la Delegación General Pueyrredon, se sumaron a la matrícula a principios de 1970, y más de medio siglo después, siguen ejerciendo la profesión como jubilados activos. En esta nota, conoceremos detalles sobre sus vidas, que estuvieron dedicadas a sus estudios contables.

La orientación de la escuela secundaria puede influir en los destinos universitarios tomados por los estudiantes. Para el Dr. Alberto Rodríguez, Contador Público (Tomo 31, Folio 98, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), su paso por el colegio comercial tuvo mucha incidencia en su futuro profesional. “Era prácticamente como un embudo seguir la carrera de ciencias económicas. Había otras posibilidades pero la más indicada era esa. A medida que fui conociendo bien la materia, me fue entusiasmando sobre el aporte que puede hacer alguien que esté en ciencias económicas para facilitarle la labor a otras personas”.

 

Pasión por la profesión

Si bien vivió en Lanús, Alberto estudió en Avellaneda, se recibió como Contador Público en la UBA y desde 2014, se encuentra radicado en Mar del Plata. Su inicio en la profesión se dio de manera muy laboriosa. “Yo pensaba que con título en mano iban a llover las propuestas. Me tuve que abrir camino con mucho ingenio y hasta arranqué a tener clientes particulares con cartelitos en la puerta que decían 'moratoria previsional´”, recuerda el Dr. Rodríguez, con iniciativa propia. “Ahí empezó a tocar el timbre uno, otro y así me fui armando de una pequeña clientela que después se fue ampliando. Un inicio totalmente artesanal”, cuenta el colega en diálogo con RePro Digital.

Sobre sus objetivos profesionales, Alberto afirma que ansiaba el estudio independiente y matricularme en el Consejo de Ciencias Económicas porque era distintivo, de un idóneo”. Colegas suyos fueron el nexo para sumarse a la matrícula. “Me matriculé en la Delegación Avellaneda y después presté juramento en la Sede Provincial en La Plata”, rememora el contador, quien también trabajó en la Receptoría Quilmes de nuestra institución: “Tengo recuerdos fantásticos. Muy buena gente, tanto dirigentes como empleados, muy responsables. Tengo el mejor de los recuerdos del Consejo y la Caja”.

La mesa del comedor, el estudio itinerante del Dr. Alberto Rodríguez.

Ya matriculado, Alberto fue contemporáneo a la creación de la Caja de Seguridad Social, en 1983. “Eso significó un gran cambio. Si bien me costaba mucho hacer los aportes cuando era joven, a la larga es positivo. Nos hubiera costado mucho hacer nuestra propia jubilación”, se sincera el colega. “Uno hace el aporte, y la Caja realiza inversiones para proteger ese activo. Eso ha sido muy valorable. Nos vemos acompañados por ella, para préstamos, subsidios y lo que hiciese falta”, destaca el profesional.

 

Siempre activo

Hasta lograr su tan ansiado estudio propio, Alberto realizó trabajos en relación de dependencia. Su currículum marca que se desempeñó en una empresa multinacional, en un estudio jurídico y como cadete de cobranzas en una agencia de publicidad, entre otros cargos. Las crisis económicas recurrentes de nuestro país “fueron complicando” los trabajos en relación de dependencia y la coyuntura fue la aliada menos pensada a la hora de dar el salto para dedicar todo su tiempo al estudio contable, “hasta que me jubilé”, indica el Dr. Rodríguez. Soy jubilado activo. Sigo trabajando pero con el ingreso de una jubilación, una cosa muy interesante que hizo nuestro Consejo de Ciencias Económicas. Fue una gran conquista, porque no en todas las profesiones es posible esa figura, la de jubilado activo. Cancelar la matrícula genera un problema económico”, sostiene Alberto, quien sigue manteniendo una fiel clientela. “Ahora que está el blanqueo, la moratoria, todo lo que se está viviendo estos días, uno tiene que estar vigente, con mucha precisión, pero sobre todo con velocidad mental”, enfatiza el Dr. Rodríguez, a sus enérgicos 76 años.

Educado y recibido en el siglo pasado, Alberto destaca las virtudes de los avances tecnológicos. “Gracias a la tecnología, no es necesario que lo vengan a visitar a uno al estudio. Clientes radicados en el exterior pero que tienen la explotación aquí, uno los atiende y va cumpliendo todos los requisitos”, resalta el colega en relación al trabajo remoto, aunque sostiene que siempre se encuentra en camino de permanente aprendizaje”. 

Ansiaba el estudio independiente y matricularme en el Consejo de Ciencias Económicas.
Dr. Alberto Rodríguez

Para el Dr. Rodríguez, “muchas veces las circunstancias nos han llevado a liquidar impuestos, contabilidad y cargas sociales, como si eso fuera el límite de todas nuestras incumbencias. Sin embargo, tenemos muchísimas más incumbencias en las cuales podemos asesorar a nuestros clientes. Se cree que al contador solo se lo tiene para liquidar impuestos. No, es un profesional en ciencias económicas que puede hacer otras actividades”, comenta Alberto, invitando a llevar a la profesión hacia un terreno más amplio. El que los nuevos profesionales sean mejores que nosotros nos levanta también, nos jerarquiza”, sostiene el contador.

Jubilado, pero sigue trabajando; recibido, pero continúa estudiando. Por la salud de su hijo, Alberto se radicó en Mar del Plata y cambió (por un rato) los números por las partituras. “Me pidió que yo lo acompañe en el estudio de la teoría musical. Ahora soy un alumnito más con él. Si a mí me preguntan actividad, puedo decir jubilado, profesional en ciencias económicas o estudiante, así es mi presentación ante algún organismo público”, ríe el versátil Dr. Rodríguez.

Entre tantos balances, ahora el colega hace uno, pero de índole personal. Estoy muy conforme, muy contento con la profesión, con haberme matriculado y haber participado activamente también. El balance para mí ha sido positivo. Lo más importante es mantener proyectos hacia adelante y no vivir tanto con la nostalgia en los recuerdos para no avejentarse”, sostiene Alberto, con la pasión intacta por las ciencias económicas.

 

El esfuerzo da sus frutos

Algunos encuentros con la profesión se dan de manera prematura. Casuales y de alto poder simbólico, pueden inclinar la balanza y oficiar de guía a largo plazo. “Yo sabía que tenía que seguir por la parte contable porque mi papá tenía una fábrica de soda y venía un señor al que le decían ´el contador´ y me encantaba lo que hacía. Desde muy chiquita, sabía que iba a hacer algo parecido a lo que estaba haciendo este señor”. Las palabras corresponden a la Dra. Elsa Pérez, Contadora Pública (Tomo 30, Folio 203, matriculada en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), quien con más de 50 años de ejercicio profesional, se mostró convencida desde niña sobre qué quería ser cuando fuera grande.

La Dra. Elsa Pérez “trasladó” su estudio contable a su propia casa.

Elsa se egresó del colegio secundario como perito mercantil y a los días, ya se encontraba dando sus primeros pasos en el mundo laboral. “Yo me recibí de perito mercantil en noviembre de 1960. El 15 de diciembre de ese año, empecé a trabajar en el estudio contable de Oscar y Ricardo Travi. Trabajé ahí hasta que me recibí prácticamente”.

La colega recuerda que “fueron unos cuantos años” dedicados a la carrera, y que el título llegó luego de mucho esfuerzo, en diciembre de 1971. “Antes de recibirme, me casé en el ´68, tuve mi primer hijo en el ´69, a mi segunda hija en el ´70 y finalmente me recibí en el ´71. Fui esposa, madre y me recibí un poquito tiempo después de que nació Gabriela, mi hija”.

“Fue complicado trabajar y estudiar”, se sincera la colega, que a su papel de trabajadora y estudiante le sumó el rol de madre sobre el final de la carrera. “Cuando yo estaba dando alguna materia, tanto Pablo como Gabriela eran muy bebitos, y me acuerdo que estudiaba y con una mano movía el moisés para que se durmieran o estuvieran tranquilitos. Muchas veces ellos ya se habían dormido y yo seguía hamacando el moisés”, grafica Elsa, en una imagen que habla por sí sola. La profesión evidentemente la llevaba en el alma, me gustó y me gusta”, agrega la profesional, perteneciente a la Delegación San Isidro.

Una vez recibida, la colega decidió abrir un estudio contable propio, que llevó adelante por su cuenta “hasta que se recibió mi hija en el 2009. Ahora el estudio lo llevamos adelante las dos. Muchas veces nos dicen 'qué raro madre e hija trabajando y que no se peleen´. Está bueno, es tan confiable y tranquilizante esta situación”, sostiene Elsa, desmitificando los estereotipos sobre trabajar en familia.

Medio siglo, juntos a la par

El Consejo Profesional fue parte de su vida laboral desde el día uno. Es que el titular del estudio donde dio sus primeros, el Dr. Ricardo Travi, era el Delegado Presidente de la Delegación San Isidro, por lo que Elsa tenía referencias de nuestra institución desde que inició la carrera universitaria. “Era algo natural que yo cuando me reciba, perteneciera al Consejo, no era ni siquiera una pregunta que te ibas a hacer. Una vez que tenía el diploma homologado, me tenía que inscribir en el Consejo”, narra la profesional. 50 años después, el sentido de pertinencia es total: “Tengo un gran cariño por las chicas que están en la Delegación San Isidro. Me siento parte sin haber integrado ninguna comisión”.

Volvería a hacer la carrera si tuviera que volver a empezar.
Dra. Pérez

“Quizás me cambió la vida un poco la pandemia. Prácticamente no he ido más al estudio y trabajo en casa. Si del 2020 al 2024 he ido 10 veces al estudio, es mucho”, ríe Elsa, quien se adaptó a la perfección a la virtualidad y optó por desdramatizar sobre el avance de la tecnología. “Me acuerdo cuando por primera vez nos hicieron cambiar las declaraciones juradas manuales, que tenían que ser hechas en computación. Eso nos parecía una locura. Y hoy es natural que haya avances con la parte tecnológica”, afirma la contadora sobre las exigencias “lógicas” que conllevan ejercer la profesión con el paso de los años.

“Siempre agradeceré a la profesión porque me permitió seguir adelante en momentos donde se me complicaban un poquito los días. Volvería a hacer la carrera si tuviera que volver a empezar”, dice la contadora, quien reafirma aquella decisión que tomó de pequeña. Cuando la pasión te acompaña toda la vida, el retiro siempre está lejos: “Mientras mi mente funcione y los clientes nos sigan eligiendo, vamos a seguir adelante como sea”.


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