Realidad Profesional | Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires y su Caja de Seguridad Social
Las leyes de regulación del teletrabajo buscan limitar la interrupción de la vida familiar de los empleados fuera del horario acordado. Pero no siempre se trata de una intromisión sino que en ocasiones existe una “autoexplotación” de los trabajadores víctimas de la cultura de la productividad y el trabajo ininterrumpido. El desafío por lograr el equilibrio.
El aislamiento social necesario en tiempo de pandemia requirió de herramientas tecnológicas que permitieran la conexión remota de los empleados con su trabajo. La pregunta “¿Cómo nos conectamos?” que en tiempos de máquinas de escribir y biblioratos hubiera requerido respuestas quiméricas; en la era de los teléfonos inteligentes, Wifi hasta en las plazas y gigas de datos en la nube, la cuestión se resolvió en cuestión de minutos. Ahora lo más simple se vuelve complejo: ¿Cómo desconectarse?
Según la politóloga argentina Natalia Zuazo, el derecho a la desconexión digital “implica consagrar el derecho a decir que no a un pedido fuera del horario laboral, durante la noche o el fin de semana”. Es el derecho de los empleados a no contestar comunicaciones, llamadas, emails, mensajes, WhatsApp, etc., de trabajo fuera de su horario laboral. Se reconoce para respetar el tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de la intimidad personal y familiar de los trabajadores. Es decir, la empresa puede enviar un email cuando quiera pero el trabajador tiene derecho a no responder, hasta que comience la jornada laboral.
Una encuesta reciente de la Sociedad de Gestión de Recursos Humanos encontró que el 35% de los empleados informaron sentirse abatidos o tener poca energía a menudo. Puede parecer contradictorio si se piensa en que ya no hay que tener la vestimenta a punto ni hay estrés en el viaje hasta la oficina, pero los expertos dicen que hay otros factores que terminan generando agotamiento.
Entre ellos señalan la sobrecarga de conexión virtual. Estar sentado frente a una computadora todo el día, interactuar a través de videoconferencias, andar pendientes de llamadas de contactos con los que antes no se conversaba desde los hogares, puede ser agotador y generar fatiga. "Los humanos son sociales y necesitan un contacto social típico", dice el psicólogo Jeffrey Kassinove, cofundador de Therapy West y agrega: “Es más difícil leer las señales sociales y el lenguaje corporal a través de un video que en persona”, por lo que las confusiones son comunes y la comunicación eficaz se dificulta.
Este derecho legal surgió en Francia, en 2016, cuando se promulgó una ley que lo incluyó como un tema de negociación obligatoria en las empresas; en España desde 2018 se encuentra aprobada una ley de teletrabajo que otorga tiempos de descanso estipulados, y en Suiza la Corte Suprema dijo que las empresas deben pagar parte del alquiler del teletrabajador.
En nuestro país el proyecto ya fue aprobado en la Cámara de Diputados donde unos aseguran que de aprobarse, la norma aportará "un piso de derechos" para trabajadores de esta modalidad, y otros afirman que la iniciativa afectará a las pymes y "generará conflictos".
El aislamiento masivo que se ordenó por la crisis sanitaria impulsó el tratamiento del teletrabajo que ya logró media sanción luego de 18 años desde que se presentó el primer proyecto sobre el tema y sobre el que existían 20 proyectos distintos.
El proyecto aprobado incluye el derecho a la desconexión digital, con la prohibición de que el empleador se comunique con el trabajador fuera de la jornada laboral, además del derecho de pautar horarios compatibles para quienes tengan que cuidar a menores de 14 años, personas con discapacidad o adultos mayores dependientes, aunque permite que “las pautas específicas para el ejercicio de este derecho se establezcan mediante la negociación colectiva”.
En la provincia de Buenos Aires, los gremios docentes y los empleados estatales bonaerenses reclamaron reglas más justas para el teletrabajo durante la pandemia y según la misiva que la Federación de Gremios Estatales y Particulares de la Provincia de Buenos Aires elevó al gobernador, “la inexistencia de regulación de dicha tarea virtual impone a los trabajadores exigencias que violan principios elementales del Derecho del Trabajo, tal como la Jornada de Trabajo Limitada”.
Expertos en recursos humanos y sindicatos de Argentina y España analizaron recientemente la nueva normalidad laboral en un seminario organizado por el Programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD) de la Universidad Nacional de San Martín y coincidieron en que la pandemia generó mayor flexibilización del empleo y pérdida de derechos para los trabajadores. Según su punto de vista, en un contexto de desmovilización de la fuerza de trabajo hay una profunda crisis por lo cual el capital necesita recomponer su tasa de ganancia.
Al mismo tiempo que los trabajadores ganaron nuevas libertades, también perdieron el derecho a la intimidad y el respeto de los horarios. En otras ocasiones es el propio empleado el que por voluntad propia trabaja más horas de las habituales y promueve lo que los abogados laboralistas denominan “la autoexplotación del trabajador”.
El asunto no es nuevo. Según un informe de Randstad Workmonitor del último trimestre de 2019, el 49% de los argentinos aseguraba que su empleador le pedía estar disponible durante las vacaciones y el 59%, que también recibía pedidos para responder consultas fuera de horario laboral. Ahora, con los trabajadores en sus casas con WIFI, esa tendencia se volvió la regla: los mensajes y tiempos laborales se salieron de control, e irrumpen en la cena familiar o en la tarde del domingo, en medio del descanso, y se tornan inseparables el trabajo de la vida familiar.
¿Podrá una regulación torcer el curso de la cultura de la productividad y el trabajo ininterrumpido?
Aunque los trabajadores decidan no responder ese mensaje que llegó, muchos ya lo habrán leído, sabrán que está ahí y que se acaba de sumar una tarea pendiente para resolver. ¿Con el derecho a no responder alcanzará para desconectarse?