Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
El término sello proviene del latín “sigillum”, señal o símbolo pequeño. Comenzó a utilizarse en Roma en las fiestas saturnales durante las cuales los romanos se enviaban unos a otros pequeñas estatuas que expresaban los deseos para todo el año. Con el tiempo las estatuillas se redujeron a figuras que se podían estampar. Piedras preciosas grabadas se engarzaban en anillos con los que luego con lacre se sellaban las cartas de salutación.
Los fabricantes de sellos se enfrentan a un dilema moral cuando un cliente solicita un sello nuevo y lo único que presenta es un documento impreso con el modelo que desea. Esta práctica es muy común entre los falsificadores y se espera que el fabricante de sellos rechace el trabajo o solicite autorización por escrito de la empresa titular para poder reproducir la marca.
El clásico material con el que se construye la empuñadura es la madera. Incluso hoy, en la era del plástico, aún sobreviven los elegantes sellos lustrados.
Darle forma a la goma era otrora solo propiedad de los talleres fabricantes, pero por estos días y a precios accesibles se venden máquinas para hacer sellos que caben en una caja de botas.
Aunque compañeros inseparables, sello y alfombrilla, andaban cada uno por su lado. Hoy la ingeniería los ha convertido en una sola pieza y el entintado es automático.