Desde 1980, se sabe que la ludopatía es un trastorno psicológico donde la persona es adicta al juego y a las apuestas. Si bien no es un problema nuevo, la tecnología vino a profundizar la cuestión, ya que no solo ha modificado la manera en la cual se juega, sino también, ha generado un cambio en el perfil de los apostadores. La expansión del juego en línea, impulsada por redes sociales, influencers y la accesibilidad a billeteras virtuales, redujo el rango etario de los jugadores, siendo la franja de jóvenes de entre 15 y 35 años el grupo más afectado. La crisis económica en Argentina, el alto grado de conectividad a partir de teléfonos inteligentes y el desembarco de casas de apuestas ilegales en el país, generó un clima perfecto para que cada vez más personas incursionen en el “juego”, muchas veces, sin poder definir cuándo dejar de jugar.

La ludopatía, también conocida como juego patológico o adicción al juego, es un trastorno psicológico caracterizado por la incapacidad de controlar o detener la conducta de juego a pesar de las consecuencias negativas que tiene en la vida de la persona. El juego patológico fue reconocido oficialmente como entidad nosológica de salud mental en el año 1980, cuando la Sociedad Americana de Psicología lo incluyó por primera vez en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud lo añadió a su Clasificación Internacional de Enfermedades recién en 1992. Si bien la ludopatía no es un problema nuevo, los avances tecnológicos han dado lugar a su versión digital, que impacta de lleno en la franja etaria de adolescentes y jóvenes adultos.

Es que el contexto reúne los ingredientes necesarios para la creación de una tormenta perfecta: un alto consumo de redes sociales y canales de stream que publicitan plataformas de juego por medio de influencers, celebridades y hasta clubes de fútbol;  la posibilidad de acceder a billeteras virtuales a partir de los 12 o 13 años; y la proliferación de casas de apuestas ilegales con servidores en otros países y nulo control y cumplimiento de las disposiciones normativas, son algunas condiciones propicias para la activación de este fenómeno. En medio de la crisis económica que atraviesa el país, los jóvenes representan el grupo poblacional más afectado por los problemas de empleo, por lo que las apuestas pueden verse como una “salvación” en la desesperación.

La tecnología digitalizó los casinos, que acompañan a los jóvenes de manera omnipresente en sus teléfonos celulares.

Según el informe realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el índice de desocupación avanzó al 7,7%, lo que significó un empeoramiento de la situación en relación a los primeros tres meses del 2023, cuando el índice fue de 6,9%. Ahora bien: si analizamos los resultados por rango etario, entre los menores de 30 años, el desempleo llega a duplicar el índice promedio general. El peor resultado se dio entre las mujeres de 14 a 29 años, que registraron una tasa de desocupación del 17,3%, mientras que los varones menores de 30 años alcanzaron un nivel de desempleo del 14,1%, también muy superior al promedio total. Es por esto que la delicada situación económica argentina y el mayor nivel de conectividad en jóvenes con teléfonos inteligentes facilitan que el casino desembarque directamente en sus bolsillos. Según Statista, se proyecta que este 2024 terminará con más de 39 millones de smartphones en el país, cifra que superará los 41 millones en el 2026.

En la actualidad, la edad de los apostadores va de 15 a 35 años, muchos de ellos, estudiantes secundarios que “juegan” desde las aulas.

Números que preocupan

Un informe presentado por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense alertó sobre el cambio de tendencia en el juego generada por la masificación de las apuestas en línea. Si históricamente los jugadores patológicos eran en su mayoría adultos mayores de 45 años, que apostaban para ganar dinero o recuperar pérdidas en lugares físicos, como hipódromos o casinos, la modalidad virtual impulsó una modificación en el perfil del jugador: en la actualidad, la edad de los apostadores va de 15 a 35 años, muchos de ellos, estudiantes secundarios que “juegan” desde las aulas.

Del relevamiento, se desprende que casi 6 de cada 10 jugadores apuesta al menos una vez a la semana; el 10,1% lo hace todos los días; un 11,3% lo hace de 4 a 6 veces por semana; y un 13,4%, de 2 a 3 veces por semana. Si hacemos zoom en las edades, el 15,5% de los “jugadores” pertenece a la franja de entre 25 y 35 años, y el 12,5% tiene entre 15 y 24 años, siendo el grupo de entre 55 y 64 años el que menos apuesta en línea (4,51%). A su vez, si en el juego presencial la ludopatía tarda en desarrollarse entre cinco y ocho años, según los especialistas, las personas pueden volverse jugadores compulsivos en dos años, e incluso en meses, en la modalidad online.

Por su parte, el estudio Apostar no es un juego”, realizado entre marzo y julio de este año, contó con una muestra de 7.810 encuestas analizadas con respuestas provenientes de las 24 provincias, y visualiza cifras aún más alarmantes: 3 de cada 4 apostadores le dedican hasta 2 horas diarias al juego, y el 75% de los encuestados es consciente de que las apuestas pueden convertirse en una adicción.

Los adolescentes y jóvenes apuestan 2 de cada 3 pesos que reciben de sus padres y madres para afrontar gastos cotidianos.

A  su vez, el informe, que fue llevado a cabo a raíz del trabajo conjunto entre un grupo de universidades, asociaciones y organizaciones sin fines de lucro, establece que un 30% de los apostadores ha experimentado ansiedad o estrés por el hecho de no haber podido realizar una apuesta y la mayoría de ellos (60%) considera que gana por efecto del azar, sobre todo para aquellos que apuestan en casinos.

En promedio, los adolescentes y jóvenes apuestan 2 de cada 3 pesos que reciben de sus padres y madres para afrontar gastos cotidianos, y 6 de cada 10 apostadores consideran que es poco o nada lo que han perdido. A pesar de eso, el 70% considera que el hábito de apostar tiene efectos negativos y considera a las apuestas como una problemática de la juventud a ser tratada.

En general, los adolescentes se adentran en este peligroso mundo con las apuestas deportivas, que parecieran no ser de azar sino de conocimiento del deporte, por lo que algunas familias, aunque conscientes de que sus hijos apuestan, no lo ven como algo problemático. En Argentina, aproximadamente 19 millones de personas juegan frecuentemente, mientras que 7 de cada 100 argentinos pueden ser considerados adictos, según las estadísticas del Observatorio de Adicciones y Consumos.

En este sentido, frente a la creencia generalizada de que el problema está focalizado únicamente en las apuestas deportivas, donde el fútbol lleva la delantera (el 41,2% de las operaciones se hace en esta disciplina), casi uno de cada dos apostadores (49,9%) lo hace en juegos de estilo casino (slots, póker, ruleta y blackjack, entre otros). Según el informe “Global Online Gambling Markets-Previsiones de 2022 a 2027″, el mercado mundial de juegos de azar en línea superó los 65.300 millones de dólares en 2020 y se prevé que su tasa de crecimiento anual sea de un 10 por ciento para 2027, con lo que escalaría a casi 130 mil millones de dólares ese año.

Las apuestas deportivas, de perfil inofensivo, son la puerta de entrada de muchos jóvenes a la ludopatía.

Una epidemia silenciosa

Si bien por ley se debe ser mayor de edad para participar en apuestas, a través de los datos de las tarjetas de crédito de familiares o con intermediarios adultos que ofrecen sus datos a cambio de una comisión, los jóvenes encuentran la manera de esquivar la normativa vigente. Además, que el 80 por ciento de las apuestas tenga lugar en sitios ilegales impide tener un control de los usuarios que se registran, flexibilizando el acceso de menores de edad a plataformas que deberían ser para adultos, lo que se suma al uso masivo de las billeteras virtuales, que son utilizadas por el 81,5% de los argentinos y por donde se puede ingresar dinero con muchísima más facilidad que si se tratara de un banco tradicional. Para tomar dimensión de dicha masificación, solamente en el primer semestre 2023, se abrieron 13 millones de CVUs (Clave Virtual Uniforme), siendo la plataforma de MercadoPago la más elegida (74,4%).

Otra encuesta que refleja el estado de situación sobre el juego online es la realizada por OpinaArgentina, en base a una muestra de 1.011 casos, que tuvo lugar entre el 17 y el 20 de mayo del 2024, con una metodología mixta (online e IVR). De la misma, se desprende que el 9% de los encuestados reconoce que realiza apuestas online, cifra que alcanza el 16% entre los jóvenes sub-29. A su vez, 3 de cada 10 encuestados conoce a alguien de su entorno social afectado por la ludopatía, y el 24% de los consultados cree que el grupo más afectado es el de los adolescentes de 12 a 16 años. Como paliativo de esta epidemia, 6 de cada 10 encuestados se muestran a favor de restringir las apuestas online.

En nuestro país, se ha sancionado en 2023 el Plan Nacional de Prevención de Ludopatía Online en el Ámbito Educativo (Ley 26.206), aunque siguen surgiendo iniciativas en torno a la reducción de la publicidad online y regulación en el uso de plataformas de apuesta para menores por medio de sistemas de identificación más rigurosos, con el fin de contener esta adicción de la Generación Z.

REFERENCIAS

1. Informe del INDEC Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos (EPH). Segundo trimestre de 2024.
2. Informe Ludopatía en Jóvenes. Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
3. Estudio Apostar No es un Juego.
4. Informe Ludopatía Digital. OpinaArgentina.


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