Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Cuando llegan los aniversarios de los 'números redondos', el festejo suele ser aún mayor. Los Dres. Ricardo Lonné y Oscar Pissano han sido parte del Consejo Profesional durante medio siglo, y esta nota pretende ser un homenaje a sus más de 50 años de trayectoria, celebrando sus bodas de oro con nuestra institución.
Los adultos suelen preguntarle a los niños, de manera casi constante, qué quieren ser cuando crezcan. Sin embargo, con el paso del tiempo, los intereses de esos niños pueden cambiar, y esa respuesta prematura sobre el futuro profesional puede dejar de coincidir con sus verdaderas aspiraciones. Como en todo, hay excepciones.
“Nunca dudé de cuál era la carrera que quería”, afirma el Dr. Ricardo Lonné, Contador Público (Tomo 30, Folio 157, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), quien eligió seguir el camino de la contabilidad cuando apenas se encontraba en el colegio primario. “La decisión la tomé prácticamente muy chico, yo tendría 10, 12 años. Tanto así que de arranque me anoté en la escuela de Comercio de la ciudad de La Plata, y de ahí seguí la facultad”.
El colega, nacido en Berisso, realizó sus estudios en la Universidad Nacional de La Plata y logró el tan anisado título en junio de 1972. Sin embargo, su futuro estaría lejos de las diagonales y cerca de la costa.
“Yo en mayo del ´72, cuando estaba prácticamente recibido, empecé a viajar a Mar de Ajó con un amigo y vi la perspectiva de quedarme allá. Vi una posibilidad laboral, encontraba más expansión. Vi a La Plata saturada de profesionales y me pareció que estaba muy limitado a ser empleado público y yo quería ser independiente”, afirma el colega perteneciente a la Delegación Chascomús.
Una vez asentado en la localidad costera, Ricardo comenzó a hacerse cargo de la contaduría de la cooperativa Luz y Fuerza y cumplió el sueño de abrir su propio estudio contable. “A la mañana hacía la parte de la cooperativa y ya a la tarde iba al estudio, hasta que después de 4 o 5 años en la cooperativa, directamente seguí con la profesión independiente”, comenta el profesional en diálogo con RePro Digital.
La apuesta del Dr. Lonné de alejarse de la capital provincial en busca de mayores oportunidades laborales dio sus frutos. “Al ser el único contador público recibido en la zona, el único que tenía firma y el único que tenía matrícula, el estudio se fue convirtiendo en un estudio grande, tanto que actualmente es uno de los más importantes de la zona”, sostiene el colega, quien acaparó a gran cantidad de clientes en más de medio siglo de trayectoria.
En la actualidad, el estudio se mantiene en familia. “Cuando empecé, estaba solo, después fui teniendo empleados. Actualmente son 5, más mi hijo y la señora que es contadora también, y mi señora y yo. Somos 9. Nosotros nos llevamos perfectamente”, cuenta Ricardo, quien afirma que si bien le está “dejando lugar” a su hijo para que se haga cargo del estudio, se muestra enérgico y con ganas de seguir trabajando: “Yo no quiero dejar la profesión. En este momento tengo 79 años, y no quiero quedarme en casa regando las plantitas. Ando por todos lados, trato de viajar, de salir, de dar vueltas. No hay que dejar que el tiempo lo pase por arriba a uno”, asegura el Dr. Lonné, con vitalidad envidiable.
“Para mí es un orgullo poder seguir ejerciendo, sentirme a la par de otros contadores que son mucho más jóvenes que yo”, afirma emocionado el colega, quien le deja un consejo a los jóvenes que recién inician su recorrido laboral: “Que la carrera la tomen como una profesión, que la tomen con cariño, no con el ánimo de obtener dinero o tener una ganancia de la misma. Que tomen la profesión con amor y no con un sentido especulativo. La vocación es lo más importante”.
“La decisión ya la tenía tomada en el secundario. En cuarto, quinto año, tenía una definición por la vocación contable”, relata con firme convicción el Dr. Oscar Pissano (Tomo 30, Folio 87, matriculado en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires), quien dejó su Pergamino natal para instalarse en la provincia de Santa Fe, con la determinación de regresar con el título universitario bajo el brazo.
“Yo empecé a cursar a los 17 años y me gradué a los 21. Creo que todavía debo ser uno, sino el más joven graduado de la Universidad Nacional de Rosario, no alcancé a demorar 4 años. Empecé en marzo del ´68 y me recibí en marzo del ´72. Nunca tuve un bochazo”, narra con orgullo Oscar, quien logró su cometido en tiempo récord. “Tenía facilidad, escuchaba mucho en clase y preguntaba mucho en clase. Tuve que hacer una vida muy dedicada al estudio porque era hijo de madre viuda, no nos sobraba el dinero y no podía estar de turista”, reconoce el profesional, enalteciendo el esfuerzo propio y el de su madre. “Con un sueldo de maestra me tenía que bancar en Rosario”, grafica el colega.
Su primer empleo llegó cuando un profesor de la facultad le ofreció trabajar en Ferrocarriles Argentinos, “con el firme compromiso de controlarme las notas cada 4 meses”. “Me pusieron de supervisor comercial y allí pude ayudar a mi madre un poco, a no ser una carga tan pesada, pero la idea era terminar cuanto antes”, afirma el Dr. Pissano, quien luego de recibirse, decidió regresar a su ciudad.
De vuelta en su pago chico, Oscar recibió la propuesta de un profesor suyo del secundario, y quien fuera Delegado Presidente de la Delegación Pergamino, Dr. Roberto Novo, para trabajar en su estudio contable, en una sociedad que duró 40 años. “Estuvimos desde 1972 hasta el 2012 asociados, y él fue el que me enseñó. Yo no tenía la menor idea ni siquiera de hacer una conciliación bancaria cuando salí con el título bajo el brazo”, ilustra el colega, quien fue adquiriendo las habilidades necesarias para el desarrollo de la profesión, ese “saber hacer” tan demandado en los jóvenes profesionales.
En la actualidad, Oscar continúa ejerciendo de forma independiente e incorporó al estudio a sus hijos Oscar y Natalia, ambos abogados, pudiendo brindar un servicio jurídico y contable. Su día arranca temprano “por placer”. “Yo me levanto todos los días a las 5 de la mañana, a las 6 estoy en el estudio luego de caminar una hora porque me encanta. Vengo a esa hora, me pongo al día con las noticias, tomo mate, y ya las 8 estamos abriendo las puertas. Yo creo que es la manera de mantener la lucidez y mantener la lucidez física porque me permite interactuar con los clientes, sino estaría en el ostracismo”, comenta Oscar con asombrosa vitalidad.
“Al estar en actividad las neuronas están bien, el cuerpo está bien. Mens san in corpore sano. Para mí es un placer trabajar, mientras la cabeza me responda, voy a seguir activo porque creo que estoy en condiciones todavía, me siento capacitado”, agrega el contador, quien se desempeñó siempre en la profesión independiente y durante casi 35 años como profesor en un colegio secundario. “Me hacía bien el hecho de estar con la juventud, interactuar y de esa manera también, devolver a la comunidad lo que la comunidad me había dado, lo hice con mucho gusto”.
Si bien la profesión en esencia es la misma, el correr del tiempo, los cambios en las normativas y el avance de la tecnología han hecho que las tareas a realizar por los contadores públicos sean más diversas. “Tenemos que proveer de todo y tener de todo, porque los mismos organismos recaudatorios, AFIP, ANSES, ARBA, se han apoyado mucho en nosotros y nos han tirado la pelota para que nosotros seamos informadores y también controladores”, sostiene Oscar sobre un rol más protagónico de los colegas, aunque ese esfuerzo “la mayoría de las veces no podemos trasladarlo a través de los honorarios porque el cliente no lo entiende”.
También, el colega afirma que en la actualidad “podemos ofrecer muchos servicios que antes no ofrecíamos, tenemos una tecnología que facilita las cosas. Antes nos equivocábamos, pasábamos un balance a máquina y había que hacer todo de vuelta. Yo creo que el progreso siempre es positivo y en la balanza estoy a favor del progreso. Los cambios han sido para bien”.
En un trabajo de memoria, Oscar recuerda qué objetos habitaban su escritorio de mediados de 1980. “Planillas de 8, 12 y 16 columnas, fundamental. Lápiz y goma de borrar y una calculadora electromecánica”, afirma el contador, elementos muy distintos a la composición actual. “Hoy en día tengo una pequeña calculadorita, y dos computadoras que son con las cuales trabajo, eso es todo mi escritorio”, responde entre risas el profesional, al tiempo que agrega: “Hasta los viejos archivos de carpetas colgantes van quedando vacíos porque todo queda en la nube, las declaraciones juradas muchas veces ya ni se pasan en papel”.
Sobre el final de la charla, el Dr. Pissano le envía un mensaje a los jóvenes, a quienes recomienda “capacitarse y estudiar a conciencia aunque estemos ya graduados, porque muchas cosas las consolidamos trabajando”, como así también, apoyarse en la experiencia de colegas con más años de profesión. “Siempre consultar con algún viejo. Vos le preguntás a un viejo, y el viejo por sabiduría te va a decir cómo arreglarlo. Si algún colega me llama, trato de darle esa facilitación, que en los libros no están, que están en la cabeza por la experiencia”.